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domingo, 27 de febrero de 2011

El lenguaje de los signos


Por Paulo Coelho 

El Alquimista

Diálogo con el maestro (4)

“Las religiones son muy importantes, porque nos permiten adorar en forma colectiva y compartir los mismos misterios. Pero la búsqueda espiritual es  la responsabilidad de cada uno”.

Continúo reproduciendo fragmentos de conversaciones con mi maestro J.

P. Coelho: ¿Qué es el lenguaje de los signos?
J.: Todo hombre tiene una manera personal de comunicarse con Dios y con su propia alma.

P.C.: Entonces, ¿el hombre no necesita  la religión?
J.: Las religiones son muy importantes, porque nos permiten adorar en forma colectiva y compartir los mismos misterios. Pero la búsqueda espiritual es  la responsabilidad de cada uno: si te apartas de tu camino, no servirá de nada estar culpando al  cura, al imán, al rabino o al pastor –la responsabilidad es tuya–. Por eso existe un alfabeto que tu alma entiende, y que va mostrando las mejores decisiones en tu camino.

P.C.: ¿Cómo se aprende?
J.: Como cualquier otro. Primero, con disciplina, para educarse  a notar la señal. Después, con valor para practicar  la lengua. Tercero, nunca tener miedo de equivocarse mientras se practica.

P.C.: Lo que hace que algunos sigan la señal equivocada.
J.: Claro. Solo así aprendemos las señales correctas.

P.C.: ¿Me podrías dar un ejemplo de señal?
J.: No. El lenguaje es individual, como dije. Si empezamos a generalizar las señales, se transforman en superstición. Muchos maestros ya cometieron el error de usar sus señales para guiar a sus discípulos. Lo que sucede es que cuando las personas comienzan su búsqueda espiritual, entran en un mar desconocido y se sienten inseguras. Entonces procurar asirse a la primera mano que les es tendida, y al hacer eso, están dejando de lado la aventura, para volverse esclavas de la mano-guía.

P.C.: ¿Cómo me aseguro de que estoy ante una señal verdadera?
J.: Nunca. Pero, en general, si empiezas a contemplar este mundo más allá de las convenciones, verás que tu intuición empieza a conducirte hacia la mejor elección, por más absurda que parezca. Poco a poco, este lenguaje se incorpora a ti y aunque continúes fallando de vez en cuando, ya estás en paz con tu alma y tomas las decisiones correctas. Muchas veces la señal es más práctica de lo que imaginamos y, a propósito de eso, voy a contarte una historia: “Un hombre soñó cierta vez con un ángel, que le decía: mañana empezará a llover y tu aldea será inundada, pero tú te salvarás”.

Al otro día empezó a llover. Un equipo de socorro visitó las casas, evacuando a los habitantes, debido a la inundación. Todos salieron menos aquel hombre, que decía: “Soñé con un ángel y él me dijo que me salvaría”,

Un día después, el agua ya cubría la primera planta de las casas. Un segundo equipo fue para intentar rescatar al hombre, pero otra vez no quiso salir, alegando que había recibido la señal de un ángel y tenía que mostrar su fe al mundo.

Al tercer día, la situación ya era crítica, y el hombre estaba solo, encaramado al tejado de la casa. En un esfuerzo desesperado, un equipo de rescate intentó una vez más retirarlo de allí, pero nuevamente se negó, llamándolos demonios, gritando que querían obligarle a negar la señal. Poco tiempo después el agua cubrió el tejado y el hombre se ahogó. Como era  muy  buen cristiano, fue al  Cielo y encontró a San Pedro, que lo invitó a entrar. El hombre se rehusó; dijo que Dios lo había engañado; le había enviado un ángel diciendo que se salvaría cuando en verdad  había resultado el único habitante  muerto de la aldea.

San Pedro le dijo que Dios no mentía, y prometió volver con explicaciones. Entró al Paraíso y retornó diciendo: “Realmente Dios mandó un ángel para avisarle que sería salvado. ¡Pero me dice que usted rehusó, por tres veces, el socorro que Él le envió bajo la forma de equipos de rescate!”.  (
Continuará...).
Texto retirado de: La Revista

domingo, 20 de febrero de 2011

El Misterio


Por Paulo Coelho

El Alquimista

Escuchando al corazón

“Procura vivir con la misma intensidad que un niño. Él no pide explicaciones, se sumerge en cada día como si fuese una aventura diferente y, por la noche, duerme cansado y feliz”.
Diálogos con el maestro (3)
Continúo reproduciendo fragmentos de conversaciones con mi maestro J.

P. Coelho: ¿Qué estamos haciendo en esta Tierra?
J.: ¿Sinceramente? No sé. Ya busqué en muchos rincones, en lugares iluminados y oscuros; hoy estoy convencido de que nadie lo sabe... solamente Dios.

P.C.: No es una buena respuesta.
J.: Es una respuesta honesta. Mucha gente te explicará con detalles la razón de la existencia. No les creas, ellos continúan atadas al antiguo lenguaje, y solo creen en las cosas que tienen explicación.

P.C.: ¿Entonces no hay una razón para vivir?
J.: Dije que no sé la razón. Pero claro que existe un motivo para estar aquí, y Dios lo conoce.

P.C.: ¿Por qué no nos lo revela?
J.: Lo revela a cada uno de nosotros, pero a través de un lenguaje que a veces no aceptamos porque no es lógico, y estamos demasiado acostumbrados a recetas y fórmulas. Nuestro corazón sabe por qué estamos aquí. Aquel que escucha a su corazón, sigue sus señales y vive su Leyenda Personal, entenderá que está participando en algo, aun cuando no lo comprenda racionalmente. Dice la tradición que un segundo antes de nuestra muerte nos damos cuenta de la verdadera razón de la existencia. Y en este momento nacen el Infierno y el Paraíso.

P.C.: No lo he entendido.
J.: El Infierno es, en esta fracción de segundo, mirar para atrás y saber que desperdiciamos una oportunidad de honrar a Dios y dignificar el milagro de la vida. El Paraíso es poder decir, en este momento: “Cometí algunos errores pero no fui cobarde: viví mi vida, e hice lo que debía hacer”. Tanto el Infierno como el Paraíso nos acompañarán por mucho tiempo, pero no para siempre.

P.C.: ¿Cómo puedo saber si estoy viviendo mi vida?
J.: Porque, en vez de amargura, sientes entusiasmo. Esa es la única diferencia. Por otra parte, hay que respetar el Misterio y aceptar –con humildad– que Dios tiene un plan para nosotros. Un plan generoso, que nos conduce hacia su presencia y que justifica estos millones de estrellas, planetas, agujeros negros...

P.C.: Es muy difícil vivir sin una explicación.
J.: ¿Puedes explicar por qué el hombre necesita dar y recibir amor? No. Y tú vives con eso, ¿o no? Y no solo eso, sino que el amor es lo más importante de la vida. Y sin embargo, no existe ninguna explicación. De la misma manera, tampoco hay explicación para la vida. Pero existe una razón para nuestra estancia aquí, y tienes que ser lo suficientemente humilde para aceptar eso.
Confía en mis palabras: la vida de cada uno de los seres humanos tiene un sentido, aun cuando él cometa el error de pasar gran parte de su tiempo en la Tierra buscando una respuesta, mientras se olvida de vivir. Te daré un ejemplo: Había asistido a la fiesta de conmemoración de los 50 años de mi graduación como bachiller. Allí, en la escuela donde estudié cuando era un adolescente, encontré a muchos amigos. Bebimos e hicimos las mismas bromas de antes.

En un momento, miré hacia el patio del colegio. Entonces me vi siendo un niño, jugando con ellos, encarando a la vida con sorpresa e intensidad. Aquel niño que fui pareció tomar forma y se aproximó a mí. Me miró a los ojos y sonrió. Entonces entendí que no había traicionado mis sueños de infancia. Que el niño que fui, aún estaba orgulloso de mí. Que la misma razón que tenía para vivir continuaba viva en mi corazón.

“Procura vivir con la misma intensidad que un niño. Él no pide explicaciones, se sumerge en cada día como si fuese una aventura diferente y, por la noche, duerme cansado y feliz”. (Continuará...)
Texto retirado de: La Revista

domingo, 13 de febrero de 2011

Diálogos con el maestro (2)


Por Paulo Coelho

El Alquimista

Leyenda personal

“Es tu bendición, el camino que Dios escogió para ti aquí en la Tierra. Siempre que un hombre hace aquello que le entusiasma, es que está siguiendo su Leyenda. Sucede que no todos tienen el valor de enfrentarse con sus propios sueños”.

Continúo reproduciendo fragmentos de conversaciones con mi maestro J.

P. Coelho: ¿Qué es la Leyenda Personal (LP)?
J.: Es tu bendición, el camino que Dios escogió para ti aquí en la Tierra. Siempre que un hombre hace aquello que le entusiasma, es que está siguiendo su Leyenda. No todos tienen el valor de enfrentarse con sus propios sueños.

P.C.: ¿Por qué razón?
J.: Existen cuatro obstáculos: 
1. Escucha desde niño que todo lo que deseó vivir es imposible. Crece con esta idea, y a medida que acumula años, acumula también capas de prejuicios, miedos, culpas. Llega un momento en el que su LP está tan enterrada en su alma que ya no consigue verla. Pero ella permanece allí. Si él tiene el valor de desenterrar sus sueños, entonces enfrenta otro obstáculo: 2. El amor. Ya sabe lo que desea hacer, pero piensa que puede herir a los suyos, si deja todo para seguir sus sueños. No entiende que el amor es un impulso extra, y no algo que le impide seguir adelante. No entiende que aquellos que lo quieren bien, desean que sea feliz, y están listos para acompañarlo en esta aventura. Después de aceptar que el amor es un estímulo, el hombre se encuentra ante 3. El miedo a las derrotas. Un hombre que lucha por sus sueños sufre mucho más cuando algo fracasa, porque no tiene la famosa disculpa: “ah, es que en realidad no quería exactamente esto...”. Él quiere, sabe que allí está apostando todo y sabe también que el camino de la LP es tan difícil como cualquier otro camino –con la diferencia de que en éste está su corazón-. Un guerrero de la luz tiene que estar preparado para tener paciencia en, y saber que el Universo está a su favor, aunque no lo entienda.

P.C.: ¿Son necesarias las derrotas?
J.: Necesarias o no, el hecho es que suceden. Cuando empieza a luchar por sus sueños el hombre no tiene experiencia y comete muchos errores. El secreto es caer siete veces y levantarse ocho.

P.C.: ¿Por qué es tan importante vivir la LP, si vamos a sufrir más que los otros?
J.: Después de superadas las derrotas –y siempre las superamos– nos sentimos con mucha más euforia y confianza. En el silencio del corazón, sabemos que estamos siendo dignos del milagro de la vida. Cada día, cada hora, es parte del Buen Combate. Pasamos a vivir con entusiasmo y placer. El sufrimiento muy intenso e inesperado termina pasando más rápido que el sufrimiento aparentemente tolerable: este se arrastra durante años, y va corroyendo el alma sin que nos demos cuenta... hasta que un día ya no podemos librarnos de la amargura, y ella nos acompañará en la vida.

P.C.: ¿Y el cuarto obstáculo?
J.: Después de desenterrar su sueño, usar la fuerza del amor para apoyarlo, pasar años conviviendo con cicatrices, el hombre nota, de repente, que lo que siempre deseó está allí, esperándolo, tal vez al día siguiente. Entonces aparece el cuarto obstáculo: el miedo a realizar el sueño por el cual luchó.

P. C.: Esto no tiene sentido...
J.: Oscar Wilde decía: “La gente siempre destruye aquello que más ama”. La simple posibilidad de conseguir lo que desea hace que el alma del hombre común se llene de culpa. Él mira a su alrededor, ve que muchos no lo consiguieron y entonces piensa que no lo merece. Olvida todo lo que superó, lo que sufrió, lo que renunció. Este es el obstáculo más peligroso, porque tiene una cierta aureola de santidad: renunciar a la alegría y a la conquista. Pero si el hombre entiende que es digno de aquello por lo cual luchó tanto, entonces él se transforma en un instrumento de Dios. Ayuda al Alma del Mundo y entiende por qué él está aquí. (Continuará...)

Dibujo de: Costa de Souza
Texto retirado de: La Revista

domingo, 6 de febrero de 2011

Renovaciones


Por Paulo Coelho

El Alquimista 


Viajar y cambiar

“Viajar es la experiencia de dejar de ser quien te esfuerzas en llegar a ser para transformarte en aquello que eres”.

Durante mi traslado a un departamento nuevo, descubrí una serie de notas de conversaciones mías con J., miembro de la orden R.A.M., una pequeña cofradía que estudia la tradición oral y el lenguaje simbólico del mundo. Dedicaré las próximas cinco columnas a describir algunos de nuestros encuentros (entre 1982-1986). Transformé los textos en diálogos para su mejor comprensión, así que las palabras de J. no son exactamente las que él usó, aun cuando el contenido sea absolutamente fiel a lo que oí.

Comencé con una conversación, cuando él insistía para que hiciese el Camino de Santiago.
P. Coelho: Dices que hacer el C. de Santiago es importante. Para hacerlo, necesito abandonar todo durante algún tiempo: familia, empleo, proyectos. Y no sé si encontraré lo mismo a mi regreso.
J.: Espero que no la encuentres
P.C.: Entonces, ¿debo arriesgarme a perder todo lo que he 
conseguido.
J.: ¿Perder qué? Un hombre solo puede ganar o perder su alma: aparte de la vida, no posee nada más. No importan las vidas pasadas o futuras, por el momento estás viviendo esta, y debes hacerlo con comprensión silenciosa, alegría y entusiasmo.

P.C.: Tengo una mujer que amo.
J.: (Riendo) Esta es siempre la disculpa más común, y la más tonta posible. El amor nunca impidió a un hombre seguir sus sueños. Si ella realmente te ama, deseará lo mejor para ti. Además, no tienes una mujer que amas; ella no es tuya. Lo que es tuyo es la energía del amor que proyectas hacia ella. Puedes seguir haciendo eso en cualquier otro lugar.

P.C.: ¿Y si no tuviera dinero para hacer la peregrinación?

J.: Viajar no es siempre una cuestión de dinero, sino de valor. Pasaste gran parte de tu vida recorriendo el mundo como hippie; ¿qué dinero tenías, entonces? Ninguno. Apenas alcanzaba para pagar el pasaje, e incluso así pienso que fueron algunos de los mejores años de tu vida, comiendo mal, durmiendo en estaciones ferroviarias, sin poderte comunicar por causa del idioma, obligado a depender de los otros hasta para descubrir un refugio nocturno.
Viajar es sagrado: la humanidad viaja desde la noche de los tiempos, en busca de caza, de pasto, de climas más amenos. Son raros los hombres que consiguen comprender el mundo sin salir de sus ciudades. Cuando viajas –y no me refiero al turismo, sino a la experiencia solitaria de viaje– cuatro cosas importantes suceden:

Estás en un lugar diferente Entonces, las barreras protectoras ya no existen. Al inicio da miedo, pero al poco tiempo te acostumbras y pasas a entender cuantas cosas interesantes existen más allá de los muros de tu jardín.

Porque la soledad puede ser muy grande y opresora Estás más abierto hacia personas con quienes normalmente  no cambiarías palabra si estuvieras en tu casa, como camareros  de restaurantes, otros viajeros, empleados de hotel o el pasajero sentado a tu lado en el autobús.

Pasas a depender de los otros Conseguir hotel, comprar algo, saber cómo tomar el próximo tren. Descubres que no hay nada malo en depender de los otros sino que es una bendición.

Estás hablando un idioma que no comprendes, usando un dinero cuyo valor desconoces, caminando por calles por donde nunca estuviste. Sabes que tu antiguo Yo, con todo lo que aprendió, es absolutamente inútil ante estos nuevos desafíos, y empiezas a descubrir que, enterrado allá en el fondo de tu inconsciente, existe alguien mucho más interesante, aventurero, abierto hacia el mundo y las experiencias nuevas. (continúa la próxima semana).

Texto retirado de: La Revista
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