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domingo, 28 de julio de 2013

Legados esenciales: Dios, felicidad y voz interior

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

“Tenemos que tratar de construir un mundo mejor para los demás: nuestra desesperación interior va a disminuir, y nuestra vida pasará a tener más sentido. Convivir con personas alegres lo hará todo más fácil para nosotros mismos”.

Un cuento de
Khalil Gibran

Paseaba por los jardines de una residencia psiquiátrica cuando encontré a un muchacho que leía un libro de filosofía. Por su actitud y por la salud que aparentaba, contrastaba con el resto de los internos. Me senté a su lado y le pregunté:
–¿Qué haces aquí?
Él me miró sorprendido. Pero viendo que yo no era uno de los médicos, respondió:
–Es muy sencillo: mi padre, un brillante abogado, quería que fuese como él. A mi tío, dueño de un gran establecimiento comercial, le hubiera gustado que siguiese su ejemplo. Mi madre deseaba que fuese la viva imagen de su adorado padre. Mi hermana siempre me daba como ejemplo de hombre triunfador el caso de su propio marido. Mi hermano hacía lo posible por entrenarme para convertirme en un excelente atleta como él.
»Y lo mismo ocurría con mis profesores en la escuela, con el maestro de piano o con el instructor de inglés: todos estaban plenamente convencidos de que eran el mejor ejemplo de vida que podían darme. Nadie me miraba como se debe mirar a una persona, sino como si se mirasen en un espejo.
»Por consiguiente, decidí internarme en esta residencia. Por lo menos aquí puedo ser yo mismo.

Los hechos

Alguien le comentó a William James, filósofo y psicólogo americano: –Tú eres la única persona feliz que conozco: llevas siempre una sonrisa en los labios, incluso en medio de las circunstancias más adversas.
–Yo no sonrío todo el tiempo porque sea feliz –respondió William James–. Yo soy feliz porque sonrío todo el tiempo.
Un rey persa le preguntó a Saadi de Xiras:
–En tus viajes por las ciudades de mi país, ¿sueles pensar en mí y en mis obras?
–¡Oh, rey! Yo pienso en ti siempre que me olvido de Dios, fue la respuesta del sabio.

La sabiduría persa: La reflexión

Del monje trapense Thomas Merton (en Cuestiones abiertas): “El reino de Dios es el reino del amor”. Pero si no existe la posibilidad de un nivel de vida decente, si no hay libertad, justicia, ni educación en la sociedad humana, ¿cómo podemos edificar este reino de amor?
“Un hombre hambriento no está en condiciones de pensar en Dios –a no ser como manera de huir de sus problemas, pero esto no me parece un acto de fe”. Hay santos que superaron sus adversidades, incluso sometidos a condiciones insoportables para los hombres comunes.
“Sin embargo, el reino de Dios no se limita a los santos, sino que se extiende a los hombres comunes como nosotros. Tenemos que tratar –aunque sea por egoísmo– de construir un mundo mejor para los demás: nuestra desesperación interior va a disminuir, y nuestra vida pasará a tener más sentido. Convivir con personas alegres lo hará todo más fácil para nosotros mismos”.
Texto retirado de: La Revista

domingo, 21 de julio de 2013

Maestros orientales: Realidades cercanas

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

La necesidad de poseer determinada cosa –a veces algo pequeño e inútil– hace que nos convirtamos en sus prisioneros”.

Dos cuentos chinos

El sabio rey Weng quiso visitar la prisión de su palacio. Y empezó a escuchar las quejas de los presos.
–Soy inocente –dijo uno de ellos, acusado de homicidio–. Me trajeron aquí porque quise asustar a mi mujer, y sin querer la maté.
–Me acusaron de soborno –dijo otro–, pero todo lo que hice fue aceptar un regalo que me hicieron.
Todos los presos clamaron por su inocencia frente al rey Weng. Hasta que uno de ellos, un joven de poco más de veinte años, dijo: –Soy culpable. Herí a mi hermano en una pelea y merezco el castigo. Este lugar me hace reflexionar sobre el mal que causé.
–¡Expulsen a este criminal de la prisión inmediatamente! –gritó el rey Weng– ¡Con todos los inocentes que hay aquí, puede acabar corrompiéndolos!
Zhizang buscó a Confucio por toda China. El país vivía un momento de gran convulsión social, y temía que se produjera un grave derramamiento de sangre.
Encontró al maestro junto a una higuera, meditando.
–Maestro, necesitamos urgentemente su presencia en el gobierno –dijo Zhizang–. Estamos al borde del caos.
Confucio continuó meditando.
–Maestro, usted nos enseñó que no podemos eludir los problemas –insistió Zhizang–. Dijo que somos responsables de lo que ocurra en el mundo.
–Estoy rezando por el país –respondió Confucio–. Después iré a la esquina y ayudaré a un hombre. Haciendo lo que está a nuestro alcance, beneficiamos a todos.
Intentando apenas tener ideas para salvar el mundo, ni siquiera nos ayudamos a nosotros mismos. Existen mil maneras de hacer política: no es necesario formar parte del gobierno.

El hecho

He aquí el origen del refrán “el mono viejo no mete la mano en el bule”: En la India, los cazadores abren un pequeño agujero en un coco, colocan una banana dentro y lo entierran. El mono se aproxima, cava, agarra la banana, pero no consigue sacarla –porque su mano cerrada no pasa por la abertura. En lugar de soltar la fruta, el mono lucha contra lo imposible, hasta ser capturado.
Lo mismo ocurre en nuestras vidas. La necesidad de poseer determinada cosa –a veces algo pequeño e inútil– hace que nos convirtamos en sus prisioneros.

La reflexión

Del libro La Sabiduría de los maestros judíos:
El rabino Yannai solía decir: No hay ninguna manera de que nos expliquemos la prosperidad de los malvados o el sufrimiento de los justos. Todo lo que se nos pide, no obstante, es que busquemos –nosotros mismos– la justicia.
La realidad es más compleja de lo que nos gustaría.
Si insistimos en que todo tenga un sentido, acabaremos desesperados.
La realidad no puede envolverse en papeles multicolores, y ser después atada con la cinta dorada del moralismo.
La realidad es mayor que nuestra visión del Bien y del Mal, que lo correcto o incorrecto.
La realidad es lo que es, y no lo que imaginamos que debería ser.
Donde podamos luchar por la justicia, luchemos.
Cuando una Verdad que esté más allá de nuestra comprensión nos confunda, de todas maneras, no dejemos de intentar actuar de la mejor manera posible.
Texto retirado de: La Revista

domingo, 14 de julio de 2013

Enseñanzas reveladoras: Sabiduría y fe

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

"La peor manera de mantener un matrimonio es privando al otro de su libertad. Si atas dos pájaros, ellos tendrán cuatro alas, pero nunca conseguirán volar”.


El cuento

Una viuda de una pobre aldea de Bengala no tenía dinero para pagar el autobús de su hijo, pues ella lo había matriculado en un colegio que estaba muy alejado de su casa. El chico tenía que atravesar, solo, un bosque. Para tranquilizarlo, ella le dijo:
–No tengas miedo del bosque, hijo mío. Pídele a Dios Krishna que te acompañe. Él escuchará tu oración.
El muchacho hizo lo que su madre le dijo, Krishna se le apareció, y desde entonces lo acompañaba todos los días a la escuela.
Cuando llegó el día del cumpleaños del profesor, el niño le pidió dinero a su madre para comprar un regalo.
–No tenemos dinero, hijo. Pídele a tu hermano Krishna que te consiga un regalo.
Al día siguiente, el niño le contó su problema a Krishna. Este le dio una jarra llena de leche.
Animado, el niño le entregó la jarra al profesor. Pero como los otros regalos eran más bonitos, el maestro no le prestó al suyo la más mínima atención.
–Lleva esta jarra a la cocina, le dijo el profesor a un ayudante.
El ayudante hizo lo que se le había ordenado. Al intentar vaciar la jarra, sin embargo, se dio cuenta de que volvía a llenarse sola. Inmediatamente, fue a comunicar el acontecimiento al profesor, quien, confuso, le preguntó al niño:
–¿Dónde has conseguido esta jarra? ¿Cuál es el truco que la mantiene llena?
–Quien me la dio fue Krishna, el Dios del bosque.
Todo el mundo rio: el maestro, los alumnos, el ayudante.
–¡No hay dioses en el bosque! ¡Eso es superstición! –dijo el maestro–. Si es verdad que existe, ¡salgamos a verlo!
El grupo entero salió. El niño se puso a llamar a Krishna, pero este no aparecía. Desesperado, realizó un último intento:
–Hermano Krishna, mi maestro quiere verte. Por favor, ¡aparece!
En este momento vino del bosque una voz que resonó por todos los rincones.
–¿Estás seguro de que quiere verme, hijo mío? ¡Si él ni siquiera cree que existo!

El hecho

El golfista argentino Robert de Vincenzo, después de haber vencido un importante torneo, se dirigió al aparcamiento para buscar su coche. En este momento, una mujer se le acercó. Después de darle la enhorabuena por la victoria, le contó que su hijo estaba a las puertas de la muerte, y que no tenía dinero para pagar un hospital. De Vincenzo le dio, inmediatamente, parte del dinero del premio que acababa de ganar aquella tarde.
Una semana después, en una comida en la Professional Golf Association, le contó la historia a algunos amigos. Uno de ellos le preguntó si la mujer era rubia, con una pequeña cicatriz bajo el ojo izquierdo. De Vincenzo dijo que sí.

–Te han engañado– dijo el amigo–. Esta mujer es una estafadora y no para de contarles la misma historia a todos los golfistas extranjeros que aparecen por aquí.
–Entonces, ¿no hay ningún niño a las puertas de la muerte?
–No.
–Bueno, ¡esta ha sido la mejor noticia que me han dado en toda la semana!, comentó el golfista.

Reflexiones

Algunos pensamientos de poetas persas de inicio del milenio (La sabiduría persa, editorial Ediouro): 
“Quien conoce a Dios, no lo describe. Quien describe a Dios, no lo conoce”. (Husayn Ibn Mansur)
“El que hoy comió en exceso, jamás estará saciado mañana” (anónimo)
“La peor manera de mantener un matrimonio es privando al otro de su libertad. Si atas dos pájaros, ellos tendrán cuatro alas, pero nunca conseguirán volar”.
(Djeladin Rumi)

Texto retirado de: La Revista

domingo, 7 de julio de 2013

Hacer el bien

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

“Quedarse en silencio no es apenas dejar de hablar, sino educar los oídos para escuchar todo lo que está a nuestro alrededor”.

Humildad, paciencia y reflexión

El cuento

Hace muchos años vivía un hombre que era capaz de amar y perdonar a todo el que se cruzaba en su camino. Por esta razón, Dios envió a un ángel para que conversara con él.
–Dios me ha pedido que venga a visitarte y te comunique que Él quiere recompensarte por tu bondad, dijo el ángel. Sea cual sea la gracia que pidas, te será concedida. ¿Te gustaría tener el don de sanar?
–De ninguna manera, respondió el hombre. Prefiero que sea el propio Dios quien seleccione a los que deben ser sanados.
–¿Y qué me dices de conducir a los pecadores hacia el camino de la verdad?
–Eso es un trabajo para ángeles como tú. No quiero que nadie me venere ni que me señalen como ejemplo todo el tiempo.
–Yo no puedo volver al cielo sin haberte concedido un milagro. Si tú no eliges, te verás obligado a aceptar uno.
El hombre reflexionó un poco, y respondió finalmente:
–En ese caso, lo que deseo es que se haga el bien a través de mí, pero sin que nadie se dé cuenta, ni yo mismo, que en caso contrario podría pecar de vanidad.
Y entonces el ángel hizo que la sombra de aquel hombre tuviese el poder de sanar, pero solo cuando el sol le diese en el rostro. De esta manera, allí por donde pasase, los enfermos sanaban, la tierra volvía a ser fértil y las personas tristes recuperaban la alegría.
Este hombre caminó durante muchos años por la Tierra, sin llegar nunca a darse cuenta de los milagros que su sombra realizaba a sus espaldas cuando tenía el sol de frente. Así logró vivir y morir sin tener conocimiento de su propia santidad.

El hecho

El místico Ramakrishna, líder religioso de la India, empezó a dedicarse a la vida espiritual a los dieciséis años. Al principio, lloraba amargamente por no conseguir ningún resultado, a pesar de su intensa dedicación al trabajo en el templo. Explicando, más tarde, esta etapa de su vida, dijo:
“Si un ladrón pasase la noche en una sala que estuviese separada de un cuarto lleno de oro apenas por una pared finísima, ¿conseguiría dormir? Se pasaría despierto toda la noche trazando planes. Cuando yo era joven, mi deseo por Dios era más ardiente que el que un ladrón siente por el oro, y me costó mucho aprender la mayor virtud de la búsqueda espiritual: la paciencia”.

La reflexión

Del jesuita indio Anthony de Mello, S.J. (Abandonarse a Dios): “Quedarse en silencio no es apenas dejar de hablar, sino educar los oídos para escuchar todo lo que está a nuestro alrededor”. Incluso en medio del sonido estruendoso de una orquesta, el buen maestro consigue reconocer una flauta desafinada. De la misma manera, necesitamos entrenar nuestra audición para ser capaces de oír la voz de Dios en medio del mercado.
“Al hombre moderno, el silencio le resulta algo odioso”. Le parece difícil permanecer quieto: está siempre ansioso por hacer algo, dar un consejo, idear un proyecto, y termina siendo esclavo de su compulsión por actuar.
“Cuando te acostumbres a la quietud, cuando consigas pasar algunos minutos al día en silencio, entonces tendrás verdadera libertad para decidir sobre tu vida. Dice el poeta Gibran: Cuando tu pensamiento no encuentra raíces en tu corazón, tiende a quedarse todo el tiempo en tu boca”.
Texto retirado de: La Revista

sábado, 6 de julio de 2013

Pruebe hoy

A agradecer a Dios los beneficios de la vida y a valorizar los recursos del propio cuerpo.
A Trabajar y servir además del propio deber, como le sea posible.
A Observar, aunque sea por instantes, la belleza del paisaje que le encuadra la presencia.
A no reclamar nada.
A comentar únicamente los asuntos constructivos.
A reflexionar sobre las cualidades nobles de alguna persona con la cual sus sentimientos todavía no se armonicen.
A hablar sin amargura y sin agresividad en la voz.
A leer algún trecho constructivo.
A practicar, por lo menos, una buena acción, sin contar eso a ninguna persona.
A cultivar tolerancia para con la libertad de los otros sin perturbar a nadie.
Atendamos diariamente la semejante receta de actitud y, en un tiempo breve, realizaremos la conquista de la paz.
Dictado por el espíritu: André Luiz
Extraído del libro "
Busca e Acharás"

Pintura de: Susan Lyon
Tomada del blog TODO POR EL ARTE
Texto retirado de: Luz Espiritual
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