Ignorar el sexo en nuestra edificación espiritual sería ignorarnos. Sin embargo, urge situarlo al servicio del amor, sin que el amor se le subordine. Imaginémoslos a ambos en la esfera de la personalidad, como el río y el dique en la anchura de la tierra.
El río fecunda.
El dique controla.
El río esparce fuerzas.
El dique contiene la expansión.
En el río encontramos la Naturaleza.
En el dique sorprendemos la disciplina.
El dique controla.
El río esparce fuerzas.
El dique contiene la expansión.
En el río encontramos la Naturaleza.
En el dique sorprendemos la disciplina.
Si la corriente amenaza la estabilidad de construcciones dignas, surge el dique para canalizarla provechosamente en otro nivel. Sin embargo, si la corriente supera el dique, aparece la destrucción, siempre y cuando la masa líquida se dilate en volumen. Igualmente el sexo es la energía creativa, mas el amor necesita estar junto a él para funcionar como timón seguro.
Si la simpatía sexual prenuncia la disolución de obras morales respetables, es imprescindible que el amor le oriente los recursos para manifestaciones más altas, ya que, siempre que la atracción genésica es más poderosa que el amor, surgen las crisis de largo curso retardando el progreso y el perfeccionamiento del alma, cuando no le cortan el paso en la locura o en la frustración, en la enfermedad o en el crimen.
Tanto como el dique necesita levantarse en defensa constante en el gobierno de las aguas, debe guardarse el amor en permanente vigilancia, en la contención del impulso emotivo. Indaga, así, tus propios deseos. Todo pensamiento abrigado tiende a expresarse en acción.
Casi siempre, los que llegan al más allá de la tumba sexualmente depravados, después de largas perturbaciones renacen en el mundo tolerando molestias insidiosas, cuando no toman cuerpo en desesperadora condición inversa, sufriendo pesadas pruebas como consecuencias de los excesos delictuosos a que se rindieron. A semejanza de enfermos difíciles en el lecho de contención, padecen inhibiciones oscuras o portan señales morfológicas en desacuerdo con las tendencias masculinas o femeninas en que todavía se ejercitan, en el elevado intento de impedir su propia caída en nuevos desmanes sentimentales.
Ama, pues, y ama siempre, porque el amor es la esencia de la propia vida, mas no pienses en ser amado. Ama como hijos del corazón a aquellos de quien, por el momento, no puedes compartir convivencia más íntima, aprendiendo el puro amor fraterno que Jesús nos legó.
Pero, si la inquietud sexual azota tus horas, no decidas aceptar el consejo de la irresponsabilidad que te inclina a partir livianamente «al encuentro de un hombre» o «al encuentro de una mujer», muchas veces en peligroso agravio de tus problemas. Ante todo, busca a Dios en la oración, según la fe que cultivas, y Dios, que creó el sexo en nosotros para engrandecimiento de la creación, en la carne y en el espíritu, nos enseñará cómo dirigirlo.
Dictado por el espíritu Emmanuel
Extraído del libro "Religión de los Espíritus"
Tomada del blog Recogedor
Me gustó el artículo y el blog también.
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