Por Paulo Coelho
El Alquimista
Importancia de los cambios
Importancia de los cambios
Importancia de los cambios
“Sin duda conocerás cosas mejores y cosas peores que las que ya conoces, pero no es eso lo que importa. Lo más importante es el cambio, el movimiento, el dinamismo, la energía”.
Recibo de dos lectores, casi en la misma semana, un texto que supuestamente escribí yo. No, no fui yo, aunque sí tiene mucho que ver con mi manera de afrontar la vida. Como me parece un texto interesante, y con la esperanza de encontrar a su verdadero autor, lo reproduzco aquí:
Cambia. Pero empieza despacio, pues la dirección es más importante que la velocidad.
Siéntate en otra silla, al otro lado de la mesa. Más tarde, cambia de mesa.
Cuando salgas a la calle, ve por la otra acera. Después, cambia de ruta, camina con calma por otras calles, observando con atención los lugares por donde pasas.
Coge otros autobuses. Por un tiempo, cambia tu forma de vestir; regala los zapatos viejos e intenta andar descalzo unos días, aunque sea en casa.
Tómate una tarde entera para pasear libremente, oír a los pájaros o el ruido de los carros.
Abre y cierra cajones y puertas con la mano izquierda.
Duerme en el otro lado de la cama. Después, duerme en otras camas.
Ve otros programas de televisión, lee otros libros, vive otros romances, aunque sea en tu imaginación.
Acuéstate más tarde. Acuéstate más temprano.
Aprende una palabra nueva al día.
Come un poco menos, come un poco más, come diferente; escoge nuevos condimentos, nuevos colores, cosas que nunca te atreviste a probar.
Almuerza en otros sitios, ve a otros restaurantes, toma otro tipo de bebida, compra el pan en otra panadería.
Almuerza más temprano, cena más tarde, o viceversa.
Busca lo nuevo todo el día: el lado nuevo, el método nuevo, el sabor nuevo, el gesto nuevo, el placer nuevo, la postura nueva.
Escoge otro mercado, otra marca de jabón, otra pasta de dientes.
Báñate a otras horas.
Utiliza bolígrafos de otros colores.
Ve a pasear a otros lugares.
Ama cada vez más, de diferentes formas. Aunque pienses que la otra persona se puede asustar, en la cama propón lo que siempre has soñado hacer.
Cambia de bolso, de cartera, de maleta, cómprate otras gafas, escribe nuevos poemas.
Abre una cuenta en otro banco. Ve a otros cines, a otros peluqueros, a otros teatros, visita otros museos.
Cambia. Y piensa seriamente en conseguir un nuevo empleo, una nueva ocupación, un trabajo más parecido a lo que esperas de la vida, más digno, más humano.
Si no encuentras razones para ser libre, invéntalas: sé creativo.
Aprovecha para emprender un viaje sin pretensiones, sencillo, largo y, a ser posible, sin destino.
Experimenta cosas nuevas. Vuelve a cambiar. Prueba de nuevo. Experimenta otra vez.
Sin duda conocerás cosas mejores y cosas peores que las que ya conoces, pero no es eso lo que importa. Lo más importante es el cambio, el movimiento, el dinamismo, la energía.
Solo lo que está muerto no cambia, y tú estás vivo.
Recibo de dos lectores, casi en la misma semana, un texto que supuestamente escribí yo. No, no fui yo, aunque sí tiene mucho que ver con mi manera de afrontar la vida. Como me parece un texto interesante, y con la esperanza de encontrar a su verdadero autor, lo reproduzco aquí:
Cambia. Pero empieza despacio, pues la dirección es más importante que la velocidad.
Siéntate en otra silla, al otro lado de la mesa. Más tarde, cambia de mesa.
Cuando salgas a la calle, ve por la otra acera. Después, cambia de ruta, camina con calma por otras calles, observando con atención los lugares por donde pasas.
Coge otros autobuses. Por un tiempo, cambia tu forma de vestir; regala los zapatos viejos e intenta andar descalzo unos días, aunque sea en casa.
Tómate una tarde entera para pasear libremente, oír a los pájaros o el ruido de los carros.
Abre y cierra cajones y puertas con la mano izquierda.
Duerme en el otro lado de la cama. Después, duerme en otras camas.
Ve otros programas de televisión, lee otros libros, vive otros romances, aunque sea en tu imaginación.
Acuéstate más tarde. Acuéstate más temprano.
Aprende una palabra nueva al día.
Come un poco menos, come un poco más, come diferente; escoge nuevos condimentos, nuevos colores, cosas que nunca te atreviste a probar.
Almuerza en otros sitios, ve a otros restaurantes, toma otro tipo de bebida, compra el pan en otra panadería.
Almuerza más temprano, cena más tarde, o viceversa.
Busca lo nuevo todo el día: el lado nuevo, el método nuevo, el sabor nuevo, el gesto nuevo, el placer nuevo, la postura nueva.
Escoge otro mercado, otra marca de jabón, otra pasta de dientes.
Báñate a otras horas.
Utiliza bolígrafos de otros colores.
Ve a pasear a otros lugares.
Ama cada vez más, de diferentes formas. Aunque pienses que la otra persona se puede asustar, en la cama propón lo que siempre has soñado hacer.
Cambia de bolso, de cartera, de maleta, cómprate otras gafas, escribe nuevos poemas.
Abre una cuenta en otro banco. Ve a otros cines, a otros peluqueros, a otros teatros, visita otros museos.
Cambia. Y piensa seriamente en conseguir un nuevo empleo, una nueva ocupación, un trabajo más parecido a lo que esperas de la vida, más digno, más humano.
Si no encuentras razones para ser libre, invéntalas: sé creativo.
Aprovecha para emprender un viaje sin pretensiones, sencillo, largo y, a ser posible, sin destino.
Experimenta cosas nuevas. Vuelve a cambiar. Prueba de nuevo. Experimenta otra vez.
Sin duda conocerás cosas mejores y cosas peores que las que ya conoces, pero no es eso lo que importa. Lo más importante es el cambio, el movimiento, el dinamismo, la energía.
Solo lo que está muerto no cambia, y tú estás vivo.
Texto retirado de: La Revista
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