Por Paulo Coelho
El Alquimista
El Alquimista
“El simple hecho de escribir nos ayuda a organizar el pensamiento y ver con claridad lo que nos rodea. Un papel y una pluma operan milagros, curan dolores, consolidan sueños, llevan y traen la esperanza perdida”.
Siempre escribiendo
Escribo siempre, y considero muy importante escribir. Si pudiera dar un consejo, le diría a todo el mundo: escriba. Sea una carta, un diario o algunas anotaciones mientras habla por teléfono, pero escriba.
Si quiere entender mejor su papel en el mundo, escriba. Procure colocar su alma por escrito, aunque nadie lo lea o, lo que es peor, aunque alguien termine leyendo lo que usted no quería. El simple hecho de escribir nos ayuda a organizar el pensamiento y ver con claridad lo que nos rodea. Un papel y una pluma operan milagros, curan dolores, consolidan sueños, llevan y traen la esperanza perdida. La palabra tiene poder. La palabra escrita lo tiene aún más.
Gibran y los sentidos
Estamos acostumbrados con la vieja disculpa: aunque sepamos que nuestro corazón conoce mejor la decisión a tomar, nunca seguimos lo que él nos dice. Para compensar nuestra cobardía, terminamos convenciéndonos de que él estaba equivocado. Una hermosa historia de Gibran ilustra hasta donde nos pueden llevar nuestras limitaciones.
El ojo dijo:
-¡Mirad que bonita montaña tenemos en el horizonte!
El oído intentó escucharla, pero no lo consiguió. La mano dijo:
-Estoy intentando tocarla, pero no la encuentro.
La nariz fue concluyente:
- No existe la montaña, puesto que no siento su olor.
Y todos llegaron a la conclusión de que el ojo estaba equivocado.
El peso de la pluma
A veces nos irritamos por reacciones que juzgamos exageradas de nuestro prójimo. Hacemos un pequeño comentario, una broma y he aquí que la persona llora, o se vuelve demasiado agresiva con nosotros.
Una leyenda del desierto cuenta la historia de un hombre que iba a trasladarse a otro oasis, y comenzó a cargar a su camello. Colocó las alfombras, los utensilios de cocina, los baúles de ropa y el camello aguantaba todo. Cuando estaba a punto de partir, se acordó de una linda pluma azul que su padre le había regalado.
La fue a buscar y la colocó encima del camello. En ese momento, el animal no soportó el peso y cayó muerto. “Mi camello no aguantó el peso de una pluma” debe haber pensado el hombre. A veces juzgamos de la misma manera a nuestro prójimo, sin entender que nuestra broma puede haber sido la gota de agua que desbordó el vaso del sufrimiento.
‘Quiero agradecer por el asalto’
Mathew Henry es un conocido especialista en estudios bíblicos. Cierta vez, cuando volvía de la universidad donde da clases, fue asaltado. Aquella noche, él escribió la plegaria siguiente:
Quiero agradecer, en primer lugar, porque nunca había sido asaltado antes.
En segundo lugar, porque se llevaron mi cartera y dejaron mi vida.
En tercer lugar, porque aunque se hayan llevado todo, no era mucho.
Finalmente, quiero agradecer porque yo fui el robado, y no quien robó.
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