Por Paulo Coelho
El Alquimista
El Alquimista
“Para sobrevivir a los predadores, la primera lección que la jirafa debe aprender es a levantarse rápido. La aparente crueldad de la madre se ve totalmente respaldada por el proverbio árabe: A veces, para enseñar algo bueno, es necesario ser un poco rudo”.
El elefante y la cuerda
Este es el procedimiento adoptado por los domadores de circo para que los elefantes nunca se rebelen. Yo sospecho que esto mismo es lo que ocurre con mucha gente:
Cuando el elefante es aún una cría, se le ata con una cuerda muy gruesa a una estaca firmemente clavada en el suelo. Él intenta soltarse varias veces, pero no lo consigue porque no tiene fuerzas suficientes.
Un año más tarde, la estaca y la cuerda aún son eficaces para mantener al pequeño elefante preso. Este continúa intentando soltarse, sin lograrlo. En esta época de su vida, el animal termina asumiendo que la cuerda siempre va a ser más fuerte que él, y ceja en su empeño de liberarse.
Una vez adulto, el elefante aún recuerda que, durante mucho tiempo, malgastó mucha energía procurando escapar de su cautiverio. A partir de entonces, el domador ya puede atarlo con un pequeño hilo al palo de una escoba, que el elefante ya no volverá a realizar ningún intento de obtener su libertad.
La madre jirafa hace sufrir a su hijo
El parto de la jirafa se realiza con la madre en pie, de manera que la primera experiencia que tiene el recién nacido es una caída desde dos metros de altura, aproximadamente.
Aún mareado, el animal intenta erguirse sobre sus cuatro patas, pero la madre muestra un comportamiento extraño: le da una leve patada a la cría, que cae de bruces al suelo. Esta intenta levantarse, pero es derribada nuevamente.
El proceso se repite varias veces, hasta que el recién nacido, exhausto, ya no consigue mantenerse en pie. En este momento, la madre vuelve a instigar a la cría, forzándola a levantarse. Y ya no vuelve a derribarla.
La explicación es sencilla: para sobrevivir a los predadores, la primera lección que la jirafa debe aprender es a levantarse rápido. La aparente crueldad de la madre se ve totalmente respaldada por el proverbio árabe: “a veces, para enseñar algo bueno, es necesario ser un poco rudo”.
La carpa aprende a crecer
La carpa japonesa (koi) tiene la capacidad natural de crecer de acuerdo con el tamaño del medio en el que vive. Por consiguiente, en un pequeño estanque, generalmente no pasa de cinco o siete centímetros, pero puede alcanzar tres veces este tamaño si se suelta en un lago.
De igual forma, las personas tienen tendencia a crecer de acuerdo con el medio que las rodea. Solo que, en este caso, no estamos hablando de características físicas, sino de desarrollo emocional, espiritual e intelectual.
Mientras la carpa se ve obligada, por su propio bien, a aceptar los límites de su mundo, nosotros somos libres para establecer las fronteras de nuestros sueños. Si somos un pez mayor que la pecera en la que nacimos, en lugar de adaptarnos a ella, deberíamos buscar el océano –aunque la adaptación inicial sea incómoda y dolorosa.
Proverbios perdidos en el ciberespacio
El mundo tiene muchos iniciados, y pocos acabados.
Todos somos autodidactas, pero solo los ricos lo admiten. Los pobres siempre dicen que tienen diplomas.
Solo recibes más de lo que das cuando das más de lo que recibes.
No puedo tener una crisis hoy: ya tengo la agenda llena.
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