40- ANTE EL INFINITO
Madurada la comprensión, al llegar a la mayoría mental, el hombre percibe su propia insignificancia ante el Infinito. Reconoce que la vida divina palpita soberana desde los principios magnéticos del mundo subatómico hasta en las más remotas constelaciones.
Observa que el Planeta, grande y sublime por las oportunidades de elevación que nos ofrece, es un simple grano de arena cuando se lo compara con el inmenso universo.
Rodeado de soles y mundos incontables, se asoma a su interior para indagar acerca de los problemas de la muerte, del destino, del dolor... Sus silenciosas preguntas atraviesan el Espacio inconmensurable en busca de las eternas revelaciones...
Para el corazón alimentado por la fe y elevado a la gloria del ideal superior, el Espiritismo con Jesús trae su mensaje de esperanza.
Al interrogar al Infinito que se extiende triunfante en el Espacio y en el Tiempo, los hombres oyen la palabra de los vivos que los han precedido en el gran viaje de la tumba, que afirman con imponente belleza:
- ¡Hermanos, la vida continúa!...
Todo es renovación y eternidad.
Así como las leyes cósmicas rigen la experiencia física, irrevocables leyes morales dirigen nuestro espíritu.
Absteneos del mal.
Los compromisos de¡ alma con los planos inferiores constituyen aumento de densidad en el vehículo de manifestación.
Nuestro cuerpo espiritual, en todas partes, reflejará la luz o las tinieblas, el cielo o el infierno que portamos con nosotros mismos.
Cultivad la fraternidad y el bien, porque hoy y mañana recogeremos nuestra propia siembra.
Más allá de las fronteras de sombra y cenizas donde se enfría y desintegra la última vestimenta de carne transformada en harapos, la vida continúa y nos impone el resultado de nuestras propias acciones.
¡Amad el trabajo y engrandecedlo! Es por él que la civilización se levanta, que la educación se realiza y que nuestra felicidad se perpetúa. En la Patria de las Almas llora amargamente el espíritu que despreció su riqueza oculta, por haberse olvidado que solamente por medio del trabajo podemos desarrollar nuestras posibilidades de crecimiento hacia la inmortalidad
Aceptad el acto de servir y ayudar no como castigo, sino como precioso honor que el Divino Poder nos confiere.
¡En el mundo no os inquiete el orgullo coronado de laureles, ni el vicio y la injusticia, aparentemente victoriosos!...
La Justicia reina imperecedera.
Quien humilla a los demás será humillado por la propia conciencia y el instituto universal de las reencarnaciones funciona por igual para todos, con premios para los justos y correctivos para los infractores.
Cada falta exige reparación.
Cada desequilibrio reclama reajuste.
Los padecimientos colectivos de la sociedad humana constituyen la redención de siglos ensangrentados por la guerra y la violencia. Las aflicciones individuales son remedios provechosos para la cura y reparación de las almas.
Anexad los deseos del reino de vuestro "yo" a los sabios designios de¡ Reino de Dios.
El egoísmo y la vanidad nos encadenan al lodo de la Tierra.
Leed las páginas vivas de la Naturaleza y buscad la vida sana y pura, usando la buena voluntad para con todos.
Simplificad vuestros hábitos y reducid vuestras necesidades.
¡Tened confianza, sed benevolentes, instruíos, amad y esperad!... Creced en conocimientos y en virtud para ser más fuertes y más útiles.
¡Más allá de los horizontes que nuestra mirada puede abarcar, otros mundos y otras humanidades progresan rumbo a la perfección!...
¡Todos somos hermanos, hijos de un solo Padre que nos espera siempre con los brazos abiertos, para que gocemos la suprema felicidad en el eterno bien!...
Y al escuchar los sagrados llamados de lo Alto, el corazón que despierta a la vida superior comprende, al fin, que Dios es la Verdad Soberana, que el trabajo es nuestra bendición, que el amor y la sabiduría representan nuestra finalidad y que el alma es inmortal.
Fin del libro
Pintura de: Elizabeth Pearson, tomada del blog Art with Liz