Abrazando la mediumnidad, muchos compañeros en la Tierra adoptan posición de absoluta expectativa, copiando la inercia de los maniquíes. Se concentran mentalmente y esperan, inmóviles, anulados, la manifestación de los Espíritus Superiores, olvidándose de que el verdadero servidor asume siempre la iniciativa de la gentileza, en la más simple actividad doméstica.
Veamos la lógica de lo cotidiano. Un director de despacho no exigirá que el auxiliar se haga enciclopedia humana, a fin de recibir su cooperación; pero pide que sea una criatura ordenada y laboriosa, con la necesaria experiencia en asuntos de escritura.
Un médico no reclamará del enfermero un certificado de grandeza moral para aceptar su colaboración; sin embargo, contará que sea persona trabajadora y sensata, con la necesaria dedicación a los enfermos.
El propietario de un autobús no se valdrá de la atención del farmacéutico, en su taller; pero buscará un conductor, que no sólo sepa maniobrar el volante, sino que lo ayude también a conservar el coche.
El farmacéutico, a su vez, no se valdrá de la atención de un conductor, en su casa, pero buscará un colaborador que no sólo sepa vender medicamentos, sino que lo ayude también a preparar las recetas.
Cada trabajador permanece en su propia tarea, aunque la interdependencia sea el régimen de la vida señalando a todos.
Ser médium es ser ayudante del Mundo Espiritual. Y ser ayudante en determinado trabajo es ser alguien que auxilia espontáneamente, descansando la cabeza de los responsables.
Si no puedes comprender eso, observa el avión, por más simple que sea. Todo es amparo inteligente y acción maquinal en el convoy aéreo. Torres de vigilancia le marcan la ruta y vigorosos motores le garantizan la marcha. Pero todo puede fallar si fallan el entendimiento y la disciplina en el piloto que está en su interior.
Dictado por el espíritu Emmanuel
Pintura de: François Bard
Tomada del blog Recogedor
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