De pequeña disensión doméstica puede nacer extenso caudal de riñas y aflicciones.
Aprender a oír sin contradecir, para aclarar cualquier punto oscuro en el momento adecuado, es señal evidente de comprensión y sabiduría.
Auxilia al niño, no sólo a sonreír, sino también a educarse.
Respetar a los parientes del corazón, que se nos ligan en las experiencias terrestres, es un valioso preservativo contra desajustes positivamente innecesarios.
Evita criticar esa o aquella menudencia poco agradable en el ambiente casero, cooperando en silencio para que las fallas desaparezcan.
Nada censures, colaborando para que los problemas sean resueltos sin alteraciones y reproches.
Silenciar sobre cuestiones neurálgicas en familia impide la explosión de conversaciones ofensivas o inútiles.
No revivas los malentendidos de ayer o de cualquier fase del pasado, para que faltas y errores en el hogar sean realmente olvidados.
Aprendamos a no gritar y sí a conversar.
No te olvides: la unión comienza en la casa, pero la calma general comienza en ti mismo.
Pintura de: Gladys Roldan-de-Moras, tomada de la web Gladys Roldan-de-Moras Fine Art
Por el espíritu de: Emmanuel
Psicografía: Francisco Cándido Xavier.
Texto retirado del: Libro "CALMA".
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