Si la irritación ya se te hizo un hábito, piensa en las desventajas de ella para que te libres de semejante desajuste espiritual.
Ora, pidiendo a la Divina Providencia la fuerza precisa a fin de que te resguardes en al tolerancia.
Imagina la amargura como si fuese un espinero magnético, arrojando rayos de energía destructora en todas las direcciones.
La intemperancia mental nunca auxilia a nadie.
Una frase cargada de aspereza, en la mayoría de los casos, puede ser figurada como si fuese un muro en el rostro de las mejores oportunidades que te procuran.
Ánimo violento sólo agrava situaciones y complica problemas.
La costumbre de irritarse es un predisponente a molestia de tratamiento difícil.
Condenación no edifica.
Aunque el corazón se te muestre herido, conversa con serenidad y esclarece con paciencia.
Un gesto de gentileza opera prodigios.
Acuarela de: María José Batres, tomada del blog Espíritu Avalon
Por el espíritu de: Emmanuel
Psicografía: Francisco Cándido Xavier.
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