Lector amigo.
La indagación, en cuanto a las causas del sufrimiento humano, se hace ahora universal.
¿Por qué tamaña expansión de la violencia? ¿por qué tantos procesos de angustias, tantos accidentes y tantas pruebas individuales y colectivas?
Entretanto, a pesar de semejantes obstáculos el progreso avanza, permaneciendo bajo la responsabilidad de los propios hombres, la explosión o la abstención de nuevas guerras que únicamente perjudican a los propios hombres y les dilapidan los intereses.
Reportándonos, sin embargo, al sufrimiento, será justo recordar, en este atardecer del segundo milenio de la Era Cristiana, los conflictos crueles, las persecuciones, los siglos de esclavitud del hombre, en la explotación y en el rebajamiento del propio hombre, la conquista sanguinolenta de pueblos laboriosos y pacíficos, el rapiñaje sobre comunidades indefensas, la piratería impune a lo largo de los mares, las hogueras del odio, en nombre de la fe, eliminando vidas preciosas, el bandidaje hidalgo y los múltiples delitos que injuriaran la dignidad humana en los diez últimos siglos, y preguntémonos cómo deberían ser los frutos de nuestra propia sementera.
No nos referimos, no obstante, a esos registros a fin de destacar el pesimismo. Al revés de eso, aspiramos a exaltar el Amor Infinito de Dios que nos permite nacer y renacer, tantas veces como se hagan necesarias a nuestro propio perfeccionamiento, ya que, en sana conciencia, deseamos construir o reconstruir nuestros propios destinos por nosotros mismos.
Conservemos la alegría de la esperanza, trabajando y sirviendo siempre.
Aceptemos las pruebas que se nos hagan necesarias al perfeccionamiento propio, sanando los débitos que nos correspondan, asumiendo nuestra experiencia y sigamos adelante.
A fin de reflexionar, muy levemente, en los innumerables temas de la reencarnación, es que te ofrecemos este libro para nuestros diálogos en el asunto, recordando no sólo Allan Kardec, en la leyenda inolvidable que nos dejó: "Nacer, vivir, morir, renacer aún y progresar siempre, tal es la ley," más igualmente Jesucristo, nuestro Divino Maestro, cuando nos aseveró, convincentemente: - "Nadie alcanzará el Reino de Dios si no naciere de nuevo".
EMMANUEL
Uberaba, 02 de Enero de 1982.
Pintura de: Vicente Romero Redondo
Tomada del blog Realismo en la pintura
Por el espíritu: Emmanuel
Psicografía: Francisco Cándido Xavier.
Texto tomado del: Libro "
NACER Y RENACER
".
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