No podemos responsabilizar a la civilización por los desvaríos del mundo, pero sí al hombre que la desfigura.
¿Acaso serían reprobables las donaciones de Dios porque la mayoría de los hombres, a veces, se haga infiel a sí misma?
Es por eso, tal vez, que el apostolado de Jesús, por encima de todo, se dirige á la conciencia individual.
"Levántate y anda".
"Tu fe te curó."
"Ve y no peques más."
Semejantes ruegos se repiten, frecuentemente, en el servicio del Evangelio, porque el Maestro no ignoraba que la solución de los problemas de la paz y de la felicidad entre las criaturas no reside en el gobierno político, por más respetable que sea, una vez que los programas de la legalidad terrestre actúan de afuera hacia dentro, cuando nuestras heridas morales se manifiestan de dentro hacia afuera.
No vale acumular decretos y estatutos primorosos, cuando no haya corrección de carácter en los tutelados de las leyes humanas.
El hombre leal a la conciencia tranquila habrá sido próspero y feliz, tanto en la Grecia educada y libre, como en el más tiránico de los regimenes feudales, con la esclavitud y la crueldad tocándoles la puerta.
Despertemos para la obligación de servir con amor, en todos los días, comprendiendo que todos somos hermanos con deberes de asistencia recíproca en las tareas del mundo que es nuestro propio hogar.
No esperemos que otros hagan el bien para que nos dispongamos a practicarlo.
Evitemos la expectativa de la cooperación ajena, cuando es inaplazable el testimonio personal e intransferible en el culto sincero a la fraternidad.
Vivamos con Jesús en nosotros mismos, aceptándole las directrices de renunciación al propio egoísmo y de consagración permanente a la buena voluntad, de unos para con los otros, en movimiento espontáneo de solidaridad y, lejos de divisar en la civilización cualquier proceso de decadencia espiritual, encontraremos en ella el bendito campo de más trabajo, en el perfeccionamiento de nosotros mismos, camino de más altas formas de la Vida Superior.
Pintura de: Sara Sniderhan
Tomada del blog Women Painting Women
Por el espíritu: Emmanuel
Psicografía: Francisco Cándido Xavier.
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