Es en la bendición del “poco” donde abres, inmediatamente, la senda ideal para el sol de la alegría. Mientras el «mucho» es constreñido a sopesar responsabilidades mayores en el campo de los compromisos que envuelven el bien general, puedes, con el fruto de tu trabajo, sembrar la divina felicidad que nace del corazón.
Dentro del “poco” que te limita la existencia, atenderás de ese modo a las necesidades que hoy, aparentemente sin expresión, cual semillas sin valor, serán en el futuro verdaderas siegas de talentos celestiales.
Es así que solucionarás modestos gastos de contenido sublime, a saber:
El vaso de leche para el niño necesitado…
La sopa eventual para los que pasan sin rumbo…
La medicina para el enfermo olvidado…
El socorro fraterno a las madres caídas en abandono…
El amparo sencillo a los huéspedes de la acera…
El plato adecuado al enfermo difícil…
El colchón que alivie al paralítico en la sombra…
El recuerdo espontánea que ampara al niño triste…
El concurso silencioso, aunque humilde, en favor del amigo hospitalizado…
El servicio discreto a las casas benéficas…
El libro renovador al compañero en desánimo…
La gentileza para con el vecino enjaulado en la prueba…
La cooperación indiscriminada a ese o a aquel sector de lucha…
No esperes, por lo tanto, que la vida te imponga una cruz de oro para ayudar y servir. Acuérdate de que los llamados ricos, por encarcelarse en los grilletes del «mucho», no siempre pueden auxiliar sin demoras, presas como son de sospechas atroces en la defensa de los patrimonios que habían sido llamados a manejar, en la extensión del progreso…
Ora por ellos, al contrario de reprocharles la vacilación y la conducta, ya que si tienes amor, saldrás de ti mismo con el «poco» bendecido que el Señor te confía y, de pronto, obedecerás al propio Señor, divulgando en Su nombre la fuerza de la paz y el beneficio de la luz.
Dictado por el espíritu Emmanuel
Extraído del libro "Religión de los Espíritus"
Pintura de: Chris Hosmer
Tomada del blog Recogedor
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