Si el homicida conociese, de antemano, el tributo de dolor que la vida le cobrará, en el reajuste de su destino, preferiría no tener brazos para soltar ningún golpe.
Si el calumniador pudiese eliminar la corteza de sombra que le enloquece la visión, observando el sufrimiento que le espera en el acierto de cuentas con la verdad, paralizaría las cuerdas vocales o inmovilizaría la pena, a fin de no confiarse a la acusación inmerecida.
Si el desertor del bien consiguiese observar las peligrosas celadas con que las tinieblas le hurtarán la alegría de vivir, se detendría feliz, bajo los grilletes santificantes de los más pesados deberes.
Sí el ingrato percibiese la hiel de amargura qué le invadirá, más tarde, el corazón, no perpetraría el delito de la indiferencia.
Si el egoísta contemplase la soledad infernal que le aguarda, nunca se apartaría de la práctica infatigable de la fraternidad y de la cooperación.
Si el glotón observase los desequilibrios para los cuales encamina el propio cuerpo, apresurando la marcha para la muerte, rendiría culto invariable a la frugalidad y a la armonía.
Si supiésemos cuán terrible es el resultado de nuestro irrespeto a las Leyes Divinas, jamás nos apartaríamos del camino recto.
Perdona, pues, a quien te hiere y calumnia…
En verdad, cuantos se rinden a las sugestiones perturbadoras del mal, no saben lo que hacen.
Dictado por el espíritu: Emmanuel
Médium Francisco Cândido Xavier
Pintura de: Angelica Privalihin
Tomada del blog TODO POR EL ARTE
No hay comentarios:
Publicar un comentario