Por Paulo Coelho
El Alquimista
El Alquimista
“El miedo a errar es la puerta que nos encierra en el castillo de la mediocridad: si conseguimos vencer este miedo, estaremos dando un gran paso hacia nuestra libertad”.
Futuro y presente
De ahora en adelante, y durante los próximos siglos, el universo va a ayudar a los guerreros de la luz, y a entorpecer a los que prejuzgan.
La energía de la Tierra necesita ser renovada, las ideas nuevas necesitan espacio, el cuerpo y el alma necesitan nuevos desafíos.
El futuro se ha convertido en presente, y todos los sueños –excepto los que giran alrededor de prejuicios– tendrán la oportunidad de manifestarse.
Lo que es importante, permanecerá; lo que es inútil, desaparecerá. Cuando la gente opina sobre cómo hay que actuar o cómo debe uno comportarse, el guerrero desoye toda crítica, al entender que su misión no le da tiempo para ponerse a explicar todo lo que hace.
El guerrero evita también manifestarse sobre el comportamiento ajeno.
Combatir la injusticia
Dice T.H. Huxley: “Las consecuencias de nuestras acciones son espantapájaros para los cobardes, y rayos de luz para los sabios. El mundo es el tablero de ajedrez. Las piezas son los gestos de nuestra vida cotidiana; las reglas son las llamadas leyes de la naturaleza”.
Aunque esté concentrado en lo que hace, el guerrero de la luz no mira la injusticia con indiferencia. Sabe que todo es una sola cosa, que cada acción individual afecta a todos los hombres. Si ve a alguien que es víctima de ataques cobardes, blande su espada para poner las cosas en orden. Pero aunque luche contra la opresión, en ningún momento pretende juzgar al opresor. Todos responderán de sus actos ante Dios. Por eso, una vez cumplida su misión, el guerrero no hace ningún comentario. Un guerrero de la luz está en el mundo para ayudar a sus hermanos, y no para condenar al prójimo.
Evitar el pesimismo
Para ayudar a renovar la energía de la Tierra, hay que tener conciencia de que el pesimismo se contagia. El derrotismo se contagia. La desesperanza se contagia. La gente que tiene suficiente sensibilidad para ver el aura (vibraciones energéticas que envuelven a los seres vivos) percibe que, antes de que el dolor físico entre en el cuerpo, parte de la energía vital es drenada por el cerebro afligido y preocupado. Todo aquello que damos al día de hoy, de alguna manera nos será devuelto, en un ciclo muy semejante al que podemos ver en la naturaleza.
Aceptar algunos errores
El filósofo alemán F. Nietzsche dijo en una ocasión: “no vale la pena vivir discutiendo sobre todo; forma parte de la condición humana errar de vez en cuando”.
Sin embargo, todos conocemos gente que se empeña en tener razón hasta en las cuestiones más nimias. Nosotros mismos, muchas veces, nos incluimos en esta categoría: no nos permitimos errar. Lo único que conseguimos con esta actitud es el miedo a seguir adelante, pues ciertos pasos exigen nuevas decisiones, cuyos resultados desconocemos.
Y sobre todo, tener coraje
Para encarar con éxito este nuevo momento de la humanidad, para permitir que las ideas nuevas tengan espacio y que la energía de la Tierra sea renovada, hay que tener coraje. Coraje para enfrentarse a los prejuicios, para ser justo, para entender que todo aquello que hacemos afecta a la historia del mundo, para dar pasos hacia lo desconocido, aun sabiendo que de vez en cuando cometeremos un error.
Dios ya hizo su parte al crearnos y ponernos en el mundo. Ahora Él nos contempla con cariño y pide que hagamos nuestra parte.
Texto retirado de: La Revista
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