24. Deseos eróticos.
Tenemos dos sistemas a la vista: el de los ascetas, que quieren echar por el suelo el cuerpo y el de los materialistas, que quieren rebajar el alma; dos violencias, que casi tan insensata es la una como la otra. Al lado de esos grandes partidos, hormiguea la numerosa tribu de los indiferentes, que sin convicción y sin pasión, aman con tibieza y gozan con economía. ¿ en dónde esta, pues, la sabiduría? ¿en dónde esta, pues, la ciencia de vivir? En ninguna parte; y este gran problema quedaría enteramente por resolver, si el Espiritismo no viniese en ayuda de los que buscan, demostrándoles las relaciones que existen entre el cuerpo y el alma, y diciendo que, puesto que son necesarios el uno a la otra, es preciso cuidarlos a los dos. Amad, pues, vuestra alma, pero cuidad también el cuerpo, instrumento del alma; desconocer las necesidades que están indicadas por la misma naturaleza, es desconocer la ley de Dios. No le castiguéis por las faltas que vuestro libre albedrío le ha hecho cometer y de las que tampoco tiene responsabilidad, como no la tiene el caballo mal dirigido por los daños que causa. ¿seréis, acaso, más perfectos, si martirizando vuestro cuerpo no sois menos egoístas, orgullosos, y poco caritativos con vuestro prójimo? No; la perfección no consiste en esto; esta enteramente en las reformas que haréis sufrir a vuestro espíritu; doblegadlo, sometedle, humilladle, mortificadle; este es medio de hacerle dócil a la voluntad de Dios, y el único que conduce a la perfección. (Georges, Espíritu protector. París, 1863).
Item, 11 del cap, XVII de “Evangelio Según el Espiritismo”.
El instinto sexual, nace en las profundidades de la vida, orientando los procesos evolutivos.
Toda criatura consciente trae consigo, debidamente estratificada, la herencia inconmensurable de las experiencias sexuales, vividas en los reinos inferiores de la naturaleza.
A través de las diversas existencias, paso a paso por siglos y siglos, en la esfera animal, la individualidad, erguida a la razón encuentra en si misma todo un mundo de impulsos genéticos, para educarse y ajustarse a las leyes superiores que gobiernan la vida.
En sus comienzos, expuesto a los lances adversos de las aventuras poligámicas, el hombre avanza, de aprendizaje en aprendizaje, hasta instalarse en la monogamia, buscando el equilibrio y la seguridad en materia de amor; pero aun allí, es obligado naturalmente a llevar el fardo de los estímulos sexuales, muchas veces descabellados, que se le adhieren al corazón solicitando educación y elevación.
Se desprende de esto, que toda criatura en la tierra trae consigo determinada carga erótica, que, en verdad, no se librará de ella únicamente con palabras, o votos brillantes si no a costa de experiencias y trabajos toda vez que los instintos y las pasiones son energías y estados inherentes al alma de cada uno, que las leyes de la creación no destruyen, y si ayudan a cada persona a transformarse y elevarse rumbo a la perfección.
Es fácil comprender, por tanto, que en el erotismo, como factor magnético sexual en la tierra ya sea tratándose de Espíritus encarnados o desencarnados en donde no participan solamente las inteligencias angélicas, muy pocas en la tierra, sino también aquellos hermanos de humanidad provisoriamente internados en las celdas de la idiotez por fuerza de expiaciones obligadas o pedidas por ellos mismos, antes de su nacimiento.
Los Espíritus elevados se atraen unos a otros por lazos de amor, en laboriosa escalada evolutiva y participan de tendencias y aspiraciones, dificultades y pruebas del género humano. Y los compañeros temporalmente bloqueados con cerebros deficientes y obtusos atraviesan periodos más o menos largos de silencio emocional, destinados a reparaciones y reajustes, casi siempre solicitados por ellos mismos – repetimos – ya que se sentencian a través de inhibiciones, en el campo de lo mental, a través de los cuales rehacen actitudes y reacondicionan impulsos afectivos en preciosas tomas de conciencia.
En vista de lo expuesto es fácil comprender que toda criatura nacida o renacida bajo el patrocinio del sexo trae consigo una determinada carga de impulsos eróticos, que la propia criatura aprende gradualmente a orientar hacia el bien para valorar la vida.
Frente al sexo no nos hallamos de ninguna manera, frente a un abismo, y sí, frente a la fuente viva de las energías en que la sabiduría del universo situó el laboratorio de las formas físicas y la fabrica de los estímulos espirituales más intensos para la ejecución de las tareas que prometimos, en colaboración mutua, buscando el perfeccionamiento y el progreso entre los hombres.
Cada hombre y cada mujer que aún no se ha elevado, o que no se encuentre en proceso de bloqueo de las posibilidades creadoras en el cuerpo o en el alma, trae, evidentemente, mayor o menor porcentaje de ansias sexuales, que se expresan por la sed de apoyo afectivo, y es claramente a través de la experiencia, con equívocos y aciertos, y volviendo a equivocarse para luego acertar con mayor seguridad, que cada uno de nosotros (los hijos de Dios en evolución en la tierra) conseguirá elevar sus propios sentimientos, para así elevarse de manera definitiva en la conquista de la felicidad celestial y del amor universal.
Pintura de: Victor Wang, tomada del blog ErotizArte
Por el espíritu de: Emmanuel
Psicografía: Francisco Cándido Xavier.
Texto retirado del: Libro VIDA Y SEXO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario