Si puedes comprender las dificultades del alma, ampara a todos aquellos que la Divina Sabiduría te situó en las áreas de acción, cuando te parezcan en desequilibrio.
En las horas difíciles de transformación espiritual del mundo, los grupos sociales se nos figuran en tumulto, a la manera del suelo cuando es agitado por temblores sísmicos.
Si te mantienes de pie, en los principios de elevación que nortean la vida, compadécete de los que se vieron envueltos en el torbellino de inesperados desafíos.
Ese creyó y no abandonó los deberes, cuya ejecución le garantizaría la verdadera libertad, prendiéndose en las corrientes invisibles de compromisos amargos.
Aquél admitió haber descubierto fácil acceso a la renovación deseable y eligió la indisciplina como base de sus propias vivencias, marginalizándose en peligrosos engaños.
Determinada hermana consideró como pesado cautiverio el camino iluminado de renuncia en favor de los demás y se bandeó hacia el infortunio mascarado de ilusión.
Aquella otra supuso que el hogar distinguido de bendiciones se la hacía una carga superior a sus propias fuerzas y se desvinculó de los encargos asumidos para descender a las sombrías regiones del arrepentimiento.
Aún así, no censures los corazones despedazados por el mar de la violencia en el viaje del mundo.
Inclínate hacia los que se debaten en las ondas de la perturbación y, tanto como sea posible, extiende manos amigas que los salves del inminente naufragio.
Todos somos viajeros en el océano de la vida.
Cada uno de nosotros permanece en el barco en que avanza en la dirección de las playas del futuro.
No te descuides del timón en la embarcación que te es propia y ayuda siempre a los que te comparten a la ruta.
Recuerda: muchos de aquellos a los cuales te vinculas por el corazón lloran desesperadamente en la superficie de las aguas revueltas y pueden ser amparados hoy por tu bondad y comprensión.
No temas incomodarte, ni pierdas tiempo, en cuanto a eso, porque si aplazamos el socorro para mañana, nos será tal vez necesario descender a las tenebrosidades del abismo, a fin de buscarlos, sufriendo mucho más.
Por el espíritu de: Emmanuel
Psicografía: Francisco Cándido Xavier.
Texto retirado del: Libro "CALMA".
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