Sufres, tal vez, mucho más por los otros que por ti mismo.
Eso ocurre, especialmente, cuando te reconoces en el Plano Físico, en la condición de la criatura ligada en los embates constantes de la luz que disipe las tinieblas o del bien que extinga el mal.
En muchas ocasiones, cultivas la inteligencia y percibes, de inmediato, las inteligencias que se perfeccionan para la exaltación del propio egoísmo.
Frecuentemente, perfeccionas el sentimiento y sorprendes a los que te reciben las mejores inversiones de amor, congelándote el trato en la indiferencia.
Frecuentemente, comprendes a los que no te comprenden y amas aquellos corazones que aún no te consiguen amar.
Aun así, aunque la soledad interior te flagele en lo recóndito del espíritu, no te lastimes y prosigue actuando y sirviendo siempre.
Convéncete de que estás pasando por un mundo en construcción, con el deber de edificar la Vida Mejor en ti mismo.
Por mucho que te apegues a determinadas criaturas, recuerda que todos nosotros, los que nos hallamos en acción, en el perfeccionamiento del Planeta, estamos en la condición de colegas los unos de los otros, no siempre dispuestos a cumplir los compromisos asumidos y siempre susceptibles de caída y error.
Impracticable cargar con nosotros a los que voluntariamente se marginalizan en la negación.
Seres queridos, muchas veces, asumen actitudes positivamente contrarias a todo aquello de mejor que esperábamos de ellos.
Tenemos a los que se anestesian en la inutilidad y en lo superfluo, olvidados de que los recursos materiales son préstamos de la Divina Providencia para la ejecución de las tareas que les corresponde realizar; los que vagan en el curso de una existencia entera, procurando la realidad de Dios, como quien enciende una vela para divisar el Sol; los que desertan de la fe recelando responsabilidades y encargos; y aquellos otros que no se armonizan con la disciplina, entregándose fácilmente a la rebeldía y a la dispersión.
No pares en la ruta a recorrer, con el propósito de disputarles apoyo y entendimiento.
El apoyo que pudiéramos ofrecer al bien de los demás es siempre beneficio a nosotros mismos y la comprensión nace de la madurez que sólo el tiempo y la experiencia consiguen acumular.
Si conoces compañeros que se te distanciaron del camino en que te dedicas a aprender permanecer, trabajar y servir en la Mies de la Luz, entrégalos a Dios y sigue hacia adelante.
Dios tiene recursos para auxiliar a todos y socorrernos a cada uno.
Por el espíritu de: Emmanuel
Psicografía: Francisco Cándido Xavier.
Texto retirado del: Libro "CALMA".
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