32- COLABORACIÓN
En su condición de movimiento renovador de las conciencias, la Nueva Revelación viene a despertar al hombre para que ocupe el lugar determinado que la Providencia le confiere, y lo esclarece por sobre todo acerca de que el egoísmo, hijo de la ignorancia y responsable de los desvaríos del alma, es una peligrosa ilusión. Nos trae la llave de los principios religiosos, viene a impulsarnos a que respetemos las leyes más simples de la vida, así como nos revela la obligación de colaborar a la que no conseguiremos huir.
La vida, pródiga de sabiduría en todas partes, nos demuestra el principio de cooperación en todos sus planos.
El gusano enriquece la tierra y la tierra sustenta al gusano.
El manantial auxilia a los árboles y los árboles conservan el manantial.
El suelo ampara a la simiente y la simiente valoriza al suelo.
Las aguas forman las nubes y las nubes alimentan las aguas.
La abeja ayuda a fecundar las flores y las flores contribuyen con las abejas para fabricar la miel.
Un simple pan es la gloriosa síntesis del trabajo de equipo de la naturaleza. Sin las lides de la sementera, sin las dádivas del Sol, sin las bendiciones de la lluvia, sin la defensa contra los adversarios de la plantación, sin el cuidado del hombre, sin el concurso del molino y sin el auxilio del horno, el pan amistoso dejaría de existir.
Un inexpresivo saco es el fruto del esfuerzo conjugado del hilo, el telar, la aguja y el sastre, para dar solución al problema del vestido.
Así como acontece en la esfera de las realizaciones materiales, la Nueva Revelación nos invita naturalmente, a reflexionar sobre la función que nos cabe desempeñar dentro del orden moral de la vida.
Cada criatura es una pieza significativa en el engranaje del progreso.
Todos poseemos particulares obligaciones en la tarea del perfeccionamiento del Espíritu.
Alma sin trabajo digno es una sombra de inercia en el concierto de la armonía general.
Cerebros y corazones, manos y pies en disponibilidad, palabras huecas y pensamientos estancados, constituyen el deplorable congelamiento del servicio de la evolución.
La vida es la fuerza divina que marcha hacia adelante.
Obstruirle el paso, alterar sus movimientos, menoscabar sus dones y olvidar su valor, es crear aflicción y sufrimiento que ahora o más tarde, se volverán contra nosotros mismos.
Estén prevenidos, por lo tanto, aquellos que creen encontrar en el mensaje del Más Allá el elixir del éxtasis perezoso e improductivo.
El mundo espiritual no abriría sus puertas para consagrar la ociosidad. Las almas que regresan de la tumba indican a cada compañero de la Tierra, la importancia de la existencia en la carne y despiertan en su conciencia, no sólo la responsabilidad de vivir, sino también la noción de que el servicio incesante al bien es la norma para alcanzar la felicidad imperecedera.
Pintura de: Susana Ragel, tomada del blog Susana Ragel artista plástica