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domingo, 30 de diciembre de 2012

Energía y renovación: Para el 2013

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

“El miedo a errar es la puerta que nos encierra en el castillo de la mediocridad: si conseguimos vencer este miedo, estaremos dando un gran paso hacia nuestra libertad”.

Futuro y presente

De ahora en adelante, y durante los próximos siglos, el universo va a ayudar a los guerreros de la luz, y a entorpecer a los que prejuzgan.
La energía de la Tierra necesita ser renovada, las ideas nuevas necesitan espacio, el cuerpo y el alma necesitan nuevos desafíos.
El futuro se ha convertido en presente, y todos los sueños –excepto los que giran alrededor de prejuicios– tendrán la oportunidad de manifestarse.
Lo que es importante, permanecerá; lo que es inútil, desaparecerá. Cuando la gente opina sobre cómo hay que actuar o cómo debe uno comportarse, el guerrero desoye toda crítica, al entender que su misión no le da tiempo para ponerse a explicar todo lo que hace.
El guerrero evita también manifestarse sobre el comportamiento ajeno.

Combatir la injusticia

Dice T.H. Huxley: “Las consecuencias de nuestras acciones son espantapájaros para los cobardes, y rayos de luz para los sabios. El mundo es el tablero de ajedrez. Las piezas son los gestos de nuestra vida cotidiana; las reglas son las llamadas leyes de la naturaleza”.
Aunque esté concentrado en lo que hace, el guerrero de la luz no mira la injusticia con indiferencia. Sabe que todo es una sola cosa, que cada acción individual afecta a todos los hombres. Si ve a alguien que es víctima de ataques cobardes, blande su espada para poner las cosas en orden. Pero aunque luche contra la opresión, en ningún momento pretende juzgar al opresor. Todos responderán de sus actos ante Dios. Por eso, una vez cumplida su misión, el guerrero no hace ningún comentario. Un guerrero de la luz está en el mundo para ayudar a sus hermanos, y no para condenar al prójimo.

Evitar el pesimismo

Para ayudar a renovar la energía de la Tierra, hay que tener conciencia de que el pesimismo se contagia. El derrotismo se contagia. La desesperanza se contagia. La gente que tiene suficiente sensibilidad para ver el aura (vibraciones energéticas que envuelven a los seres vivos) percibe que, antes de que el dolor físico entre en el cuerpo, parte de la energía vital es drenada por el cerebro afligido y preocupado. Todo aquello que damos al día de hoy, de alguna manera nos será devuelto, en un ciclo muy semejante al que podemos ver en la naturaleza.

Aceptar algunos errores

El filósofo alemán F. Nietzsche dijo en una ocasión: “no vale la pena vivir discutiendo sobre todo; forma parte de la condición humana errar de vez en cuando”.
Sin embargo, todos conocemos gente que se empeña en tener razón hasta en las cuestiones más nimias. Nosotros mismos, muchas veces, nos incluimos en esta categoría: no nos permitimos errar. Lo único que conseguimos con esta actitud es el miedo a seguir adelante, pues ciertos pasos exigen nuevas decisiones, cuyos resultados desconocemos.

Y sobre todo, tener coraje

Para encarar con éxito este nuevo momento de la humanidad, para permitir que las ideas nuevas tengan espacio y que la energía de la Tierra sea renovada, hay que tener coraje. Coraje para enfrentarse a los prejuicios, para ser justo, para entender que todo aquello que hacemos afecta a la historia del mundo, para dar pasos hacia lo desconocido, aun sabiendo que de vez en cuando cometeremos un error.
Dios ya hizo su parte al crearnos y ponernos en el mundo. Ahora Él nos contempla con cariño y pide que hagamos nuestra parte.
Texto retirado de: La Revista

domingo, 23 de diciembre de 2012

Camino de Kumano El leñador y el demonio (II parte)

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

“Para dominar el alma, antes tienes que aprender también a dominar el cuerpo. Y para dominarlo no puedes tener miedo al dolor. El hombre tiene que conocer la naturaleza en todos sus aspectos”.
La semana pasada, conté mi llegada a la región de Kumano, en Japón, donde existe un camino sagrado. A la puerta de un albergue perdido en la montaña, la señora a la que llaman Demonio Femenino, vestida con un quimono negro, salió a recibirme. Solicité algún tipo de estufa; la vieja japonesa, con mirada de desdén, dijo que yo necesitaba acostumbrarme al Shugendo.
–¿Shugendo?
Pero la mujer ya había desaparecido, dando instrucciones para que fuésemos a cenar enseguida. En menos de cinco minutos estábamos sentados alrededor de una especie de hoguera. Justo después llegaron Katsura, mi guía, y el leñador.
–Él lo sabe todo sobre el camino –dijo Katsura–. Pregúntale todo.
–Antes de hablar, vamos a beber –dijo el leñador–. El sake en la cantidad adecuada ahuyenta a los malos espíritus.
–¿Ahuyenta a los malos espíritus?
–La bebida fermentada está viva, va de la juventud a la vejez. Cuando llega a la madurez es capaz de destruir el Espíritu de la Inhibición, de la Falta de Relaciones Humanas, del Miedo, del Espíritu de la Ansiedad. Sin embargo, si se bebe más de la cuenta, la bebida se rebela y convoca al Espíritu de la Derrota y al de la Agresión. Todo es cuestión de conocer el punto que no debe sobrepasarse.
- ¿Por qué Demonio Femenino?
–Porque nadie sabe dónde nací, de dónde vengo ni qué edad tengo. Decidí ser una mujer sin historia, ya que mi pasado solo me trajo dolor; dos bombas atómicas explotando en mi país, el fin de los valores morales y espirituales, el sufrimiento con las personas desaparecidas. Un buen día decidí comenzar una nueva vida; existen ciertas tragedias que no entenderemos nunca. Entonces lo dejé todo y vine a parar a esta montaña. Ayudo a los peregrinos, cuido del albergue, vivo cada día como si fuese el último. Y me divierto al conocer todos los días a personas diferentes. Siempre conozco personas extrañas –como tú–. Nunca había visto un brasileño en mi vida. Tampoco había visto ningún negro hasta 1985.
–¿Por qué la gente venía hasta Kumano?– pregunté al leñador.
–Para pedir algo, cumplir una promesa o para cambiar su vida. Los budistas recorrían los 99 lugares sagrados que están repartidos por aquí y los sintoístas visitaban los tres templos de la Madre Tierra. En el camino se encontraban con otras personas, compartían problemas y alegrías, rezaban juntos, y terminaban entendiendo que no estaban solos en el mundo. Y practicaban Shugendo.
Recordé lo que el Demonio Femenino me había dicho, y pedí que me explicase qué era aquello.
–Es difícil de explicar. Pero digamos que es una relación total con la naturaleza: de amor y de dolor.
–¿Dolor?
–Para dominar el alma, antes tienes que aprender también a dominar el cuerpo. Y para dominarlo no puedes tener miedo al dolor.
Él me contó que, de vez en cuando, iba con un amigo a uno de los precipicios cercanos, se ataba una cuerda a la cintura y se quedaba colgando en el espacio vacío. El amigo balanceaba la cuerda, de manera que él se chocase varias veces contra las rocas; cuando sentía que estaba a punto de desmayarse, hacía una señal y era nuevamente izado.
–El hombre tiene que conocer la naturaleza en todos sus aspectos –dijo el leñador–. Su generosidad y su inclemencia; solo de esta manera es capaz de enseñarnos lo que sabe, y no apenas lo que queremos aprender.
Sentado alrededor de aquella hoguera, entendí la verdad de las palabras del leñador: debía aprender lo que necesitaba, y no apenas lo que quería. En ese momento decidí que encontraría una manera de practicar Shugendo en el camino de Kumano.
Dibujo de: 
Texto retirado de: La Revista

martes, 18 de diciembre de 2012

Ante la vida

La riqueza es lección,
La pobreza es prueba,
La lección enseña,
La prueba corrige.
La riqueza es posibilidad,
la pobreza es necesidad,
La posibilidad permite,
La necesidad dificulta.

La riqueza es martillo,
La pobreza es yunque,
El martillo educa,
El yunque ampara.

La riqueza es fuente,
La pobreza es suelo,
La fuente fecunda,
El suelo produce.

Ahora bien, si la lección no se extiende es orgullo enquistado.
Si la prueba no perfecciona es el látigo de la desesperación.
Si la posibilidad no auxilia a la victoria del bien, es camino al imperio del mal.
Si la necesidad no se aprovecha, es una puerta a la rebelión.
Si el martillo comanda en exceso, es mandarria destructora.
Si la fuente no corre es charco peligroso.
Si el suelo es perezoso, se forma un desierto inmenso.
Reconozcamos que riqueza y pobreza son siempre condiciones del progreso común y ajustadas en orden, en el trabajo constante serán por todas partes como fuerza divina levantando el alma humana, de la Tierra al Cielo, en sublime ascensión.

Dictado por el espíritu: Emmanuel

Pintura de: Park Hang-Ryul   
Tomada del blog TODO POR EL ARTE
Texto retirado de: Luz Espiritual

domingo, 16 de diciembre de 2012

Camino de Kumano: Katsura me espera (I parte)

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

“La gente ve las cosas, pero no las comprende de inmediato. Es necesario dejar en casa al hombre que sueles ser; este se queda allá, y apenas la parte buena continúa siendo alimentada por la energía de la Diosa, que es madre generosa”.
Cierta tarde de febrero de 2001, bajé del tren y me encontré a Katsura, una japonesa de veintinueve años.
–Bienvenido al camino de Kumano. Miré hacia el exterior de la estación, al sol poniente que me daba directamente en la cara. ¿Qué era el camino de Kumano? Durante el viaje, había procurado saber por qué aquel lugar remoto había sido incluido en el programa de mi visita oficial, organizada por la Japan Foundation. La intérprete me dijo que una amiga mía, la poeta Madoka Mayuzumi, insistió en que yo debería visitar ese lugar, aunque contase con apenas cinco días, y tuviese que viajar en automóvil la mayor parte del tiempo. Madoka había hecho a pie el Camino de Santiago en 1999, y pensaba que esta era una manera de darme las gracias.
Aún en el tren, mi intérprete comentó: “La gente en Kumano es muy extraña”. Le pregunté qué quería decir con eso, y ella limitó su respuesta a una palabra: “Religiosidad”. Por mi parte, no quise insistir: muchas veces conseguimos arruinar una buena peregrinación porque leemos todos los folletos, los libros, los consejos de internet, los comentarios de amigos, y ya llegamos al lugar sabiendo todo lo que necesitamos conocer, sin dejar lugar para lo más importante del viaje: lo inesperado.
–Vamos hasta la piedra– dijo Katsura. Caminamos algunos metros hasta un pequeño obelisco, con inscripciones en dos de sus caras, enclavado en medio de una esquina, y disputando el espacio con peatones, una tienda, coches, y motos que pasaban. A partir de ese punto, el camino de Kumano se dividía en dos.
–Si vas hacia la izquierda, harás la peregrinación por el camino que el emperador usaba antiguamente. Si vas por la derecha, harás el camino de las personas comunes– comentó Katsura.
–Tal vez el camino del emperador sea más bonito, pero sin duda el camino de las personas comunes estará más animado.
Ella pareció quedarse contenta con mi respuesta. Subimos al coche, y nos dirigimos hacia las montañas cubiertas de niebla.
Mientras conducía, Katsura explicaba un poco sobre el lugar: Kumano es una especie de península llena de colinas, bosques y valles, donde varias religiones convivían pacíficamente. Las predominantes eran el budismo y el sintoísmo (religión nacional de Japón, anterior a la influencia de Buda, y que consiste en la adoración de las fuerzas de la naturaleza), pero allí podía encontrarse todo tipo de fe y de manifestación espiritual.
–¿Son cuántos kilómetros de peregrinación?– quise saber. –Ella dio muestras de no entender.
–Eso depende de dónde empezaste. Aquí, las peregrinaciones comienzan cuando sales de casa, y terminan cuando regresas a ella. En este caso, como tú vives en Brasil, tú debes de saber la distancia.
Yo no la sabía, pero la respuesta tenía sentido. La peregrinación es una etapa de un viaje; recordé que después de recorrer el Camino de Santiago, en España, solo terminé de comprender lo que me había ocurrido durante los cuatro meses posteriores que pasé en Madrid, antes de regresar a casa.
–La gente ve las cosas pero no las comprende de inmediato– continuó Katsura–. Es necesario dejar en casa al hombre que sueles ser; este se queda allá, y apenas la parte buena continúa siendo alimentada por la energía de la Diosa, que es madre generosa. La parte que te hace daño termina muriendo por falta de alimento, ya que el demonio está muy ocupado con otras personas, y no tiene tiempo para encargarse de alguien cuya alma no está allí.
Dibujo de: Sérgio B. Gomes
Texto retirado de: La Revista

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Si supiésemos

Si el homicida conociese, de antemano, el tributo de dolor que la vida le cobrará, en el reajuste de su destino, preferiría no tener brazos para soltar ningún golpe.
Si el calumniador pudiese eliminar la corteza de sombra que le enloquece la visión, observando el sufrimiento que le espera en el acierto de cuentas con la verdad, paralizaría las cuerdas vocales o inmovilizaría la pena, a fin de no confiarse a la acusación inmerecida.
Si el desertor del bien consiguiese observar las peligrosas celadas con que las tinieblas le hurtarán la alegría de vivir, se detendría feliz, bajo los grilletes santificantes de los más pesados deberes.
Sí el ingrato percibiese la hiel de amargura qué le invadirá, más tarde, el corazón, no perpetraría el delito de la indiferencia.
Si el egoísta contemplase la soledad infernal que le aguarda, nunca se apartaría de la práctica infatigable de la fraternidad y de la cooperación.
Si el glotón observase los desequilibrios para los cuales encamina el propio cuerpo, apresurando la marcha para la muerte, rendiría culto invariable a la frugalidad y a la armonía.
Si supiésemos cuán terrible es el resultado de nuestro irrespeto a las Leyes Divinas, jamás nos apartaríamos del camino recto.
Perdona, pues, a quien te hiere y calumnia…
En verdad, cuantos se rinden a las sugestiones perturbadoras del mal, no saben lo que hacen.

Dictado por el espíritu: Emmanuel

Pintura de: Angelica Privalihin   
Tomada del blog TODO POR EL ARTE
Texto retirado de: Luz Espiritual

domingo, 9 de diciembre de 2012

El camino recorrido: Lecciones de un poeta

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

“Cuando el amor llama, obedeced a su llamada, aunque el camino sea duro y difícil. Cuando sus alas se abran, entregaos a él, aunque la espada allí escondida termine causando heridas”.
El profeta
En su libro El Profeta, Khalil Gibran, posiblemente el escritor libanés contemporáneo más conocido, cuenta la historia de Al-Mustafá, un hombre que, tras muchos años de ausencia, decide volver a su tierra. Los habitantes de la aldea donde pasó este tiempo le piden que les enseñe todo lo que aprendió. A continuación, algunos fragmentos (editados) de este clásico del siglo XX.
El matrimonio
Vosotros nacisteis juntos, y juntos estaréis también cuando las alas blancas de la muerte pongan fin a vuestros días, pues continuaréis unidos en la memoria silenciosa de Dios.
Pero dejad que haya espacio entre los dos. Que pueda el cielo pasar entre vuestros cuerpos.
Amad, pero no transforméis el amor en una atadura.
Que el uno llene el cuerpo del otro, pero jamás bebáis los dos del mismo vaso.
Cantad y danzad, estad alegres, pero que cada uno mantenga su independencia: las cuerdas de un laúd están solas, aunque vibren todas con la misma música.
Entregad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero lo posea, pues solo la mano de la vida puede contener corazones enteros.
Permaneced unidos, pero no demasiado juntos, pues los pilares de un templo están separados
El roble no crece a la sombra del ciprés, ni el ciprés puede crecer a la sombra del roble.
Los hijos
Vuestros hijos no son vuestros hijos, son los hijos de la vida. Vienen a través de vosotros, pero no os pertenecen.
Podéis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos, pues ellos tienen sus propios sueños.
Podéis proteger sus cuerpos, pero no sus almas, pues estas habitan la casa del mañana, que vosotros no podéis visitar ni en vuestros sueños.
Podéis intentar ser como ellos, pero no intentéis que ellos se comporten como vosotros, pues la vida no retrocede ni se deja seducir por el día de ayer.
Vosotros sois el arco del que vuestros hijos, como flechas vivas, son impulsados hacia adelante; dejad que la mano del Arquero trabaje, porque así como Él ama la flecha que vuela, también ama el arco, que permanece estable.
El amor
Cuando el amor llama, obedeced a su llamada, aunque el camino sea duro y difícil.
Cuando sus alas se abran, entregaos a él, aunque la espada allí escondida termine causando heridas.
Y cuando el amor diga algo, creed en él, aunque su voz destruya vuestros sueños como el viento del norte devasta los jardines.
Porque el amor glorifica y crucifica. Hace crecer las ramas, y las poda. Atormenta a los hombres, hasta que están flexibles y dóciles. Los quema en fuego divino, para que puedan convertirse en un pan sagrado que será consumido en el banquete de Dios.
Sin embargo, si tenéis miedo, y del amor no queréis encontrar más que la paz y el placer, más os vale apartaros de su puerta y buscar otro mundo donde podáis reir sin toda la alegría, y llorar sin derramar todas las lágrimas.
El amor no da nada y no quiere nada más allá de sí mismo. El amor no posee ni puede ser poseído, pues él solo se basta.
Y no intentéis dirigir su curso: si el amor encuentra que sois dignos, él os dirigirá hasta donde debáis llegar.
Dibujo de: Dum (Edson Junior)
Texto retirado de: La Revista

martes, 4 de diciembre de 2012

Beneficencia

Todo pan que repartes es un valor que acumulas.
Abrigo que des hace apoyo para ti mismo.
El Coraje que transmitas es una luz que te sigue.
La ofensa que perdonas es paz que te acompaña.
No esperes de los otros cualquier compensación.
De todo el bien que hagas la respuesta es de Dios.


Dictado por el espíritu: Emmanuel
Extraído del libro "
Recados del más allá"

Pintura de: Olga Sinclair  
Tomada del blog TODO POR EL ARTE
Texto retirado de: Luz Espiritual

domingo, 2 de diciembre de 2012

Gobernantes y gobernados: Ambos vulnerables

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

“Bien, ¿he respondido a su pregunta? El infierno es perder el control a pesar del poder. El paraíso es mantener el control a pesar del miedo”.

¿Dónde pasar la noche?

El famoso místico Ibrahim Adham entró cierta vez en el palacio del gobernante local. Como era muy conocido en la región, ningún guardia osó detenerlo, y consiguió llegar a la presencia del soberano.
-Me gustaría pasar la noche aquí, dijo.
-Pero esto no es un hotel, respondió el rey.
-¿Puedo preguntar quién era el dueño de este palacio antes que vos?
-Mi padre. Está muerto.
-¿Y quién era el dueño, antes de vuestro padre?
-Mi abuelo. También está muerto.
-Entonces este es un lugar donde las personas se quedan un poco y después se van. ¿No es lo mismo que un hotel?
Respetando el valor y la sabiduría de Ibrahim Adham, el rey permitió que se quedara hospedado allí el tiempo que quisiera.
El coraje del monje
Un rey llamado Nobushinge se acercó al maestro Zen Hakuin y preguntó:
-¿Es que existen el infierno y el paraíso?
El maestro permaneció callado. El rey insistió algunas veces, hasta que Hakuin dijo:
-¿Quién es usted para venir a perturbar así mi tranquilidad?
El rostro de Nobushinge enrojeció de rabia:
-¡Soy un rey, el señor de todas estas tierras!
-¡Qué rey más idiota! ¡Viajar desde tan lejos para hacer una pregunta estúpida!
Noboshige comenzó a desenvainar su espada.
-¡Ah! ¡Entonces usted está armado!, rio el maestro zen. ¡Pues apuesto a que esta espada está ciega y herrumbrada!
-¡Ya verás! –bramó el rey–. ¡Mi furia es como el infierno en la tierra!
El maestro zen se abrió el quimono y mostró el pecho.
-¡Vamos! ¡Acabe con mi vida! ¡En cuanto esta espada toque mi corazón, estaré en el paraíso!
Hubo un momento de silencio. El maestro miró fijamente a Nobushinge:
-Bien, ¿he respondido a su pregunta? El infierno es perder el control a pesar del poder. El paraíso es mantener el control a pesar del miedo.

El viajero silencioso

El gobernador y su comitiva estaban en un tren cuando notaron, en el mismo vagón, a un señor mal vestido, con los ojos cerrados. Alguien quiso alejarlo de allí, pero el gobernador lo impidió: aquella criatura serviría para distraerlos durante el viaje.
Provocaron al hombre durante todo el trayecto, con bromas y humillaciones. Cuando llegaron a la estación, sin embargo, vieron que mucha gente había acudido a recibir al extraño; se trataba de uno de los más conocidos rabinos de América, cuyos seguidores habían ayudado a elegir al gobernador.
Inmediatamente este se dio cuenta del error cometido. Arrimándose a un rincón pidió:
-Perdona nuestras bromas y bendícenos, rabino.
-Puedo bendecirte, pero no puedo perdonarte. En aquel tren yo estaba, sin querer, representando a todos los hombres humildes de este mundo. Para recibir el perdón, recorre la tierra entera y arrodíllate delante de cada uno de ellos.
Dibujo de: Costa de Souza
Texto retirado de: La Revista

miércoles, 28 de noviembre de 2012

El camino de la paz

De los grandes flagelos del mundo antiguo, se resaltaban diez que rebajaban la vida humana: 

La barbarie, que perpetuaba los desórdenes del instinto. 
El hambre, que atormentaba el grupo tribal.
La peste, que diezmaba poblaciones.
El primitivismo, que hermanaba el ingenio del hombre y la habilidad del castor.
La ignorancia, que alentaba a las tinieblas del espíritu.
El aislamiento, que favorecía las ilusiones del feudalismo.
La ociosidad, que valoraba el trabajo a cuenta de humillación y penitencia. 
El cautiverio, que vendía hombres libres en los mercados de la esclavitud. 
La inmundicia, que relegaba la residencia terrestre al nivel de los brutos. 
La guerra, que suprime la paz y justifica la crueldad y el crimen entre las criaturas. 

Vino la política e, instituyendo varios sistemas de gobierno, anuló la barbarie.
Apareció el comercio y, multiplicando las vías de transporte, disipó el hambre.
Surgió la ciencia, y exterminó la peste.
Eclosionó la industria, y deshizo el primitivismo.
Brilló la imprenta, y se proscribió la ignorancia.

Se crearon el telégrafo sin hilo y la navegación aérea, y se acabó el aislamiento. 
Progresaron los principios morales, y el trabajo resplandeció como estrella en la dignidad humana, desacreditando la ociosidad. 
Creció la educación espiritual, y se abolió el cautiverio. 
Se incrementó la higiene, y se eliminó la inmundicia. 

Mas ni la política, ni el comercio, ni la ciencia, ni la industria, ni la imprenta, ni la aproximación entre los pueblos, ni la exaltación del trabajo, ni la evolución del derecho individual y ni la higiene consiguen resolver el problema de la paz, ya que la guerra —monstruo de mil caras que empieza en el egoísmo de cada uno, que se corporifica en la discordia del hogar y se prolonga en la intolerancia de la fe, en la vanidad de la inteligencia y en el orgullo de las razas, alimentándose de sangre y lágrimas, violencia y desesperación, odio y rapiña, tan cruel entre las naciones superdesarrolladas del siglo 20, como ya lo era en la corte oscurantista de Ramsés 2º— solamente desaparecerá cuando el Evangelio de Jesús ilumine el corazón humano, haciendo que los habitantes de la Tierra se amen como hermanos. 

Es por eso que la Doctrina Espírita nos lo revela, actualmente, bajo la luz de la Verdad, fiel al mismo Cristo que nos advirtió, convincente:

- «Conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres.»

Dictado por el espíritu: Emmanuel
Extraído del libro "
Religión  de los Espíritus"

Pintura de: Nilgun Akyol
Tomada del blog TODO POR EL ARTE
Texto retirado de: Luz Espiritual

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