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domingo, 31 de octubre de 2010

Preguntas que olvidamos


Por Paulo Coelho
El Alquimista
De niños a adultos

“Ojalá algunos profesores o padres se sientan estimulados a hacer lo mismo. De esta manera, en lugar de intentar imponer nuestra comprensión adulta del universo, acabaríamos recordando algunas preguntas de nuestra infancia”.


Los militares en el bosque

Subiendo por una senda en los Pirineos en busca de un lugar donde practicar el tiro con arco, me topé con un pequeño campamento del ejército francés. Los soldados me miraron y yo, fingiendo que no había visto nada (todos tenemos en mayor o menor medida este temor a que nos consideren espías), seguí adelante.


Encontré el lugar ideal, hice los ejercicios preparatorios de respiración, y he aquí que vi aproximarse un vehículo blindado.


Inmediatamente me puse a la defensiva y preparé todas las posibles respuestas para las preguntas que me iban a hacer: tengo permiso para el tiro con arco, el lugar es seguro, corresponde a los guardas forestales y no al ejército decidir lo contrario, etcétera. Pero en ese momento saltó del vehículo un coronel, me preguntó si yo era el escritor, y me relató algunos hechos interesantísimos sobre la región.


Y así hasta que, venciendo su timidez casi visible, me dijo que él también había escrito un libro y me contó la curiosa génesis de su obra.

Su mujer y él daban donaciones para una niña con lepra que procedía de la India y que ahora estaba en Francia. Un buen día, curiosos por conocer a la niña, se dirigieron al convento donde las monjas se encargaban de cuidar de la pequeña. Pasaron una tarde muy bonita, y hacia el final una monja le pidió al militar que ayudase en la educación espiritual del grupo de niños que allí vivía. Jean Paul Sétau (que así se llamaba el coronel) dijo que no tenía ninguna experiencia en clases de catecismo, pero que lo meditaría y le preguntaría a Dios qué hacer. 


Aquella noche, después de sus oraciones, oyó la respuesta: “en lugar de dar respuestas, procura saber qué quieren preguntar las criaturas”.

A partir de ese momento, Sétau tuvo la idea de visitar varias escuelas y pedir que los alumnos escribiesen todo aquello que les gustaría saber respecto a la vida. Pidió que las preguntas fuesen hechas por escrito, evitando de esta manera que los más tímidos tuviesen miedo de manifestarse. El resultado de su trabajo fue reunido en un libro: El Niño Que Quiere Saberlo Todo (editora Altess, París).


Algunas de las preguntas 

¿Dónde vamos después de la muerte?

¿Por qué tenemos miedo de los extranjeros?

¿Existen los marcianos y los extraterrestres?

¿Por que hasta a la gente que cree en Dios le ocurren desgracias?

¿Qué significa Dios?

¿Para qué nacemos, si al final nos morimos?

¿Cuántas estrellas hay en el cielo?

¿Quién inventó la guerra y la felicidad? 

¿El Señor también escucha a aquellos que no creen en el mismo Dios (católico)?

¿Por qué existen los pobres y los malos?

¿Para qué creó Dios los mosquitos y las moscas?

¿Por qué no está cerca el ángel de la guarda cuando estamos tristes?

¿Por qué amamos a ciertas personas y odiamos a otras?

¿Quién puso nombre a los colores? 

Si Dios está en el cielo, y mi madre también está allá porque murió, ¿cómo es que Él está vivo? 


Nunca olvidar

Ojalá algunos profesores o padres, al leer esta columna, se sientan estimulados a hacer lo mismo. De esta manera, en lugar de intentar imponer nuestra comprensión adulta del universo, acabaríamos recordando algunas preguntas de nuestra infancia, que ciertamente jamás fueron respondidas.

Texto retirado de: La Revista

viernes, 29 de octubre de 2010

EVANGELIO Y DINAMISMO

20- EVANGELIO Y DINAMISMO
Desde los orígenes de la organización religiosa en el mundo, ha habido quien estime la vida absolutamente contemplativa como introducción imprescindible a las alegrías celestiales.

Obstinado en semejante actitud, el creyente busca lugares yermos, como si la soledad fuese sinónimo de santidad.

¿Podrá, no obstante, el diamante fulgurar en el escaparate de la belleza si huye del lapidador que es el que le otorga valor?
Con Cristo no vemos la idea de reposo infructífero como preparación para el Cielo.
No elude el Maestro el contacto con la lucha común.

La Buena Nueva en su corazón, en su verbo y en sus brazos es esencialmente dinámica.
No se contenta con que lo busquen para mitigar el sufrimiento y socorrer a la aflicción.
Va Él mismo al encuentro de las necesidades ajenas, sin alardear petulancia.
Instruye al alma del pueblo en pleno campo, dando a entender que cualquier lugar es sagrado para la Divina Manifestación.

No adopta actitudes especiales para impresionar a los dolientes a los que recibe.
En la plaza pública limpia a los leprosos y devuelve la visión a los ciegos.
En las márgenes del lago, entre pescadores, cura a paralíticos.
En medio de la multitud adoctrina entidades de la sombra, para devolver el equilibrio a obsesos y poseídos.

Mateo, en el capítulo 9, versículo 35 informa que Jesús "recorría todas las ciudades y aldeas enseñando en los templos que encontraba, pregonando el Evangelio del Reino y curando todas las enfermedades que asediaban al pueblo".

En ninguna ocasión lo encontramos inactivo.
Cuando se dirige al monte o al desierto para orar, lo que pretende no es la fuga, sino la renovación de energías para poder consagrarse, más intensamente, a la actividad.

Con seguridad, para exaltar los méritos del Reino de Dios no se manifiesta como un vulgar pregonero ambulante, sino que ratifica invariablemente su disposición para servir.
Cortés, presta asistencia a la suegra de Pedro y visita, afectuosamente, la casa de Levi el publicano, quien le ofrece un banquete.

No impone condiciones para desempeñarse en la misión de bondad que lo retiene junto a las criaturas.
No usa vestiduras especiales para llegar a un acuerdo con María de Magdala, ni se enclaustra en prejuicios de religión o de raza para dejar de atender a los infelices dolientes.

Sea donde fuere, sin subestimar los valores del Cielo, ayuda, esclarece, ampara y salva.
Con el Evangelio se establece entre los hombres el culto de la verdadera fraternidad.
El Poder Divino no permanece encerrado en la simbología de los templos de piedra.
Se libera.
Vuelve hacia la esfera pública.
Camina al encuentro de la necesidad y la ignorancia, del dolor y la miseria.
Abraza a los desventurados y levanta a los caídos.
Nunca más la tiranía de Baal ni el favoritismo de Júpiter, sino Dios, el Padre, que a través de Jesucristo inicia en la Tierra el servicio de la fe renovadora y dinámica, que es éxtasis y confianza al mismo tiempo que comprensión y caridad, para orientar la ascensión del espíritu humano hacia la Luz Universal.

Pintura de: Wlodzimierz Kuklinski, tomada de la website Artbreak

Por el espíritu: Emmanuel


Texto retirado del: Libro "DERROTERO".

miércoles, 27 de octubre de 2010

EVANGELIO Y SIMPATÍA


19- EVANGELIO Y SIMPATÍA
Del apostolado de Jesús se destaca la simpatía, como fundamento de la felicidad humana.
La violencia no figura en su técnica de conquista.

Todavía hoy vemos una larga fila de lidiadores del sacerdocio que usan, en su nombre, la prepotencia y la crueldad, aunque el Maestro invariablemente, pautó sus enseñanzas en las más amplias normas de respeto a sus contemporáneos.

Jamás dejó de tener la comprensión apropiada para con las personas y las situaciones.

Divino Sembrador, sabía que no es suficiente con plantar los buenos principios pero sí ofrecer, ante todo, condiciones favorables a la semilla, necesarias para la germinación y el crecimiento.

Seguro, tratándose del interés general, Jesús no retacea la energía puesta al servicio del bien.
Desaprueba el comercio desenfrenado que humilla al Templo, tanto como desbarata los engaños de su época.

Sin embargo, ante las criaturas dominadas por el mal se llena de profunda compasión y tolerancia constructiva.

A los enfermos no les pregunta en cuanto a la causa de las aflicciones que los azotan, para irritarlos con reconvenciones.
Los auxilia y los cura.
Las observaciones que dirige a los pecadores y descarriados son recomendaciones dulces y sutiles.

Al doliente que cura en la fuente de Betesda, explica, llanamente:
-Ve y no reincidas en la equivocación para que no te acontezca algo peor.
A la pobre mujer, apedreada en la plaza pública advierte, bondadoso:
- Ve y no peques más.

No prescribe el infierno para las víctimas de la sombra. Las ayuda a levantarse, compasivo, y enciende para ellas una nueva luz.

Comprende los problemas y las luchas de cada uno.
Atrae a los niños hacia sí, movido a compasión, e infunde nueva confianza en los corazones maternos.
Sabe que Pedro es frágil, pero no se desespera y confía en él.
Contempla el pavoroso drama del espíritu de Judas, no obstante no lo rechaza.
Reconoce que la mayoría de los beneficiarios no se revelan a la altura de las concesiones que solicitan, a pesar de todo no les niega asistencia. Preso, recompone la oreja de Malco, el soldado.

Ante Pilatos y Antipas no pide providencias susceptibles de sembrar la discordia, ni siquiera a título de preservar la justicia.

Lejos de impacientarse con la presencia de los malhechores que también fueron crucificados, se inclina amistosamente a ellos y busca entenderlos e infundirles valor.

A la turba que lo envuelve con insultos y cuchilladas, le envía pensamientos de paz y votos de perdón.
E incluso más allá de la muerte, no huye de los compañeros que habían huido de El. Se materializa ante ellos y los induce al servicio de la regeneración humana, con el incentivo de su presencia y su amor hasta el fin de la lucha.

En todos los pasajes del Evangelio, respecto al corazón humano, reconocemos en el Señor al campeón de la simpatía, que enseña a curar el mal y a construir el bien. Y a partir del Pesebre, bajo su divina inspiración, se abre a los hombres un nuevo camino redentor, rumbo a la paz y la felicidad, sustentado en la ayuda mutua y en el espíritu de servicio, en la bondad y la confraternización.

Pintura de: Eddy Stevens, tomada del blog Recogedor 

Por el espíritu: Emmanuel
Texto retirado del: Libro "DERROTERO".

domingo, 24 de octubre de 2010

Regalos inesperados


Por Paulo Coelho

El Alquimista 

Libros subrayados 

“Guarda en la memoria para el resto de la vida las cosas buenas que surgieron en medio de las dificultades. Serán una prueba de tu capacidad para vencer las pruebas”.


No siempre elijo los libros que debo leer. Son ellos los que me eligen a mí, llamándome desde el estante de una librería, de manera que muchas veces los compro sin saber el motivo. Pero cada uno de ellos siempre me regala algo importante. Recientemente abrí al azar algunos volúmenes de mi pequeña biblioteca, y me topé con algunos trechos subrayados, que copio a continuación: 


Epicteto y el control 

«Entre todas las cosas que suceden, algunas están bajo nuestro control, y otras no lo están. A nuestro alcance están el pensamiento, los impulsos, el querer o no querer algo – en definitiva, todo aquello que tiene como resultado nuestras propias acciones. 


Pero hay cosas que surgen sin que podamos interferir, nos sorprenden y, en este caso, es necesario saber observar con sabiduría lo que está ocurriendo. Lo que perturba el espíritu del hombre no son los hechos, sino el juicio que hacemos de los mismos. 


No pidas que todo en la vida siga la dirección de tus deseos. Reza para que las cosas ocurran cuando tienen que ocurrir –y verás que todo es mucho mejor de lo que esperabas». 


Manuel Bandeira y el río 

Ser como el río que fluye 

Silencioso, surcando la noche. 

No temer las sombras de la noche.

Si hay estrellas en el cielo, reflejarlas.

Y si los cielos se llenan de nubes,

Como el río y las nubes son agua,

Reflejarlas también sin pena

En las profundidades tranquilas.


Chico Xavier y un texto 

«Cuando consigas superar algún problema grave en una relación, no te detengas en el recuerdo de los momentos difíciles, sino en la alegría de haber superado también esta prueba en tu vida. Cuando sobrevivas a un accidente grave, no te quedes pensando en el trauma que provocó, sino en el milagro que te ayudó a salir ileso. Cuando salgas de un largo tratamiento médico, no pienses en el sufrimiento que tuviste que enfrentar, sino en la bendición de Dios que permitió la cura. 


»Guarda en la memoria para el resto de la vida las cosas buenas que surgieron en medio de las dificultades. Serán una prueba de tu capacidad para vencer las pruebas, y te darán confianza en la presencia Divina, que nos auxilia en cualquier situación, en cualquier tiempo, frente a cualquier obstáculo». 


Khalil Gibran y el arte de dar 

«Vosotros decís: “yo doy, pero a quien lo merece”.

»Los árboles no hablan así, ni los rebaños. Ellos dan para poder continuar viviendo; retener es morir. El que es digno de recibir de Dios los días y las noches, es digno de recibir también de vosotros todo lo que necesita. El que mereció beber del océano de la vida, también merece llenar su copa en el pequeño arroyo de cada uno.


»¿Por qué exigir que un hombre exponga su intimidad, y desnude su orgullo, para que otros puedan decidir si merece ayuda? Intentad, eso sí, dilucidar si vosotros sois merecedores de dar.


»Y vosotros, que recibís, no asumáis ninguna deuda de gratitud, para que no se establezca un vínculo de dominio con vuestros benefactores.

»Pues, si os preocupáis demasiado con estas deudas, acabaréis dudando de la generosidad de la tierra y del Padre –que fue de donde estas dádivas realmente vinieron».


Texto retirado de: La Revista
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