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miércoles, 28 de noviembre de 2012

El camino de la paz

De los grandes flagelos del mundo antiguo, se resaltaban diez que rebajaban la vida humana: 

La barbarie, que perpetuaba los desórdenes del instinto. 
El hambre, que atormentaba el grupo tribal.
La peste, que diezmaba poblaciones.
El primitivismo, que hermanaba el ingenio del hombre y la habilidad del castor.
La ignorancia, que alentaba a las tinieblas del espíritu.
El aislamiento, que favorecía las ilusiones del feudalismo.
La ociosidad, que valoraba el trabajo a cuenta de humillación y penitencia. 
El cautiverio, que vendía hombres libres en los mercados de la esclavitud. 
La inmundicia, que relegaba la residencia terrestre al nivel de los brutos. 
La guerra, que suprime la paz y justifica la crueldad y el crimen entre las criaturas. 

Vino la política e, instituyendo varios sistemas de gobierno, anuló la barbarie.
Apareció el comercio y, multiplicando las vías de transporte, disipó el hambre.
Surgió la ciencia, y exterminó la peste.
Eclosionó la industria, y deshizo el primitivismo.
Brilló la imprenta, y se proscribió la ignorancia.

Se crearon el telégrafo sin hilo y la navegación aérea, y se acabó el aislamiento. 
Progresaron los principios morales, y el trabajo resplandeció como estrella en la dignidad humana, desacreditando la ociosidad. 
Creció la educación espiritual, y se abolió el cautiverio. 
Se incrementó la higiene, y se eliminó la inmundicia. 

Mas ni la política, ni el comercio, ni la ciencia, ni la industria, ni la imprenta, ni la aproximación entre los pueblos, ni la exaltación del trabajo, ni la evolución del derecho individual y ni la higiene consiguen resolver el problema de la paz, ya que la guerra —monstruo de mil caras que empieza en el egoísmo de cada uno, que se corporifica en la discordia del hogar y se prolonga en la intolerancia de la fe, en la vanidad de la inteligencia y en el orgullo de las razas, alimentándose de sangre y lágrimas, violencia y desesperación, odio y rapiña, tan cruel entre las naciones superdesarrolladas del siglo 20, como ya lo era en la corte oscurantista de Ramsés 2º— solamente desaparecerá cuando el Evangelio de Jesús ilumine el corazón humano, haciendo que los habitantes de la Tierra se amen como hermanos. 

Es por eso que la Doctrina Espírita nos lo revela, actualmente, bajo la luz de la Verdad, fiel al mismo Cristo que nos advirtió, convincente:

- «Conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres.»

Dictado por el espíritu: Emmanuel
Extraído del libro "
Religión  de los Espíritus"

Pintura de: Nilgun Akyol
Tomada del blog TODO POR EL ARTE
Texto retirado de: Luz Espiritual

domingo, 25 de noviembre de 2012

Jorge Amado: ‘Al mayor de todos’

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

“En ningún momento Jorge se deja llevar por la vía fácil de la crítica destructiva, y se convierte en mi defensor en un momento difícil para mí, pues la mayor parte de los comentarios sobre mi trabajo eran críticas muy duras”.

Cruzando la avenida
Copacabana

Yo había editado, con mis propios recursos, un libro titulado Los Archivos del Infierno. Todos sabemos lo difícil que es publicar un trabajo, pero existe algo aún más complicado: lograr que sea exhibido en las librerías. Todas las semanas mi mujer iba a visitar a los libreros de un lado de la ciudad, mientras yo me dirigía a otra zona para hacer lo mismo.
Iba ella de esta manera, con ejemplares de mi libro bajo el brazo, cruzando la avenida Copacabana, cuando se dio cuenta de que en la acera de enfrente estaban nada menos que ¡Jorge Amado y Zélia Gattai! Siguiendo un impulso, los abordó y les dijo que su marido era escritor. Jorge y Zélia (que probablemente debían escuchar eso todos los días) la trataron con mucho cariño, la invitaron a un café, le pidieron un ejemplar, y se despidieron deseando que me fuera muy bien en mi carrera literaria.
–¡Te has vuelto loca!– le dije, cuando regresó a casa –¿No te das cuenta de que Amado es el escritor brasileño más importante de nuestro tiempo?
–Pues justo por eso– respondió ella–. Quien llega adonde él ha llegado, tiene que tener un corazón puro.

El recorte en el sobre

Las palabras de Christina no podían ser más acertadas: un corazón puro. Y Jorge, el escritor brasileño más conocido internacionalmente, era (y es) la gran referencia de lo que ocurría en nuestra literatura.
Cierto día, sin embargo, El Alquimista, escrito por otro brasileño, entra en la lista de los libros más vendidos en Francia, y en pocas semanas alcanza el número uno.
Días después, recibo por correo un recorte de la lista, junto con una carta afectuosa suya, felicitándome por este logro. Jamás tendría cabida, en el corazón puro de Jorge Amado, un sentimiento como los celos.
Algunos periodistas –brasileños y extranjeros– empiezan a provocarlo, haciéndole preguntas malintencionadas. En ningún momento Jorge se deja llevar por la vía fácil de la crítica destructiva, y se convierte en mi defensor en un momento difícil para mí, pues la mayor parte de los comentarios sobre mi trabajo eran críticas muy duras.

La desesperación de Anne

Recibo finalmente mi primer premio literario en el extranjero –más concretamente, en Francia–. Sucede que, en el día de la entrega, voy a estar en Los Ángeles debido a compromisos asumidos anteriormente. Anne Carriére, mi editora, se desespera. Habla con los editores norteamericanos, que se niegan a renunciar a las conferencias ya programadas.
La fecha del premio se aproxima, y el premiado no podrá asistir... ¿Qué se puede hacer? Anne, sin consultarme, llama a Jorge Amado y explica la situación. Inmediatamente, Jorge se ofrece para representarme en la entrega del premio.
Y no se limita a eso: telefonea al embajador brasileño y lo invita, escribe un discurso muy bonito, y deja a todos los presentes emocionados.
Lo más curioso de todo es que yo solo conocería personalmente a Jorge Amado casi un año después de la entrega de este premio. Pero su alma, eso sí, yo ya había aprendido a admirarla igual que admiro sus libros: un escritor famoso que jamás despreciaba a los principiantes, un brasileño que se alegraba con el éxito de sus paisanos, un ser humano siempre dispuesto a ayudar cuando le pedían algo.
Gracias, Jorge. Que el mundo conozca cada vez mejor tu trabajo, porque fue escrito con el talento de un genio –por un hombre de bien.
Dibujo deTina Berning
Texto retirado de: La Revista


jueves, 22 de noviembre de 2012

Mañana

Muchas veces a la semana repetimos la palabra “mañana”.
Acostumbramos decir «mañana» al vecino que nos pide cooperación y consuelo. Habitualmente relegamos para mañana toda tarea espinosa. 

Siempre que surge la dificultad pidiendo mayor esfuerzo, recurrimos a mañana. Sin duda, el “mañana” constituye luminosa esperanza con la renovación del Sol en el camino, pero también representa el servicio que dejamos de realizar. Es de ley que la cuenta duerma con el deudor, despertando con él al día siguiente.

En el instituto de la reencarnación, de ese modo, transportamos con nosotros, sea donde fuere, las oportunidades del presente y los débitos del pasado. 
Es así que los ricos de hoy, enquistados en la avaricia y en el egoísmo, volverán mañana en el martirio oscuro de los pobres, para que conozcan de cerca las garras del infortunio y las duras lecciones de la necesidad; y los pobres, envenenados de envidia y odio, retornarán en el bienestar de los ricos, a fin de que sepan cuánto cuestan la tentación y la responsabilidad de poseer; titulados distintos del mundo, como son los magistrados y los médicos, cuando menosprecian las concesiones con que el Señor les galardona el campo de la inteligencia, haciendo de ellas instrumento de escarnio a las luchas del prójimo, resurgirán en el banco de los reos y en el lecho de los hospitales, para que experimenten los problemas y las angustias del pueblo; hijos indiferentes e ingratos volverán como siervos apagados y humildes en el hogar que mancillan, y padres insensatos e inhumanos regresarán al tronco doméstico, recogiendo en los descendientes los frutos amargos de la criminalidad y del vicio que cultivaron con sus propias manos; mujeres ennoblecidas que huyen al ministerio familiar, provocando el aborto delictuoso por el hambre de placer, reaparecerán enfermas y estériles, tanto como hombres válidos y robustos que envilecen la vida en el abuso de las fuerzas respetables de la naturaleza, resurgirán en el teatro del mundo cargando en su propio cuerpo el desequilibrio y la molestia que adquirieron, desatentos. 

No te olvides, por lo tanto, de que el bien es el crédito infalible en el libro de la eternidad, y recuerda que el «después» será siempre la resultante del «ahora». 

Todos los días es tiempo de renovar el destino. 

Todo instante es posibilidad de empezar lo mejor. 

No dejes, así, para mañana el bien que puedas hacer. 

Hazlo hoy.


Dictado por el espíritu: Emmanuel
Extraído del libro "
Religión  de los Espíritus"

Pintura de: Yuqi Wang
Tomada del blog TODO POR EL ARTE
Texto retirado de: Luz Espiritual

domingo, 18 de noviembre de 2012

Relaciones con Dios: Tarea complicada

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

(Dijo Dios) “Si no me ofendes, no tendré motivos para perdonarte. Si no tengo qué perdonarte, pronto olvidarás también la importancia de la misericordia para con los demás. Por eso, continúa tu camino con amor, y déjame practicar el perdón...”.

El centésimo nombre
(tradición sufí)

Un estudiante pidió a un maestro sufí que le revelase el quinto nombre de Dios.
-Quien conoce ese nombre es capaz de cambiar el curso de la historia –comentó.
El maestro le dijo que pasara un día entero a las puertas de la ciudad. El muchacho obedeció y volvió al día siguiente.
-¿Qué es lo que viste? –preguntó el maestro.
-Un viejo intentó entrar en la ciudad con un carnero para vender. El guarda le quiso cobrar un impuesto, pero el hombre no tenía dinero. Entonces el guarda le robó el carnero y, a él, lo echó. Yo pensaba: si supiese el nombre oculto de Dios  podría cambiar esta situación.
-Podrías haber impedido esa injusticia, pero preferiste soñar con una revelación. ¡Qué tontería! Pues bien, voy a revelarte el quinto nombre de Dios: actúa a favor del prójimo. Solo así podemos cambiar el curso de la historia.

No lo quiero ofender
(tradición islámica)

Durante su peregrinación a La Meca, un hombre santo comenzó a sentir la presencia de Dios. En medio de un trance, se arrodilló, escondió el rostro y rezó:
-Señor, quiero pedir solo una cosa en mi vida: que me concedas la gracia de no ofenderte jamás.
-No puedo concederte esa gracia –respondió el Todopoderoso-. Si no me ofendes, no tendré motivos para perdonarte. Si no tengo qué perdonarte, pronto olvidarás también la importancia de la misericordia para con los demás. Por eso, continúa tu camino con amor, y déjame practicar el perdón de vez en cuando, para que tú tampoco olvides esta virtud.

Alumnos y profesores
(tradición sufí)

Nasrudin, el eterno personaje de las leyendas sufí, estaba a la puerta de su casa, cuando vio pasar a un profesor con sus alumnos.
-¿Adónde vas? –le preguntó.
-A rezar para que Dios acabe con la corrupción, ya que él siempre escucha las plegarias de los niños –respondió el profesor.
-Una buena educación ya habría acabado con eso. Enseña a los niños a ser más responsables que sus padres y tíos.
El profesor se ofendió:
-¡He aquí un ejemplo de falta de fe! ¡Los rezos de los niños pueden cambiarlo todo!
-Dios escucha a todo el que reza. Si solo escuchase las plegarias de los niños, entonces no habría ni una sola escuela en el país; no hay nada que odien tanto como a un profesor.

Conocí a un violinista
(tradición jasídica)

Un discípulo se acercó al rabino Moshé Haim:
-Hoy conocí a un hombre que se rio y despreció mis esfuerzos en la búsqueda espiritual.
-Hoy conocí a un violinista –respondió el rabino-. Tocaba tan inspirado por Dios, que todos los que se acercaban a él terminaban por cantar y bailar. Yo hice lo mismo, y estaba alabando la Creación con mi alegría, cuando vi que se acercaba un sordo. Se puso a mirar al violinista y al público que bailaba. Al final, comentó en voz alta: “¡qué indecente y grotesca es la agitación de este bando de locos!”.
Y concluyó Moshé Haim:
-Quien no sabe escuchar la música de Dios, solo tiene como salida considerarla inútil.

Texto retirado de: La Revista

jueves, 15 de noviembre de 2012

Corregir

Toda corrección, antes que se exprese en palabras, ha de vaciarse en amor para que la vida se eleve. Veamos sino, en sencillos incidentes de la Naturaleza. 

No maldecirás la gleba que el desierto alcanzó, mas le ofrecerás la gracia de la fuente para que retorne a los talentos de la producción. 

No condenarás el pantano en que el fango se acumuló, provocando la inutilidad, pero drenarás su lecho de lodo a fin de que se restaure en surco fecundo.

No reprobarás simplemente la ropa que los detritos desfiguraron, mas la sumergirás en el agua pura, recomponiendo su forma para la bendición del uso. 
No martillearás indiscriminadamente la máquina cuyo engranaje se niega a la función debida, y sí examinarás con atención sus implementos defectuosos, a fin de recuperarla para el justo ejercicio. 

No derrumbarás la plantación naciente que la plaga invadió, mas movilizarás cariño y cuidado para liberarla del elemento destructor, propiciándole re-curso necesario al regeneramiento. 

No aniquilarás cierta provincia corpórea porque se muestre enfermiza, mas le suministrarás remedio adecuado, normalizando sus movimientos. 

Reprensión sin paciencia y esperanza, incluso cuando se fundamente en razones respetables, es semejante al puñal de oro fulgurando rara belleza, mas trayendo consigo la visita de la muerte. 

Corregir es enseñar y enseñar será repetir la lección, con bondad y entendimiento, tantas veces como se hicieren necesarias. 

Úngete, pues, de compasión, si deseas rectificar y servir. 

Acuérdate de que el propio Cristo, aunque portador de sublimes revelaciones en la cima del monte, antes de suministrar la Verdad a la mente de los oyentes sedientos de luz, al percibirles hambre en el cuerpo, les dio, compasivo, un pedazo de pan.


Dictado por el espíritu: Emmanuel
Extraído del libro "
Religión  de los Espíritus"

Pintura de: Shaun Ferguson
Tomada del blog TODO POR EL ARTE
Texto retirado de: Luz Espiritual

martes, 13 de noviembre de 2012

Hoy

Valoricemos, el tiempo que se llama hoy.
Hoy es el sol, la vida, la posibilidad, la esperanza…
Ayer, el día que se fue.
Mañana, el día que vendrá.
Hoy, a pesar de todo, es el tiempo que está con nosotros.
Es nuestra oportunidad de erguir el pensamiento a los más altos niveles, de conquistar la felicidad de las obligaciones bien cumplidas, de proclamar la buena voluntad para con todos y extender las manos a los semejantes …
Hoy, es el momento de renovar el corazón, barriendo los restos de ociosidad, expulsando el vinagre del desencanto, extinguiendo el dolor de la tristeza y pulverizando el recinto del desánimo.
Hoy, es el día de sonreír a la dificultad y ayudar con alegría.
Levántate, lucha y vive, porque Hoy es el momento en que el Señor lanza a la Tierra la escalera luminosa del trabajo para que escalemos los niveles, hacia su encuentro , en pleno Cielo … Meimei

Dictado por el espíritu: Meimei

Pintura tomada del blog Espiritismo Biografias
Texto retirado de: Luz Espiritual

domingo, 11 de noviembre de 2012

Historias del sur: Lecciones que perduran

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

“A partir de aquel momento, todo el mundo que pasaba por la plaza veía la horca. La gente se fue volviendo cada vez más triste, sin saber que estaba haciendo lo que de ella se esperaba. La leyenda termina diciendo que nunca se utilizó la horca. Pero bastó su presencia para que todo cambiara”.

El poder de la imagen

Una leyenda peruana nos habla de una ciudad donde todo el mundo era feliz. Todos hacían lo que querían y se entendían bien, a excepción del alcalde, que vivía triste porque no tenía nada que gobernar. La cárcel estaba vacía, el tribunal no se utilizaba nunca, y el notario no proporcionaba ningún beneficio, pues la palabra valía más que el papel.
“Aquí falta autoridad”, pensaba el alcalde. E intentaba, de muchas formas, que la gente obedeciese leyes absurdas creadas por el gobierno central. Nadie hacía caso.
Hasta que el alcalde tuvo una idea. Mandó a venir operarios de muy lejos, para que cerraran con una cerca el centro de la plaza principal de la pequeña ciudad, y se pusieran a construir. Durante una semana, se oyeron los martillos golpeando, las sierras cortando madera, las voces de los capataces dando órdenes.
Una tarde, el alcalde invitó a todos los habitantes de la ciudad a la inauguración. Con gran solemnidad, se retiró la cerca y apareció... una horca.
Nuevecita, con la soga oscilando al viento, y el mecanismo de la trampilla bien engrasado.
A partir de aquel momento, todo el mundo que pasaba por la plaza veía la horca. La gente se fue volviendo cada vez más triste, sin saber que estaba haciendo lo que de ella se esperaba. Empezaron a preguntarse qué hacía allí aquella horca, y, con el miedo, pasaron a dirigirse a la justicia para resolver cualquier cosa que antes se resolvía de común acuerdo. Empezaron a ir al notario, para registrar documentos que hasta entonces habían sido sustituidos por la palabra. Y empezaron a hacer caso en todo al alcalde, por miedo de violar la ley.
La leyenda termina diciendo que nunca se utilizó la horca. Pero bastó su presencia para que todo cambiara.

Maldecir sin ton ni son

Un hechicero mexicano conduce a su aprendiz por la selva. Pese a ser más viejo, camina con agilidad, mientras que su aprendiz resbala y se cae a cada instante.
El aprendiz blasfema, se levanta, escupe al suelo traicionero, y sigue acompañando a su maestro.
Tras una larga caminata, llegan a un lugar sagrado. Sin detenerse, el hechicero da media vuelta y comienza su viaje de vuelta.
“No me has enseñado nada hoy”, dice el aprendiz, que se cae de nuevo.
“Sí que te he enseñado, pero parece que no aprendes”, le responde el hechicero. “Estoy intentando enseñarte cómo se lidia con los errores de la vida”.
“¿Y cómo se lidia con ellos?”.
“Como deberías hacerlo con tus caídas. En lugar de maldecir el sitio donde te caíste, debías buscar qué te provocó la caída”.

Dar también un poco

Un grupo de estudiantes uruguayos estaba reunido en una casa de campo, cuando llegó el casero, contando una tragedia que había ocurrido no lejos de allí: se había incendiado una casa, y una madre y su hija lo habían perdido todo. Inmediatamente, una de las estudiantes inició una colecta para ayudar a la familia a reconstruir su casa.
Entre los presentes había un escritor pobre, y la joven decidió no pedirle nada.
“Un momento”, dijo el escritor, cuando ella pasó de largo ante él. “También quiero contribuir”.
Acto seguido, escribió en un papel lo que había sucedido, y lo metió dentro del bote utilizado para recoger el dinero.
"Quiero dar a conocer a todos esta tragedia. Que sea siempre recordada cuando pensemos en los pequeños incidentes de nuestras vidas”.
Dibujo retirado deGUERRERO DEL ARTE

Texto retirado de: La Revista


miércoles, 7 de noviembre de 2012

Oración y prueba

La oración no suprime, de inmediato, los cuadros de la prueba, pero nos renueva el espíritu a fin de que vengamos a sublimarlos o cambiarlos. 
Repara en el camino que la niebla envuelve, cuando la noche oscura te distancia del Sol. 
Encima, nubes extensas roban a tus ojos la visión de las estrellas y, debajo, espinos y precipicios amenazan tus pies. 
En vano consultarás la brújula que la tiniebla densa empaña. 
Si avanzas, es posible que te arrojes en el fango de cuevas abiertas de par en par; si paras, es probable que padezcas el asalto de traicioneros animales... 
Haz, sin embargo, pequeñita luz, y todo se modifica.

El charco no pierde el aspecto de pantano y la piedra se mantiene como desafío que te advierte en el camino; sin embargo, pudiendo ver, surgirás, transformado y seguro, para seguir al frente, venciendo las trampas de la sombra y las aperturas de la marcha. 
Así, también, es la oración en las sendas de la experiencia. 
Cuando el dolor oscurece los horizontes de tu alma substrayéndote la serenidad y la alegría, todo parece oscuridad envolvente y derrota irremediable, induciéndote al desánimo e insuflándote la desesperación; sin embargo, si enciendes en el corazón leve llama de plegaria, hilos imponderables de confianza ligan tu ser a la Providencia Divina. 
Exteriormente, alrededor, el sufrimiento no se deshace de la catadura sombría; la muerte, ahora y siempre, es el velo de dolorosa separación; la prueba es el mismo examen inquietante y el golpe de la expiación sigue siendo la lucha difícil e inevitable, mas estarás, en ti mismo, plenamente rehecho en lo íntimo de tus propias fuerzas con la visión espiritual iluminada por dentro, a fin de que comprendas por encima de tus dolores el plano sabio de la vida, que te alza de los laberintos del mundo a la bendición del amor de Dios.


Dictado por el espíritu: Emmanuel
Extraído del libro "
Religión  de los Espíritus"

Pintura de: Anna Rzumovskaya
Tomada del blog TODO POR EL ARTE
Texto retirado de: Luz Espiritual

domingo, 4 de noviembre de 2012

Enseñanzas: El hechicero mexicano

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

“No tiene la menor importancia lo que puedas esconder o mostrar a tu semejante, porque tú sabes quién eres. Y si no te aceptas como eres, ni siquiera la más profunda enseñanza filosófica podrá tener efecto alguno”.
“Cuando sale el sol, voy a trabajar. Cuando el sol se pone, vuelvo a casa y descanso. Cavé el pozo del que saco agua para beber, y cultivo el campo que me da el alimento. Actuando así, estoy en perfecta comunión con el Creador, y no hay rey que pueda hacer nada mejor que eso”.
Este antiguo texto chino también sirve para sintetizar la filosofía de uno de los más importantes pensadores de mi generación, Carlos Castañeda. Sus enseñanzas, condensadas en una serie de libros, fueron siempre objeto de críticas y dudas, pero tuvieron un gran impacto en mi vida. Como hoy en día ya prácticamente nadie sabe quién es Castañeda, al menos una vez al año transcribo y comento algunos de sus fragmentos. No sé si con ello conseguiré que no sea olvidado; pero, por lo menos, al hojear sus páginas, me encuentro con una obra que se renueva a cada lectura.

La energía y la libertad

La libertad es la única fuerza verdadera que conozco. Libertad de volar más allá de los propios límites. Libertad de dejarse llevar por el viento, de disolverse. Libertad de ser como la llama de una vela que, pese a que la contemplan billones de estrellas, no se deja intimidar ni pretende ser nada más que lo que es, una simple vela.

La energía viene de aceptarse a sí mismo

No tiene la menor importancia lo que puedas esconder o mostrar a tu semejante, porque tú sabes quién eres. Y si no te aceptas como eres, ni siquiera la más profunda enseñanza filosófica podrá tener efecto alguno. ¿Pero, quién eres tú? ¿Acaso eres consciente de que, en este momento te encuentras cercado por la eternidad, y puedes usar su energía a tu favor?
Partiendo del principio de que conoces tus limitaciones, conoce también todas tus posibilidades y podrás ser considerado un guerrero impecable. La diferencia entre un guerrero impecable y los otros es que aquel sabe cómo emplear su fuerza.

La energía del silencio

Cuando estamos quietos, nos damos cuenta de que alguien (o algo) está intentando enseñarnos. Siempre que conseguimos parar nuestro diálogo interior, algo extraordinario termina sucediendo en nuestras vidas. Descubrimos cosas que jamás pensamos conscientemente, pero que están allí, listas para ayudarnos.
Sin embargo, lo difícil es precisamente alcanzar este silencio; nuestra cabeza vive ocupada con música, listas, cosas que hacer, preocupaciones, noticias de los periódicos, cálculos matemáticos sobre nuestras posibilidades financieras.
Si conseguimos detener este flujo inútil de reflexiones que no nos llevan a ninguna parte, todo es posible.

La energía es acción

Para un hombre de conocimiento, solo existe el Aquí y el Ahora. Por lo tanto, entiende que cada vez que actúa, está aumentando su poder y su fuerza. Al hacerlo, observa con atención todo aquello que lo rodea, y sabe que cada cosa, por pequeña o insignificante que sea, está cargada de energía, y puede enseñarle algo: plantas, clavos, hojas caídas, todo eso necesita de una gigantesca energía para mantener los átomos en su lugar, de modo que puedan ser percibidas y tocadas.
Un verdadero guerrero consigue absorber esta fuerza, y la usa en su provecho.

Dibujo deChris Greenwood


Texto retirado de: La Revista

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