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domingo, 29 de julio de 2012

“En mi generación...” Ese vaso de leche

Por Paulo Coelho

El Alquimista

No había teléfonos móviles, nuestros padres no podían saber dónde estábamos: ¿cómo era posible? Los niños nunca tenían razón, vivían de castigo en castigo, y aun así no tenían problemas psicológicos o falta de amor.
Recibo por correo tres litros de productos que sustituyen la leche; una compañía noruega quiere saber si estoy interesado en invertir en la producción de este nuevo tipo de alimento. Pienso en el calcio, que, desde niño, mi madre me decía que era bueno para los huesos, pero el especialista se me adelanta: “¿Calcio? ¿Cómo es que las vacas consiguen adquirir suficiente calcio para su voluminosa estructura ósea? ¡De las plantas!”. Claro, el nuevo producto está hecho a base de plantas. ¿Y la proteína? David Rietz es implacable: “Sé que llaman a la leche la carne líquida a causa de las altas dosis de proteínas que contiene. Pero son las proteínas las que impiden que el calcio sea absorbido por el organismo. Hay países con una dieta rica en proteínas donde se da también un alto índice de osteoporosis”.
Esa misma tarde recibo de mi mujer un texto que encontró en internet: “Las personas que hoy tienen entre 40 y 60 años, en su día circulaban en automóviles que no tenían cinturón de seguridad o airbag. Los niños iban sueltos en el asiento de atrás, armando el mayor alboroto y divirtiéndose sin parar. Las cunas estaban pintadas con pinturas coloridas que hoy serían, cuando menos, “dudosas”, ya que podían contener plomo.
Yo, por ejemplo, pertenezco a una generación que construía los famosos carritos de rolimã (no sé cómo explicar esto a las generaciones de hoy; digamos que eran bolas de metal sujetas entre dos aros de hierro) y bajábamos las laderas de Botafogo, usando los zapatos como frenos, cayéndonos, magullándonos, pero orgullosos de nuestra aventura a alta velocidad.
-El texto continúa: “No había teléfonos móviles, nuestros padres no podían saber dónde estábamos: ¿cómo era posible? Los niños nunca tenían razón, vivían de castigo en castigo, y aun así no tenían problemas psicológicos o falta de amor. En la escuela existían los alumnos buenos y los malos: los primeros pasaban al siguiente curso, los segundos suspendían. No se buscaba a un psicoterapeuta para estudiar el caso, simplemente se le hacía repetir curso”. Y a pesar de ello sobrevivimos, con alguno que otro arañazo en las rodillas y pocos traumas. Y no solo sobrevivimos, recordamos con nostalgia, sanos y salvos, aquellos tiempos en que la leche no era veneno, sino que también los niños resolvíamos nuestros problemas sin ayuda, nos peleábamos cuando hacía falta, y nos pasábamos el día, sin ingenios electrónicos, inventando juegos con los amigos.
Pero volvamos al asunto inicial: decidí probar el nuevo y milagroso producto destinado a sustituir la leche asesina. No pude pasar del primer trago.
Estoy preocupado por los niños de mañana, con sus juegos electrónicos, sus padres con teléfonos móviles, con sus psicoterapeutas ayudándoles a superar cada derrota, y, sobre todo, con la obligación de beber esta “poción mágica” que los mantendrá sin colesterol, sin osteoporosis, sin 59 hormonas activas, sin toxinas.
Tendrán una vida muy sana, muy equilibrada, y, cuando crezcan, descubrirán la leche (para entonces, posiblemente, una bebida fuera de la ley). Quién sabe si tendrá que ser un científico del año 2050 quien se encargue de rescatar algo que hemos consumido desde el inicio de los tiempos. ¿O quizá solo se podrá conseguir leche a través del tráfico de drogas?

Texto retirado de: La Revista



jueves, 26 de julio de 2012

Aborto delictivo

Nos conmovemos, habitualmente, delante de grandes tragedias que agitan la opinión.
Homicidios que convulsionan la prensa y movilizan largos equipos policiales…
Hurtos espectaculares que inspiran vastas medidas de vigilancia…
Asesinatos, conflictos, engaños y asaltos de todo los tipos crean la guerra de los nervios, en todas partes; y, para impedir semejantes fecundaciones de ignorancia y delincuencia, se yerguen cárceles y se funden cadenas, se organiza el trabajo forzado y en algunas naciones es practicada la propia lapidación de infelices en la calle, sin ninguna señal de compasión.
Existe, aún, un crimen más doloroso, por el placer de crueldad con que es practicado, en el silencio del santuario doméstico o en la falda de la Naturaleza…
Crimen horroroso, porque la víctima no tiene voz para suplicar piedad y ni brazos robustos que se confíe a los movimientos de reacción.
Nos referimos al aborto delictivo, en que padres inconscientes determinan la muerte de los propios hijos, asfixiándoles la existencia, antes que puedan sonreír hacia la bendición de la luz.
Hombres de la Tierra, y sobre todo vosotras, corazones maternos llamados a la exaltación del amor y de la vida, ¡absteneos de semejante acción que os desequilibra el alma y oscurece el camino!
Huid del satánico propósito de sofocar el fruto del propio seno, porque los ángeles tiernos que rechazáis son mensajeros de la Providencia, asomando en el hogar a vuestro propio socorro, y, si no hay legislación humana que os señale la torpeza del homicidio infantil, en los recintos familiares o en la sombra de la noche, los ojos divinos de Nuestro Padre os contemplan desde el Cielo, llamando, en silencio, a las pruebas del reajuste, a fin de que se les expurgue de la conciencia la falta indisculpable que perpetrasteis.

Dictado por el espíritu Emmanuel
Médium Francisco Cândido Xavier
Extraído del libro "Religión de los Espíritus"

Pintura de: Juuri
Tomada del blog Recogedor

Texto retirado de: Luz Espiritual

martes, 24 de julio de 2012

Cualquier problema encontrara solucion

Es posible que haya usted caído en profundo desánimo, por estar sufriendo:
la falta de alguien;
la incomprensión de amigos;
el frío de la soledad;
el conflicto de ideas;
acusaciones indebidas;
desajustes en el trabajo;
deudas agravadas;
perjuicio en los negocios;
enfermedades en el propio cuerpo;
molestias en familia;
complejos de culpa;
reproches y críticas;
sensaciones de abandono;
luchas y desafectos;
deserciones de entes valiosos;
y obsesiones ocultas…
Sea cual sea, no obstante, su prueba en sí, yerga su cabeza, ponga los ojos hacia lo Alto y retome la tarea en que deba servir, confiándose a Dios, porque Dios proveerá y en Dios cualquier problema encontrará solución.

Dictado por el espíritu André Luiz
Extraído del libro "Busca y Encontrarás"

Pintura de: Thomas Saliot
Tomada del blog Recogedor

Texto retirado de: Luz Espiritual

domingo, 22 de julio de 2012

Para una mujer: Ejemplo para el resto

Por Paulo Coelho

El Alquimista

“Es (Shirin Ebadi) todo un mito: una mujer de un metro cincuenta, pero de estatura suficiente como para hacer oír su voz en defensa de los derechos del hombre en todos los rincones del mundo”.
Una semana después de concluir la Feria del Libro de Fráncfort del 2003 recibo una llamada de mi editor en Noruega: los organizadores del concierto que se va a celebrar en honor de la ganadora del Premio Nobel de la Paz, la iraní Shirin Ebadi, me piden que escriba un texto para este acontecimiento.
Es un honor que no debo rechazar, ya que Shirin Ebadi es todo un mito: una mujer de un metro cincuenta, pero de estatura suficiente como para hacer oír su voz en defensa de los derechos del hombre en todos los rincones del mundo. Al mismo tiempo, esta es una responsabilidad que me da un poco de miedo: el acto será retransmitido en 110 países y no dispongo más que de un par de minutos para hablar sobre alguien que ha dedicado su vida entera al prójimo. Camino por los bosques que rodean el molino donde vivo cuando estoy en Europa, varias veces pienso en llamar y decir que no me viene la inspiración. Sin embargo, lo más interesante en esta vida son los desafíos a los que nos enfrentamos, y termino aceptando la invitación.
Ya en Oslo, el comité organizador entregó el premio y Shirin Ebadi hace un vehemente discurso denunciando el uso del terror como justificación para la creación de un estado policial en el mundo.
Por la noche, en el concierto homenaje a la galardonada, Catherine Zeta-Jones anuncia mi texto. Luego aprieto un botón de mi teléfono móvil, el teléfono suena en el viejo molino (todo ya preparado de antemano), y mi mujer pasa a estar allí conmigo, escuchando la voz de Michael Douglas leyendo mis palabras.
A continuación, el texto que escribí y que pienso se puede aplicar a todos aquellos que luchan por un mundo mejor:
Dijo el poeta Rumi: La vida es como si un rey enviase a alguien a un país para cumplir una determinada misión. La persona va allí y hace un centenar de cosas. Pero si no hace aquello que le fue encargado, es como si no hubiese hecho absolutamente nada.
Para la mujer que entendió su misión.
Para la mujer que miró la senda que estaba frente a sus ojos y comprendió que su camino iba a ser muy duro.
Para la mujer que no intentó minimizar estas dificultades: al contrario, las denunció e hizo que fueran visibles.
Para la mujer que dejó menos solitarios a los que estaban solos, que alimentó a los que tenían hambre y sed de justicia, que hizo que el opresor se sintiera tan mal como el oprimido.
Para la mujer que siempre mantiene sus puertas abiertas, sus manos trabajando, sus pies en movimiento.
Para la mujer que personifica los versos de otro poeta persa, Hafez, cuando dice: Ni siquiera siete mil años de alegría pueden justificar siete días de represión. 
Para la mujer que está aquí esta noche:
Que sea cada uno de nosotros,
que su ejemplo se multiplique,
que tenga todavía muchos días difíciles por delante, de modo que pueda completar su trabajo. Así, para las próximas generaciones, el significado de la palabra ‘injusticia’ estará solo en los diccionarios, y nunca más en la vida de los seres humanos.
Que su caminar sea lento,
porque su ritmo es el ritmo del cambio.
Y el cambio, el verdadero cambio, siempre tarda mucho en llegar.

Texto retirado de: La Revista



lunes, 16 de julio de 2012

Eros y Psique: El respeto al misterio


Por Paulo Coelho

El Alquimista

Quien no acepte el amor y busque siempre una explicación para las mágicas y misteriosas relaciones humanas, se perderá lo mejor que la vida puede ofrecer.
Los griegos fueron los grandes maestros en describir el comportamiento humano a través de pequeñas historias que acostumbramos a llamar ‘mitos’. Todas las generaciones que vinieron tras ellos, desde el psicoanálisis de Freud (con el complejo de Edipo, por ejemplo), hasta las películas de Hollywood (como el Morfeo de Matrix), han bebido de esas fuentes.
Una de estas historias no dejó de intrigarme: el mito de Psique.
Érase una vez una linda princesa, admirada por todos, a la que nadie se atrevía a pedir en matrimonio. Desesperado, el Rey consultó al dios Apolo. Este dijo que a Psique había que dejarla sola, vestida de luto, en lo alto de una montaña. Antes de que rayase el día, vendría una serpiente a su encuentro para desposarla. El Rey obedeció, y durante toda la noche la princesa esperó, aterrorizada y muerta de frío, la llegada de quien había de ser su marido.
Al final, se durmió. Al despertar, se encontraba en un hermoso palacio, convertida en reina. Todas las noches su marido venía a su encuentro y hacían el amor, pero él le había impuesto una única condición: Psique podía tener cuanto quisiese, pero debía mostrar absoluta confianza y no intentar ver jamás su rostro.
La joven vivió mucho tiempo feliz. Tenía un hogar, cariño, alegría, y estaba enamorada apasionadamente del hombre que la visitaba todas las noches. Sin embargo, de vez en cuando tenía miedo de estar casada con una serpiente horrorosa. Una madrugada, cuando el marido aún dormía, con una antorcha iluminó la cama, y vio, tumbado a su lado, a Eros (o Cupido), un hombre de increíble belleza. La luz lo despertó, y él descubrió que la mujer que amaba no era capaz de cumplir su único deseo, y desapareció.
Siempre que leía este texto, me preguntaba: ¿acaso no podemos descubrir nunca la cara del amor?
Mucho tuvo que llover antes de que pudiera comprender que el amor es un acto de fe en otra persona, y su rostro debe seguir envuelto en misterio. Debe ser vivido y disfrutado en cada momento, pero en cuanto intentamos entenderlo, desaparece la magia.
Cuando al fin entendí esto, dejé que mi vida la guiara una lengua extraña, que denomino un lenguaje “de señales”. Sé que el mundo está hablando conmigo, que tengo que escucharlo, y que si lo hago, seré guiado hacia lo que existe de más intenso, más apasionado y más bello. Claro que no es fácil, y a veces me siento como Psique en el peñasco, con frío y miedo. Pero si soy capaz de pasar así la noche y entregarme al misterio y a la fe en la vida, al final siempre acabo despertando en un palacio. Lo único que necesito es confiar en el amor, aun a riesgo de errar.
Para concluir con el mito griego: desesperada por recuperar su amor, Psique se somete a una serie de trabajos que Afrodita (o Venus), madre de Cupido (o Eros), celosa de su belleza, le impone. Uno de esos trabajos es el de entregarle a ella un poco de su belleza. Psique siente curiosidad por la caja que contiene la belleza de la diosa y una vez más sucumbe ante el misterio: abre la caja y en ella no encuentra nada de belleza, sino un infernal sueño.
Eros/Cupido también está apasionadamente enamorado, y se arrepiente de no haber sido más tolerante con su mujer. Consigue entrar en el castillo y despertarla del sueño. En ese momento vuelve a hablarle: “casi mueres por culpa de tu curiosidad”. Y he aquí la gran contradicción. Psique, que en el conocimiento buscaba la seguridad, no encuentra en él sino la inseguridad.
Ambos se dirigen a Júpiter y le suplican que jamás se puedan separar y consigue el beneplácito de Venus. Ellos están juntos por siempre.

Texto retirado de: La Revista



domingo, 15 de julio de 2012

Arco, flecha y blanco: Vida, intención y objetivo


Por Paulo Coelho

El Alquimista

Todos somos arqueros de la voluntad Divina. Por lo tanto, es indispensable conocer los instrumentos que tenemos a nuestra disposición.

El arco

El arco es la vida: de él viene toda la energía.
La flecha un día partirá. El blanco está lejos.
Pero tu vida siempre permanecerá junto a ti, y hay que saber cuidarla.
Necesitas periodos de inacción; un arco que está siempre armado, en estado de tensión, pierde su potencia. Por lo tanto, acepta el reposo para recuperar tu firmeza. Así, cuando estires la cuerda, tu fuerza estará intacta.

El arco no tiene conciencia: es una prolongación de la mano y el deseo del arquero. Sirve para matar o para meditar. Por ello, debes ser siempre claro en tus intenciones.
Un arco tiene flexibilidad, pero también tiene un límite. Un esfuerzo más allá de su capacidad lo romperá, o dejará exhausta la mano que lo sostiene. Del mismo modo, no exijas de tu cuerpo más de lo que te pueda dar. Y recuerda que un día llegará la vejez, y eso es una bendición, no una maldición.
Para mantener el arco abierto con elegancia, haz que cada parte dé de sí solo lo necesario, y no disperses tus energías. Así podrás disparar muchas flechas sin cansarte.

La flecha

La flecha es tu intención. Es lo que une la fuerza del arco con el centro del blanco.
La intención del ser humano tiene que ser cristalina, recta, bien equilibrada.
Una vez que la flecha parta, no volverá. Por lo que, si los movimientos que te han llevado a través del proceso no han sido precisos y correctos, es mejor interrumpirlo y no actuar precipitadamente solo porque el arco ya está tenso y el blanco espera.
Pero nunca dejes de manifestar tu intención si lo único que te detiene es el miedo a errar. Si hiciste los movimientos correctos, da los pasos necesarios y acepta el reto, abre la mano y suelta la cuerda. Aunque no des en el blanco, sabrás afinar la puntería la próxima vez.
Si no te arriesgas, nunca sabrás qué cambios eran necesarios.

El blanco

El blanco es el objetivo que hay que alcanzar.
Lo escogiste tú. En eso reside la belleza del camino: no puedes nunca disculparte diciendo que el adversario era más fuerte, pues fuiste tú quien escogió el blanco, y tuya es la responsabilidad.
Si ves en el blanco a un enemigo, puede que aciertes el tiro, pero no te mejorarás en nada a ti mismo. Te pasarás la vida simplemente intentando colocar una flecha en el centro de una cosa de papel o madera, algo completamente inútil. Y cuando estés con otras personas, te quejarás de que nunca hiciste nada interesante.
Por eso, tienes que escoger tu objetivo, dar lo mejor de ti para alcanzarlo, tratándolo con respeto y dignidad: tienes que saber qué significa y cuánto esfuerzo, entrenamiento e intuición te ha exigido.
Al mirar al blanco, no te concentres en él; mira todo lo que sucede a tu alrededor, porque la flecha, al ser disparada, se encontrará con factores con los que no has contado, como el viento, el peso, la distancia.
El objetivo solo existe en la medida en que un hombre es capaz de soñar con alcanzarlo. Lo que justifica su existencia es el deseo, sin el cual sería una cosa muerta, un sueño distante, una fantasía.
Así, del mismo modo que la intención busca su objetivo, el objetivo también busca la intención del hombre, pues es él quien da sentido a su existencia: ya no es solo una idea, sino el centro del mundo de un arquero.

Texto retirado de: La Revista



domingo, 1 de julio de 2012

Mirar a los ojos Mejores resultados

Por Paulo Coelho

El Alquimista

“Podemos tener todos los medios de comunicación del mundo, pero nada, absolutamente nada, podrá sustituir a la mirada del ser humano”.
Al principio Theo Wierema era tan solo una persona insistente. Durante cinco años envió religiosamente a mi oficina de Barcelona una invitación a una conferencia en La Haya, Holanda.
Theo se enteró de que yo iba a grabar un programa para un canal de televisión en Holanda. Cuando bajé para ir a la grabación, él me estaba esperando en la recepción del hotel. Se presentó y me pidió que le dejara acompañarme, diciendo: “No es que sea una persona incapaz de aceptar un no por respuesta. Pero se me ocurre que quizá he estado actuando de forma equivocada”.
Hay que luchar por los sueños, pero también hay que saber que cuando algunos caminos se muestran imposibles, es mejor guardar fuerzas para intentar otras vías. Podía simplemente decir no (he dicho y oído varias veces esta palabra), pero decidí probar con algo más diplomático: poner condiciones imposibles de cumplir.
Dije que daría la conferencia gratis, pero que la entrada para el público no podía costar más de dos euros, y que en la sala tenía que haber como máximo 200 personas. Theo aceptó.
–Va a gastar más de lo que va a ganar –le advertí-.
Theo me interrumpió, diciendo que nada de eso tenía importancia: estaba actuando de acuerdo con las exigencias de su profesión. “Organizo eventos porque necesito seguir creyendo que el ser humano está en la búsqueda de un mundo mejor. Tengo que hacer mi aportación para que eso sea posible”. Teo vende iglesias.
Y continuó, para mi espanto: “Trabajo para el Vaticano, que me ha encargado seleccionar compradores, ya que en Holanda hay más iglesias que fieles. Y como ya hemos tenido pésimas experiencias, viendo cómo lugares sagrados se convertían en salas de fiestas, edificios de apartamentos, tiendas de moda, e incluso en sex-shops, se ha cambiado el sistema de venta. El proyecto debe ser aprobado por la comunidad, y el comprador tiene que decir qué piensa hacer con el inmueble: por lo general solo aceptamos las propuestas que incluyen un centro cultural, una institución benéfica, o un museo”.
“Y se preguntará, ¿qué tiene eso que ver con su conferencia y con las otras que estoy intentando organizar? Pues que la gente ha dejado de encontrarse.
Y cuando no se encuentra, no puede crecer”.
Mirándome fijamente, concluyó: “Encuentros. Ese fue precisamente mi error con usted. En lugar de enviarle correo electrónico, debería haberme mostrado desde el primer momento como un ser de carne y hueso. Cuando en una ocasión no recibí respuesta de cierto político, fui a llamar a su puerta. Él me dijo: si desea usted algo de mí, antes tiene que enseñarme sus ojos”.
Desde entonces, no he dejado de hacerlo y solo he cosechado buenos resultados. Podemos tener todos los medios de comunicación del mundo, pero nada, absolutamente nada, podrá sustituir a la mirada del ser humano.
Por supuesto, acabé aceptando la propuesta.
P.D. Sabiendo que mi mujer, artista plástica, siempre quiso crear un centro cultural, cuando fui a La Haya para la conferencia, pedí ver algunas de las iglesias en venta. Pregunté el precio de una que llegaba a albergar todos los domingos a 500 parroquianos: costaba ¡un euro!, aunque los gastos de mantenimiento podían alcanzar niveles prohibitivos.

Texto retirado de: La Revista



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