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domingo, 25 de enero de 2015

Diálogo con el maestro: ¿Hay un plan de vida?

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

“De la misma manera, tampoco hay explicación para la vida. Pero existe una razón para nuestra estancia aquí, y tienes que ser lo suficientemente humilde como para aceptar eso”.

El misterio

— ¿Qué hacemos en esta Tierra?
— ¿Sinceramente? No lo sé. Ya busqué en muchos rincones, en lugares iluminados y en lugares oscuros; hoy estoy convencido de que nadie lo sabe— solo Dios.
— No es una buena respuesta, para un maestro.
— Es honesta. Conozco gente que te explicará con detalles la razón de la existencia. No los creas, son personas que continúan atadas al antiguo lenguaje, y solo creen en las cosas que tienen explicación.
— ¿No hay una razón para vivir?
— ¿No has entendido? Dije que no sé la razón. Pero claro que existe un motivo para estar aquí, y Dios lo conoce.
— ¿Por qué no nos la revela?
— La revela a cada uno de nosotros, pero a través de un lenguaje que a veces no aceptamos porque no es lógico, y estamos demasiado acostumbrados a recetas y fórmulas.
Nuestro corazón sabe por qué estamos aquí. Aquel que escucha a su corazón, sigue sus señales y vive su leyenda personal entenderá que está participando en algo, aun cuando no lo comprenda racionalmente. Dice la tradición que un segundo antes de nuestra muerte nos damos cuenta de la verdadera razón de la existencia. Y en este momento nacen el infierno y el paraíso.
— No lo he entendido.
— El infierno es, en esta fracción de segundo, mirar para atrás y saber que desperdiciamos una oportunidad de honrar a Dios y dignificar el milagro de la vida. El paraíso es poder decir, en este momento: “Cometí algunos errores pero no fui cobarde: viví mi vida, e hice lo que debía hacer”. Tanto el infierno como el paraíso nos acompañarán por mucho tiempo, pero no para siempre.
— ¿Cómo puedo saber si estoy viviendo mi vida?
— Porque, en vez de amargura, sientes entusiasmo. Esa es la única diferencia. Por otra parte, hay que respetar el misterio y aceptar —con humildad— que Dios tiene un plan para nosotros. Un plan generoso, que nos conduce hacia su presencia y que justifica estos millones de estrellas, planetas, agujeros negros etc., que estamos viendo esta noche, aquí en Oslo (estábamos en Noruega).
— Es muy difícil vivir sin una explicación.
— ¿Puedes explicar por qué el hombre necesita dar y recibir amor? No. Y tú vives con eso, ¿o no? Y no solo vives con eso sino que el amor es lo más importante de la vida. Y, sin embargo, no existe ninguna explicación.
“De la misma manera, tampoco hay explicación para la vida. Pero existe una razón para nuestra estancia aquí, y tienes que ser lo suficientemente humilde como para aceptar eso. Confía en mis palabras: la vida de cada persona tiene un sentido, aun cuando él cometa el error de pasar gran parte de su tiempo en la Tierra buscando una respuesta, mientras se olvida de vivir.
Puedo darte un ejemplo de una época en la que estuve cerca de entender todo eso. Yo había asistido a la fiesta de conmemoración de los 50 años de mi graduación como bachiller. Allí, en la escuela donde estudié en mi adolescencia, encontré a muchos amigos. Bebimos e hicimos las mismas bromas que medio siglo atrás.
De repente miré hacia el patio del colegio. Me vi siendo un niño, jugando con ellos, encarando a la vida con sorpresa e intensidad. Y de repente, aquel niño que fui pareció tomar forma y vino a mí.
Me miró a los ojos y sonrió. Entonces entendí que yo no había traicionado mis sueños de infancia. Que el niño que yo había sido un día aún estaba orgulloso de mí. Que la misma razón que yo tenía para vivir entonces continuaba viva en mi corazón.
Procura vivir con la misma intensidad que un niño. Él no pide explicaciones, se sumerge en cada día como si fuese una aventura diferente y por la noche duerme cansado y feliz”.
Crédito de foto: @paulocoelho
Texto retirado de: La Revista

domingo, 18 de enero de 2015

Amor y libertad: Ahuyentando fantasmas

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

“Nadie que realmente te amara te obligaría a hacer ese tipo de promesa. Si quieres entender el amor, aprende la libertad”.
Durante años, Hitoshi intentó —inútilmente— despertar el amor de aquella a quien consideraba ser la mujer de su vida. Pero el destino es irónico: el mismo día en que ella lo aceptó como futuro marido, también descubrió que tenía una enfermedad incurable y le quedaba poco tiempo de vida.
Seis meses después, y a punto de morir, ella le pidió:
—Quiero que me prometas una cosa: que jamás te volverás a enamorar. Si lo haces, volveré todas las noches para espantarte.
Y cerró los ojos para siempre. Durante muchos meses, Hitoshi evitó aproximarse a otras mujeres, pero el destino continuó irónico y él descubrió un nuevo amor. Cuando se preparaba para casarse, el fantasma de su examada cumplió su promesa y apareció.
—Me estás traicionando —le dijo.
—Durante años te entregué mi corazón y tú no me correspondías, respondió Hitoshi. ¿No crees que merezco una segunda oportunidad de ser feliz?
Pero el fantasma de la examada no quiso saber de disculpas y todas las noches venía para asustarlo. Contaba con todo detalle lo que había sucedido durante el día, las palabras de amor que él había dicho a su novia, los besos y abrazos que se habían intercambiado.
Hitoshi ya no podía dormir, así que fue a buscar al maestro zen Bashô.
—Es un fantasma muy listo, comentó Bashô.
—¡Ella sabe todo, hasta los menores detalles! Y ya está acabando con mi noviazgo, porque no consigo dormir y en los momentos de intimidad con mi amada me siento muy inhibido.
—Vamos a alejar a este fantasma, garantizó Bashô.
Aquella noche, cuando el fantasma retornó, Hitoshi lo abordó antes de que dijera la primera frase.
—Eres un fantasma tan sabio, que haremos un trato. Como me vigilas todo el tiempo, te voy a preguntar algo que hice hoy: si aciertas, abandono a mi novia y nunca más tendré mujer. Si te equivocas, has de prometer que no volverás a aparecer, bajo la pena de ser condenado por los dioses a vagar para siempre en la oscuridad.
—De acuerdo, respondió el fantasma, confiante.
—Esta tarde estaba en el almacén y en un determinado momento cogí un puñado de granos de trigo de un saco.
—Sí, lo vi, dijo el fantasma.
—La pregunta es la siguiente: ¿Cuántos granos de trigo tenía en mi mano?
No pudo responder la pregunta. Y para evitar ser perseguido por los dioses en la oscuridad eterna, decidió desaparecer para siempre.
Dos días después, Hitoshi fue hasta la casa del maestro zen.
—Vine a darle las gracias.
—Aprovecha para aprender las lecciones que hacen parte de esta experiencia, respondió Bashô:
“En primer lugar, aquel espíritu volvía siempre porque tenías miedo. Si quieres alejar una maldición, no le des la menor importancia.
“Segundo, el fantasma sacaba provecho de tu sensación de culpa: cuando nos sentimos culpables, siempre deseamos —inconscientemente— el castigo.
“Y, finalmente, nadie que realmente te amara te obligaría a hacer ese tipo de promesa. Si quieres entender el amor, aprende la libertad”. (O)
Crédito de foto: @paulocoelho
Texto retirado de: La Revista

domingo, 11 de enero de 2015

El soplo de Dios: La fe y lo cotidiano

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

“Aunque Dios jamás pueda ser visto, Él también deja sus huellas en las personas: apenas es cuestión de percibirlas”.
Quien tiene fe está acostumbrado a aceptar la presencia de Dios en los lugares sagrados, pero ¿cuándo consigue reconocerlo en el día a día? Pensando acerca de esta pregunta, Joanna Laufer y Kenneth Lewis decidieron entrevistar, durante dos años, a personas de diversas áreas para que contasen cómo la fe puede formar parte de las actividades cotidianas. Les dejo con algunas de estas respuestas:

Leontyne Price

“Cantar es un arte extremamente personal. Un instrumentista normalmente se enfrenta a un elemento externo a él, pero el cantante es su propio instrumento. Cierta noche de 1989, yo me encontraba enferma, pero no podía posponer el recital. Entonces, poco antes de empezar a cantar, recé y dije: “Dios mío, este trabajo de hoy tiene que ver más contigo que conmigo”. En aquel momento, yo asumí que iba a cantar solo para Él, y después de aquello ya no me importaban ni el público, ni los músicos, ni mi malestar físico. Acabó siendo uno de los mejores conciertos que he dado en mi vida”.

Rabi Schindler

Es interesante darse cuenta de que cuando el asunto es ciencia, aceptamos con mucha más facilidad lo que no podemos ver. Sin embargo, al hablar de un mundo espiritual, siempre aparece alguien queriendo exigir pruebas, testimonios, documentos.
Existe un tipo de mecanismo llamado “cámara de nube”, en el que un científico puede observar el trazado de partículas subatómicas; partículas que jamás nadie verá, pero cuya prueba de existencia son precisamente las huellas que dejan en esta máquina. Ahora bien, estableciendo un paralelismo, podremos entender que, aunque Dios jamás pueda ser visto, Él también deja sus huellas en las personas: apenas es cuestión de percibirlas.

Benjamin Hirsch

En 1938, cuando yo tenía 6 años, un grupo de nazis entró en nuestra casa, en Fráncfort, y se llevó a mi padre a un campo de concentración. Días después, mi madre me metió en un tren que se dirigía a Francia. Aún pienso en la última vez que la vi, diciéndome adiós en la estación, llorando, sin que yo pudiese entender bien por qué estaba sucediendo todo aquello.
Muchas cosas en esta vida me dejan confundido, y pasar por una experiencia de estas, siendo aún niño, supone poner al límite la fe que pueda tener uno en un mundo espiritual. No obstante, de todas maneras aún soy capaz de entender que todo lo que hago es por la gracia de Dios.

Bal Shen Tov

Se cuenta que este rabino se encontraba en lo alto de una colina con algunos discípulos, cuando vio que un grupo de cosacos atacaba la ciudad y comenzaba a masacrar a la población.
Viendo a muchos de sus amigos, allá abajo, muriendo y pidiendo misericordia, el rabino exclamó:
—¡Ah! ¡Si pudiese ser Dios!
—Uno de sus discípulos, perplejo, se volvió hacia él:
—Maestro, ¿cómo osa proferir semejante blasfemia? ¿Está queriendo decir que, si usted fuese Dios, obraría de manera diferente? ¿Quiere decir que usted piensa que Dios a menudo se equivoca?
El rabino miró a los ojos a su discípulo y le dijo:
—Dios siempre tiene razón. Pero si yo pudiese ser Dios, conseguiría entender lo que está ocurriendo. (O)
Crédito de foto: @paulocoelho
Texto retirado de: La Revista

miércoles, 7 de enero de 2015

Diario de viaje inexistente: Ante todo, saber vivir

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

“A veces, cuando los demás necesitan nuestra ayuda, nos desesperamos porque eso nos impide aprovechar la vida. Otras veces, cuando nadie nos necesita, nos sentimos inútiles”.

La Piscina del Diablo

Veo una bella piscina natural cerca a la aldea Babinda, en Australia. Se acerca un aborigen.
—Tenga cuidado de no resbalar —dice. “El pequeño lago está circundado de rocas, pero estas son aparentemente seguras y se puede caminar por ellas”.
—Este lugar se llama Piscina del Diablo —continúa el chico—. Hace muchos años, Oolona, una bella nativa casada con un guerrero de Babinda, se enamoró apasionadamente de otro hombre. Huyeron juntos a estas montañas, pero el marido consiguió alcanzarlos. El amante escapó, mientras que Oolona era asesinada aquí, en estas aguas. “Desde entonces, Oolona confunde a todo hombre que se acerca con su amor perdido, y lo mata con sus brazos de agua”.
Más tarde, pregunto al dueño de un hotel acerca de la Piscina.
—Puede ser superstición —comenta—. Pero el hecho es que en estos últimos diez años han muerto allí once turistas, y todos hombres.


Reflexionando sobre el pasado

De una manera u otra, todos hemos tenido experiencias difíciles en la vida. Esto forma parte de nuestro viaje por esta tierra, y aunque a menudo pensamos que “las cosas hubieran podido ser diferentes”, el hecho es que no podemos cambiar el pasado. Por otra parte, es una falacia que todo lo que nos sucede tenga su lado bueno; existen cosas que dejan marcas muy difíciles de superar, heridas que sangran.
¿Cómo librarnos, entonces, de nuestras experiencias amargas? Solo existe una manera: viviendo el presente. Entendiendo que, aunque no podamos cambiar el pasado, sí podemos cambiar la próxima hora, lo que sucederá, las decisiones que tomaremos antes de dormir.
Como dice el viejo proverbio hippy: “Hoy es el primer día del resto de mi vida”.


De nuestras posibilidades

Anoto en mi ordenador unas palabras de K. Casey que leí en una revista de avión:
“¡Qué curiosa es la raza humana, tan parecida y tan diferente! Somos capaces de trabajar juntos, construir las pirámides de Egipto, la Gran Muralla china, las catedrales de Europa y los templos de Perú. Podemos componer música inolvidable, trabajar en hospitales y crear nuevos programas informáticos.
Pero, en algún momento, todo esto pierde su significado, y entonces nos sentimos solos, como si formáramos parte de otro mundo, diferente de aquel que ayudamos a construir. “A veces, cuando los demás necesitan nuestra ayuda, nos desesperamos porque eso nos impide aprovechar la vida. Otras veces, cuando nadie nos necesita, nos sentimos inútiles. Pero así somos, seres humanos complejos que estamos empezando a entendernos a nosotros mismos; no vale la pena desesperarse por ello”.


Antes de una conferencia

Una escritora china y yo nos preparábamos para hablar en un encuentro de libreros americanos. La escritora, extremadamente nerviosa, me comentaba:
—Si ya es difícil hablar en público, imagine entonces tener que explicar su libro en otro idioma.
Le pedí que no siguiera, o acabaría poniéndome nervioso yo también, pues su problema era igual al mío. De repente se dio la vuelta, sonrió, y me dijo bajito:
—Todo irá bien, no se preocupe. No estamos solos: mire cómo se llama la librería de la mujer sentada detrás de mí.
En la placa de aquella mujer ponía: “Librería de los Ángeles Reunidos”. Tanto mi compañera como yo conseguimos hacer una excelente presentación de nuestros trabajos, pues los ángeles nos habían dado la señal que estábamos esperando.

Crédito de foto: @paulocoelho
Texto retirado de: La Revista
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