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domingo, 28 de noviembre de 2010

Experiencias que enseñan


Por Paulo Coelho

El Alquimista


Observar a los demás

Copacabana
Una vieja estaba en el bulevar de la avenida Atlántica, con una guitarra y un letrero escrito a mano: “Vamos a cantar juntos”. 

Empezó a tocar sola. Después llegaron un borracho y una viejecita, y se pusieron a cantar con ella. En poco tiempo había una pequeña multitud cantando y otra pequeña multitud que hacía el papel de auditorio, aplaudiendo al final de cada canción.

“¿Por qué hace esto?”, le pregunté entre las canciones. 

“Para no estar sola”, dijo. “Mi vida es muy solitaria, como la vida de casi todos los viejos”.

Ojalá todos resolviésemos nuestros problemas así.

El amigo en Sídney
“A veces la gente se acostumbra tanto a lo que ve en las películas que acaba olvidando la historia auténtica”, me dijo un amigo mientras contemplábamos juntos el puerto de Sídney. “¿Te acuerdas de la escena cumbre de Los diez mandamientos?”.

Claro que me acordaba. En un momento dado, Moisés, interpretado por Charlton Heston, alza su bastón, las aguas se separan y el pueblo hebreo atraviesa el mar a pie. 

“En la Biblia es diferente”, continuó mi amigo. “Dios le ordena a Moisés: “Di a los hijos de Israel que se pongan en camino”. Y solo cuando han comenzado a andar levanta Moisés su bastón y se abre el Mar Rojo”. Solo el valor ante la adversidad hace que se nos muestre el camino.

El católico y el musulmán 
Estaba charlando con un sacerdote católico y un chico musulmán durante un almuerzo. Cada vez que pasaba el camarero con una bandeja, todos se servían, salvo el musulmán, que cumplía el ayuno prescrito en el Corán.

Cuando terminó la comida y la gente se hubo ido, uno de los convidados no pudo reprimir el siguiente comentario: “¡Mira que son fanáticos estos musulmanes! ¡Menos mal que no tenéis nada que ver con ellos!”.

“Sí tenemos”, dijo el sacerdote. “Él se esfuerza por servir a Dios tanto como lo hago yo. Simplemente observamos leyes diferentes”. Y concluyó: “Es una pena que las personas solo vean las diferencias que las separan. Si mirasen con más amor, verían lo que tienen en común unos y otros, y se resolvería la mitad de los problemas del mundo”.

Mi suegro, Christiano Oiticica
Poco antes de morir, mi suegro llamó a la familia: 

“Sé que la muerte no es más que un tránsito, y quiero poder hacer esta travesía sin tristeza. Para que no os preocupéis por mí una vez que me haya ido, os enviaré una señal de que valió la pena ayudar a los otros en esta vida”. Pidió ser incinerado y que sus cenizas fuesen esparcidas en el Arpoador mientras sonaba una cinta con sus canciones preferidas.

Falleció dos días después. Un amigo se encargó de la incineración en Sao Paulo, y de vuelta en Río de Janeiro fuimos todos al Arpoador con la radio, las cintas y el paquete con la pequeña urna que contenía las cenizas. Al llegar frente al mar, descubrimos que la tapa estaba atornillada. Intentamos abrirla, pero no pudimos.

No había nadie alrededor, aparte de un mendigo que se acercó: “¿Qué es lo quieren?”.

Mi cuñado respondió: “Un destornillador, porque aquí dentro están las cenizas de mi padre”.

“Debió de ser un hombre muy bueno, porque acabo de encontrarme esto por aquí”, dijo el mendigo. 

Y les entregó un destornillador.

Pintura deTina Berning
Texto retirado de: La Revista

viernes, 26 de noviembre de 2010

SINTONÍA

28- SINTONÍA
Las bases de todos los servicios de intercambio entre los habitantes del mundo espiritual y los encarnados descansan en la mente, no obstante las posibilidades de producir fenómenos naturales en el campo de la materia densa, llevados a efecto por entidades poco evolucionadas o por las extremadamente consagradas a la caridad y el sacrificio.

De cualquier modo, sin embargo: es en el mundo mental que se procesa la génesis de todos los trabajos de comunión de espíritu a espíritu.

De ahí proviene la necesidad de renovación idealista, de estudio, de bondad operante y de fe activa, si pretendemos mantener el contacto con los Espíritus de Gran Luz.

Supongamos que nuestra mente es una piedra que empieza a ser tallada. Igual que la mente del animal puede permanecer durante muchos siglos en la ociosidad o en la sombra, bajo el caparazón difícilmente permeable de hábitos nocivos o de impulsos degradantes; pero si la exponemos al sol de la experiencia, aceptando los obstáculos, las lecciones, los tormentos y las dificultades del camino como benditos golpes asestados por el buril de la vida, y nos esforzamos por perfeccionar el conocimiento y mejorar el sentimiento, así como la piedra tallada refleja la luz, nos capacitaremos indudablemente para recibir la influencia de los grandes genios de la sabiduría y del amor, gloriosos exponentes de la inmortalidad victoriosa. Así también nos convertiremos en valiosos instrumentos de la obra asistencial del Cielo, en favor del resurgimiento de nuestros hermanos menos favorecidos y para nuestra propia elevación, hacia regiones mas altas.

Afín de que alcancemos tan sublime objetivo, es indispensable que tracemos para nuestra organización mental un derrotero en el Infinito Bien, y que lo sigamos sin retroceder.

Es necesario que comprendamos - repetimos -, que nuestros pensamientos son fuerzas, imágenes, objetos, creaciones visibles y tangibles en el campo espiritual.

Atraemos compañeras y recursos de conformidad con la naturaleza de nuestras ideas, aspiraciones, invocaciones y llamados.

Por ser energía viva, el pensamiento mueve en torno de nosotros fuerzas sutiles, construye paisajes o formas y crea centros magnéticos u ondas con las cuales emitimos nuestra actuación o recibimos la actuación de los otros.

Nuestro éxito o fracaso dependen de la persistencia o de la fe con que nos consagramos mentalmente a los objetivos que nos proponemos alcanzar.

Semejante ley de reciprocidad impera en todos los acontecimientos de la vida.

Habremos de comunicarnos con las entidades o núcleos de pensamientos con los cuales nos pongamos en sintonía.

En los más simples cuadros de la naturaleza vemos que se manifiesta el principio de correspondencia.

Un fruto podrido genera en el suelo un foco infeccioso que tiende a expandirse, en tanto aporta elementos corruptores.

Expongamos una pequeña lámina de cristal, limpia y bien cuidada, a la luz del día y reflejará infinitos destellos del sol.

Las golondrinas van tras la belleza de la primavera.
Las lechuzas acompañan las sombras nocturnas.
El matorral agreste alberga serpientes.
La tierra cultivada produce el buen grano.
En la mediumnidad esas son las leyes que se manifiestan vigentes.

Las mentes enfermizas o perturbadas asimilan las corrientes desordenadas del
desequilibrio, mientras que la buena voluntad y la buena intención acumulan los valores del bien.

Nadie está solo.
Cada criatura recibe de acuerdo con lo que da.

Cada alma vive en el clima espiritual que ha elegido, en la búsqueda del tipo de experiencia en la que sitúa la propia felicidad.

Por consiguiente, estemos convencidos de que nuestros compañeros en la Tierra, o en el Más Allá, son los que escogemos con nuestros requerimientos íntimos, asimismo porque según la antigua lección evangélica, "tendremos nuestro tesoro donde pongamos el corazón".

Pintura de: Paul Jaarsma, tomada del blog Recogedor

Por el espíritu: Emmanuel
Texto retirado del: Libro "DERROTERO".

miércoles, 24 de noviembre de 2010

MEDIUMNIDAD

27- MEDIUMNIDAD
Una abrumadora mayoría de estudiantes del Espiritismo, catalogan a la mediumnidad como piedra fundamental de todas las edificaciones doctrinarias, pero cometen el error de considerar mediums tan sólo a los trabajadores de la fe renovadora que han asumido tareas específicas, o a los enfermos psíquicos que muchas veces sirven admirablemente a la esfera de las manifestaciones de los fenómenos.

Ante todo es preciso comprender que así como el tacto es la base de todos los sentidos, la intuición está en el principio de todas las percepciones espirituales y por eso mismo, toda inteligencia es intermediaria de las fuerzas invisibles que operan en el sector de actividades en el que habitualmente se coloca.

Desde los más bajos a los más elevados planos de la vida, existen entidades angelicales, humanas e infrahumanas que actúan a través de la inteligencia encarnada, para estimular el Progreso y divinizar experiencias, bruñir caracteres o sustentar benditas reparaciones, proteger a la naturaleza y garantizarlas leyes que nos gobiernan.


Al revelar conocimientos nuevos a la Humanidad, el Espiritismo incorpora a nuestro patrimonio mental valiosas informaciones sobre la vida imperecedera, alertándonos de nuestra condición de espíritus inmortales en temporario aprendizaje dentro de los cursos de la raza, la nación o el grupo consanguíneo al que transitoriamente pertenecemos en la Tierra.

Cada individualidad renace relacionada con los centros de vida invisible de los cuales procede y continuará, en general, siendo instru mento del conjunto de entidades dentro del cual mantiene sus concepciones y pensamientos habituales. Sin embargo, si es su deseo aprovechar la contribución que la sublime escuela del mundo le ofrece en sus diferentes cursos de preparación y perfeccionamiento espiritual, mediante la práctica del bien incluso en los mínimos recodos del camino - con lo que adquiere más amplias provisiones de amor y sabiduría -, es admitida por los grandes benefactores como intérprete de la asistencia divina dentro de los cuadros de la evolución humana, ya sea que se encuentre colaborando en la edificación del patrimonio del confort material, o dedicada a santificar el alma eterna.


No obstante, es necesario reconocer que en la esfera de la mediumnidad cada servidor se reviste con características propias.

El contenido sufrirá siempre la influencia de la forma y de la condición del recipiente.

Esa es la ley que rige el intercambio.
Una copa no habrá de contener la misma cantidad de agua que puede ser almacenada en un tanque con capacidad para centenares de litros.

El perfume conservado en un envase de cristal puro, no será el mismo si lo trasladamos a un recipiente enlodado.

El sabio no podrá tener por confidente a un niño, a pesar de que el niño invariablemente sea portador de tesoros de pureza y simplicidad, desconocidos para el sabio.

Por lo tanto, la mediumnidad puesta al servicio de la revelación divina, reclama estudio constante y devoción al bien, para el imprescindible enriquecimiento del saber y de la virtud.

La ignorancia podrá producir indiscutibles y bellos fenómenos, pero solo la conciencia de la responsabilidad, la consagración sistemática al progreso de todos, la bondad y el conocimiento consiguen materializar en la Tierra los monumentos definitivos de la felicidad humana.

Pintura de: Tesfay Atchbekha Negga, tomada del blog Recogedor

Por el espíritu: Emmanuel
Texto retirado del: Libro "DERROTERO".

domingo, 21 de noviembre de 2010

El espejo no miente

Por Paulo Coelho

El Alquimista

Enseñanzas terrenales

La reunión olvidada

El mullah Nasrudin, personaje central de la tradición sufi, tenía una cita con un renombrado filósofo de su aldea, pero se entretuvo en otras cosas y, a la hora acordada, no se presentó.


El filósofo, después de esperar algún tiempo, escribió en la puerta de la casa de Nasrudin: “¡Irresponsable!”, y se marchó. 

Horas más tarde, Nasrudin fue a casa del filósofo. 

-¿Conque te olvidaste de nuestra cita? -rugió este. 

-Sí, me olvidé, y te pido disculpas. Pero, al llegar a casa, vi que habías dejado escrito tu nombre en la puerta, y acudí inmediatamente. 

La generosidad y la recompensa
Compadecido con la pobreza del rabino Jusya, Ephraim colocaba diariamente algunas monedas debajo de su puerta.

Y un día se dio cuenta de que, cuanto más daba a Jusya, más dinero ganaba él.

Ephraim recordó que el rabino Baer era maestro de Jusya, y pensó: “Si soy bien recompensado al dar dinero al discípulo, ¡cuánto más no ganaré si ayudo a su maestro!”.

Viajó a Mezritch y cubrió de presentes al rabino Baer. A partir de ese momento, su suerte fue de mal en peor y casi lo pierde todo.

Intrigado, buscó a Jusya y le contó lo sucedido.

-Es muy sencillo -dijo Jusya-. Mientras dabas sin pensar en quién recibía, Dios hacía lo mismo. Y cuando empezaste a buscar gente ilustre para hacer tus donaciones, lo mismo hizo Dios. 

Llenar la copa ajena
Durante una comida en el monasterio de Sceta, el padre de más edad se levantó para servir agua a los demás. Con gran esfuerzo fue de mesa en mesa, pero ninguno de los padres aceptó.

“Somos indignos del sacrificio de este santo”, pensaban.

Cuando el viejo llegó a la mesa del abad João Pequeno, este pidió que le llenase el vaso hasta el borde.

Los otros monjes contemplaron la escena horrorizados. Al final de la comida reprendieron a João: 

-¿Cómo puedes juzgarte digno de que te sirva un hombre santo? ¿No viste que apenas podía levantar la garrafa? ¿No viste cómo le temblaban las manos? 

-¿Cómo puedo impedir que el bien se manifieste? –respondió João-. Vosotros, que os consideráis perfectos, no tuvisteis la humildad de recibir, y el pobre hombre no tuvo la alegría de dar. 

El alumno que robaba
Durante una de las clases del maestro zen Bankei, un alumno fue descubierto mientras robaba. Todos los discípulos pidieron la expulsión del alumno, pero Bankei no hizo nada.

A la semana siguiente, el alumno volvió a robar. Como Bankei seguía sin expulsarlo de clase, sus compañeros, irritados, escribieron una petición exigiendo que se castigara al ladrón.

-Como sois muy sabios -dijo Bankei tras leer la petición– sabéis distinguir el camino recto del torcido. Vosotros podéis iros a estudiar a cualquier otro lugar. Pero este pobre hermano, que no sabe lo que está bien y lo que está mal, solo me tiene a mí para enseñarle, y voy a seguir enseñándole.

Un torrente de lágrimas purificó el rostro del ladrón: el deseo de robar había desaparecido.
Texto retirado de: La Revista
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