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domingo, 25 de mayo de 2014

Sincronicidad (II parte): Momentos especiales

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

Cuando existe la ocurrencia de coincidencias más significativas, sin causa aparente, y que desafían las explicaciones científicas comunes y se sitúan en el terreno sobrenatural, nos encontramos con una sincronicidad.
(¿Sincronicidad o casualidad? Los sucesos repetidosHace un mes publiqué aquí varios textos sobre las llamadas “coincidencias”. Comparto algunos de los casos que me ocurrieron:

Trabajo anunciado

Acababa de escribir Valkirias, y estaba en el aeropuerto de Brasilia, esperando el momento de embarcar. Para distraerme, empecé a imaginar qué portada debería ponerle a este nuevo trabajo. El avión se atrasó, me puse a pasear por el vestíbulo, y descubrí una pequeña galería de arte en el segundo piso, donde vi un cuadro del arcángel Miguel, tema central del libro. Bastó leer la firma de la pintora –Walkiria– para decidir que aquel cuadro sería la portada.
Las coincidencias no acaban ahí. Las Valkirias fue publicado el 3 de agosto de 1992. Luego mi editor recibió una carta de la pintora: “Hace exactamente un año –el 3 de agosto de 1991– terminé una restauración en una iglesia de Goiás. Lo hice sin cobrar nada, apenas por amor. Este día, el párroco me llamó y me dijo: “Dios encontrará una manera de pagarte. De aquí a un año, un trabajo tuyo será muy conocido”.

Entre escritores

En el coctel de apertura del Festival de Escritores de Melbourne en 1993, en Australia, yo me sentía bastante descolocado. Era la primera vez que participaba en un evento literario fuera de mi país; no conocía a nadie, y decidí quedarme mirando una pared con pósteres de las portadas de los escritores presentes. Al lado de la portada de El Alquimista había otra bonita portada, y me entraron unas ganas enormes de conocer al autor de aquel libro.
Otro invitado se aproximó. También se sentía fuera de lugar, y aprovechó para intentar sacar algún tema de conversación. Sin saber quién era yo, se puso a elogiar bastante el cartel con la portada de mi libro. Medio avergonzado, le pregunté si había reparado en la otra lo bonita que estaba.
-Gracias –respondió él–. Soy el autor. Nos reímos mucho, cuando también me identifiqué como el autor del libro cuya portada él había elogiado.

Encuentros cruzados

Yo sabía que el músico y compositor Wagner Tiso estaba en Madrid, quería encontrarme con él, pero estaba resultando imposible. Yo dejaba un recado en el contestador automático, él dejaba un recado en mi hotel, y nunca conseguíamos hablarnos.
Un buen día, tuve que ir a Francia en coche. A la vuelta, cansado de conducir durante más de ocho horas, paré en un bar perdido en la carretera, en medio de ninguna parte. Cuando entré para tomar un café, ¿quién estaba allí, también tomando un café, también parando para descansar un poco? Lo adivinaron: ¡Wagner Tiso!

Destornillador oportuno

Poco antes de morir, mi suegro llamó a la familia: “Sé que la muerte es apenas un tránsito. Cuando me vaya al otro mundo, voy a dar una señal para confirmar que mereció la pena ayudar a los demás en esta vida”. Su deseo era ser incinerado, y que sus cenizas fueran arrojadas en Arpoador. Falleció dos días después. Un amigo facilitó la cremación en Sao Paulo y, una vez de vuelta en Río, fuimos directos a Arpoador. Al llegar frente al mar, la sorpresa: la tapa de la urna estaba firmemente presa con tornillos. No conseguíamos abrirla.
No había nadie cerca, apenas un mendigo preguntó: “¿Qué es lo que quieren?”.
Mi cuñado respondió: “Un destornillador, porque aquí están las cenizas de mi padre”.
“Él debe de haber sido un hombre muy bueno, porque acabo de encontrar esto justo ahora”, dijo el mendigo. Y extendió la mano, ofreciendo un destornillador.

Foto: @paulocoelho
Texto retirado de: La Revista

domingo, 18 de mayo de 2014

Distintas religiones: Esperanza y perdón

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

“Jesús mío, ya no nos haces falta. Ya somos capaces de conseguir que los agresores paguen por sus ofensas. Ya somos capaces de vengarnos con nuestras propias manos y de administrar el Bien y el Mal”.

Guardando la energía que resta

Dos rabinos intentan, como les es posible, reconfortar espiritualmente a los judíos de la Alemania nazi. Durante dos años, aunque muertos de miedo, engañan a la Gestapo –la temible policía de Adolf Hitler– y realizan oficios religiosos en varias comunidades. Finalmente, son descubiertos y detenidos. Uno de los rabinos, aterrorizado con lo que puede ocurrir de ahí en adelante, no para de rezar. El otro, por el contrario, se pasa el día durmiendo.
–¿Por qué actúas así? –le pregunta el rabino asustado.
–Para guardar fuerzas. Sé que las voy a necesitar de ahora en adelante.
–¿Pero no tienes miedo? ¿No sabes lo que nos puede ocurrir?
–Yo estaba en pánico, hasta que nos detuvieron. Ahora que estoy en esta celda, ¿de qué sirve temer lo que ya ha ocurrido? El tiempo del miedo ha terminado; ahora empieza el tiempo de la esperanza.

No nos haces falta

Los novicios del monasterio de Sceta presenciaron, cierta tarde, cómo un monje ofendía a otro. El superior del monasterio, el abad Sisois, le pidió al monje ofendido que perdonase a su agresor.
–De ninguna manera –fue su respuesta–. Él va a tener que pagar por lo que ha hecho.
En aquel instante, el abad Sisois levantó los brazos al cielo y empezó a rezar:
–Jesús mío, ya no nos haces falta. Ya somos capaces de conseguir que los agresores paguen por sus ofensas. Ya somos capaces de vengarnos con nuestras propias manos y de administrar el Bien y el Mal. Por lo tanto, Señor, puedes alejarte de nosotros sin preocuparte.
Avergonzado, el monje agredido perdonó inmediatamente a su hermano.

Pensando en las generaciones futuras

De joven, Abin-Alsar escuchó una conversación de su padre con un derviche.
–Ten cuidado con tus obras –dijo el derviche–. Piensa en cómo estas pueden afectar a las generaciones futuras.
–¿Qué tengo que ver yo con las generaciones futuras? –respondió el padre–. Nunca voy a conocerlas; cuando yo muera, todo habrá acabado, y no me importa lo que dirán mis descendientes.
Abin-Alsar nunca olvidó esta conversación. Durante toda su vida se esforzó en hacer el bien, ayudar a la gente y hacer su trabajo con entusiasmo.
Se convirtió en una persona conocida por su preocupación por los demás; al morir, había dejado un gran número de obras, que mejoraron considerablemente el nivel de vida de su ciudad.
En su túmulo, ordenó que grabasen el siguiente epitafio: “Una vida que acaba con la muerte, es una vida que no valió la pena”.

Proverbios del Islam

El amor es como una vela: el fuego la consume, pero una vela apagada es inútil. Hafis
Quien desea seguridad, mejor que se quede en la playa. Quien busca tesoros, debe adentrarse en el océano. Saadi de Xiras
Un buceador que solo piensa en tiburones, jamás tendrá perlas en sus manos. Saadi de Xiras

Foto: @paulocoelho
Texto retirado de: La Revista

domingo, 11 de mayo de 2014

En el viaje de la vida: Verdad y confianza

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

“Por eso, durante nuestro viaje por la vida, mantenemos la mirada fija en las virtudes que llevamos atadas a nuestro pecho. Al mismo tiempo, escrutamos sin piedad, en la espalda del compañero de delante, todos los defectos que tiene”.

Sin mirar atrás

Gilberto de Nucci emplea una excelente imagen para hablar de nuestro comportamiento. Según él, los hombres caminan por la faz de la Tierra en fila india, cargando cada uno de ellos una bolsa delante y otra detrás.
En la bolsa de delante, ponemos nuestras virtudes. En la de atrás, guardamos todos nuestros defectos.
Por eso, durante nuestro viaje por la vida, mantenemos la mirada fija en las virtudes que llevamos atadas a nuestro pecho. Al mismo tiempo, escrutamos sin piedad, en la espalda del compañero de delante, todos los defectos que tiene.
Y nos creemos mejores que él, sin darnos cuenta de que la persona que llevamos detrás está pensando exactamente lo mismo de nosotros.

La conciencia de la vida

El gran escritor griego Nikos Kazantzakis (Zorba el griego) cuenta que, siendo niño, se fijó en un capullo sujeto a un árbol en el que una mariposa se preparaba para salir. Esperó algún tiempo, pero, como tardaba mucho, decidió acelerar el proceso. Se puso a calentar el capullo con su aliento; la mariposa terminó saliendo, pero sus alas aún estaban presas, de manera que acabó muriendo poco después.
“Hacía falta una paciente maduración realizada por el sol, y yo no supe esperar”, dice Kazantzakis. “Aquel pequeño cadáver es, hasta hoy, uno de los mayores pesos que llevo en la conciencia. Pero fue él quien me hizo entender lo que es un verdadero pecado mortal: forzar las grandes leyes del universo. Hace falta paciencia, esperar el momento adecuado, y seguir con confianza el ritmo que Dios eligió para nuestra vida”.

No tengo nada nuevo que enseñar

Mahatma Gandhi luchó su vida entera, pero consiguió liberar la India del dominio inglés. Cuando le dijeron que era uno de los principales nombres de la Historia Universal, respondió:
«No tengo nada nuevo que enseñarle al mundo. La verdad y la no violencia son tan antiguas como las montañas. Todo lo que he hecho es intentar practicarlas en la mayor escala que me ha sido posible. Actuando de esta manera, me equivoqué algunas veces y aprendí con mis errores.
»Los que creen en las sencillas verdades que he expuesto, solo pueden propagarlas si viven de acuerdo con ellas. Estoy absolutamente convencido de que cualquier hombre o mujer puede hacer lo que yo he hecho, si se esfuerza de la misma forma y cultiva la misma esperanza y la misma fe».

Del eterno recuerdo

Josiah Royce (1855-1916), en un momento en el que muere alguien muy querido, escribe estas palabras:
«Nosotros morimos mientras tú permaneces.
»La eternidad es tuya.
»Y, en la eternidad, seremos recordados, no como puntos insignificantes de este mundo real, sino como hojas saludables que, en un momento dado, brotaron en las ramas del Árbol de la Vida.
»Estas hojas caen del árbol, pero no caen en el olvido.
»Porque tú siempre te acordarás de ellas».

Foto: @paulocoelho
Texto retirado de: La Revista

domingo, 4 de mayo de 2014

Circulando en internet: Inspiración y sentimientos

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

“Dios dejó varias cosas sin terminar, de modo que el hombre pudiera poner en práctica sus habilidades... pueda compartir la alegría de la creación”.
A continuación, algunos de los mensajes interesantes de correo electrónico que me llegaron recientemente. Me parece que, a pesar de las muchas críticas de personas que no entienden bien para qué sirve, y a pesar del mal uso de algunos, internet está permitiendo que la gente comparta inspiración y sentimientos.

Rui Duarte: el valor del tiempo

Si quieres entender el valor de un año, pregunta a un estudiante que no aprobó en los exámenes finales.
Si quieres entender el valor de un mes, pregúntale a una madre que tuvo un hijo prematuro.
Si quieres entender el valor de una semana: pregúntale al editor de un semanario.
Si quieres entender el valor de una hora: pregúntales a los enamorados que están esperando el momento de verse.
Si quieres entender el valor de un minuto, pregúntale a una persona que perdió el tren, el autobús, o el avión.
Si quieres entender el valor de un segundo, pregúntale a alguien que sobrevivió a un accidente.
Si quieres entender el valor de una centésima de segundo, pregúntale al ganador de una medalla de plata en las olimpiadas.

Shirlei Fuoco: las cosas que aprendí en la vida

«He aquí algunas de las cosas que aprendí en la vida:
»Que por muy buena que sea una persona, te herirá de vez en cuando y tú tendrás que perdonarla por esto.
»Que construir confianza lleva años, y destruirla, apenas segundos.
»Aprendí que no tenemos por qué cambiar de amigos si comprendemos que los amigos cambian.
»Que las circunstancias y el ambiente influyen sobre nosotros, pero nosotros somos responsables de nosotros mismos.
»Que, o bien controlas tus actos, o ellos te controlarán a ti.
»Aprendí que los héroes son personas que hicieron lo que había que hacer, enfrentando las consecuencias.
»Que la paciencia requiere mucha práctica.
»Que hay personas que nos quieren, pero que simplemente no saben cómo demostrarlo.
»Que algunas veces, la persona que piensas que va a darte el golpe mortal cuando caes, es una de las pocas que te ayudan a levantarte.
»Que solo porque una persona no te quiere como a ti te gustaría, no significa que no te quiera con todo el amor de que es capaz.
»Que nunca se le debe decir a un niño que los sueños son tonterías: sería una tragedia si llegase a creerlo.
»Que no siempre es suficiente con que alguien te perdone. La mayoría de las veces tendrás que perdonarte también a ti mismo.
»Que no importa en cuántos pedazos te hayan partido el corazón; el mundo no para, y espera que tú lo arregles».

Anónimo: ‘página en construcción’

Dios dejó varias cosas sin terminar, de modo que el hombre pudiera poner en práctica sus habilidades.
Dejó la electricidad en la nube y el petróleo en el fondo de la tierra.
Creó los ríos sin puentes, los bosques sin senderos, los campos sin casas.
Dejó las pinturas del lado de fuera de los cuadros, los sentimientos para ser descritos, las montañas para ser conquistadas, los problemas para ser resueltos.
Dios dejó varias cosas sin terminar, de modo que el hombre pueda compartir la alegría de la creación.

Foto: @paulocoelho
Texto retirado de: La Revista
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