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miércoles, 27 de abril de 2011

APRENDAMOS, ENSEÑANDO



Como acontece al valor del gran esfuerzo que es lastre fecundo en la garantía de la caridad, recordémonos de los pequeñitos sacrificios que podemos realizar, cada hora, contra los impulsos de nuestra propia naturaleza inferior, trabajando en auxilio de los portadores de necesidades mayores de lo que son las nuestras.

Muchos compañeros encarnados desisten de la colaboración en las obras del bien, declarándose imperfectos y endeudados, cuando, en esa condición, más valioso se nos hace el trabajo de formación de la propia disciplina.

Pero antes de la cuna, cuando la necesidad de redención o de mejoría nos desvela al espíritu sediento de progreso el campo educativo que la experiencia física nos ofrece, solicitamos, con empeño, las situaciones que nos contraríen el modo de proceder y de ser, a fin de que el internación terrestre nos supla de los valores reales de lo que nos hallamos carentes.

Es por eso, que casi siempre en la Tierra, cuando impulsivos e impacientes, somos constreñidos a exaltar la serenidad; enfermos, nos sorprendemos inducidos a amparar la salud ajena; débiles, nos sentimos en la obligación de sustentar la fortaleza de los demás; atormentados por nuestras llagas íntimas de aflicción o desencanto, nos reconocemos intimados a nutrir la tranquilidad y la esperanza en aquellos que desfallecen; y tentados, en muchas circunstancias, a la quiebra y al desorden, en lo íntimo de nuestra casa, nos vemos convocados a evitar el desequilibrio y el desastre en el instituto doméstico en que respiran corazones queridos de nuestro panel de acción.

No desprecies auxiliar siempre, en la construcción del bien, aún cuando te sientas de todo ausente de él, porque enseñando lo mejor a los demás, somos impelidos a procurar lo mejor en favor de nosotros mismos y, disciplinando la existencia en torno de nuestro camino, acabamos fatalmente disciplinados por ella.

Pintura de: Ali Cavanaugh
Tomada de: ali cavanaugh
Por el espírituEmmanuel
Texto tomado del: 
Libro "
NACER Y RENACER
".

domingo, 24 de abril de 2011

Fortaleza del alma


Por Paulo Coelho 

El Alquimista

La alegría

“Aun siendo conscientes de nuestros defectos y limitaciones, debemos hacer lo posible para conservar la esperanza y el buen humor. Al fin y al cabo, el mundo siempre se esfuerza por ayudarnos, aunque a veces tengamos la sensación de que sucede al revés”.

Dice Khalil Gibran que hace veinte siglos que los hombres adoran la franqueza en la persona de Jesús, y no comprenden Su fuerza. Jesús no vivió como un cobarde, y no murió quejándose y sufriendo. Vivió como un revolucionario, y fue crucificado como un rebelde.

“No era un pájaro de alas rotas, sino una tempestad violenta que rompía las alas torcidas. No era víctima de sus perseguidores, y no sufrió a manos de sus ejecutores, sino que era libre ante todos.

“Jesús no descendió al mundo para destruir nuestras casas y, con sus piedras, construir conventos. Él vino a insuflar al mundo un alma nueva y fuerte, que haga de cada corazón un templo, de cada alma un altar, y de cada ser humano un sacerdote.”

Observando Su Vida con atención, veremos que, aunque supiese que Su Pasión era inevitable, procuró darnos un sentido de la alegría en cada gesto. Como dije en una columna reciente, Él debió de pensar mucho antes de decidir cuál sería el primer milagro que debía realizar. Debió de considerar la curación de un paralítico, la resurrección de un muerto, la expulsión de un demonio, algo que sus contemporáneos considerasen “una actitud noble”. A fin de cuentas, sería la primera vez que se mostraría al mundo como Hijo de Dios.

Y como está escrito, Su primer milagro fue el de convertir el agua en vino, para alegrar una fiesta de casamiento.

Que la sabiduría de este gesto nos inspire, y que esté siempre presente en nuestras almas: la búsqueda espiritual es compasión, entusiasmo y alegría.

El monje tibetano Chögyam Trungpa dice: “no es necesaria una experiencia mística para descubrir que el mundo es bueno. Basta percibir las cosas simples que existen a nuestro alrededor, ver las gotas de lluvia resbalando por el cristal, levantarse de mañana y descubrir que el sol brilla, oír a alguien reír”.

Actuando de esta manera, el mundo deja de ser una amenaza. Pasamos a darnos cuenta de que somos capaces de reverenciar el milagro de la existencia, y aceptamos que tenemos la suficiente sensibilidad para ver el amor que existe en nuestra alma. Si somos capaces de ver lo que es bello, es porque también nosotros somos bellos, ya que el mundo es un espejo, y devuelve a cada hombre el reflejo de su propio rostro.

Aun siendo conscientes de nuestros defectos y limitaciones, debemos hacer lo posible para conservar la esperanza y el buen humor. Al fin y al cabo, el mundo siempre se esfuerza por ayudarnos, aunque a veces tengamos la sensación de que sucede al revés.

El único gran peligro radica en confiarnos demasiado. Por más alegría que sienta en su corazón, un guerrero de la luz no debe jamás bajar la guardia. Cuando percibamos que, debido a una actitud positiva ante la vida, caemos en una especie de optimismo inconsecuente y bajamos la guardia, es bueno recordar las siguientes palabras de Confucio: “El peligro surge cuando el hombre se siente seguro de su posición.

“La ruina amenaza a todo aquel que intenta preservar un estado de cosas”.
“La confusión aparece cuando colocamos todo en orden.
“Por lo tanto, el hombre superior no olvida el peligro cuando se siente seguro”.
“El sabio no olvida el fantasma de la ruina cuando está en plena prosperidad”.
“El inteligente no olvida la confusión cuando sus asuntos están en orden”.
Texto retirado de: La Revista

miércoles, 20 de abril de 2011

EXPIACIÓN Y EVOLUCIÓN


El traje tiene el tipo de costura a que se afilia, pero la persona que lo viste nada tiene de común con la señal de la fábrica.

El vaso revela el estilo del alfarero, no obstante, el líquido que carga, a pesar de guardarle la contextura, es de esencia diversa.

El cuerpo, igualmente, trae la marca de los padres que lo entretejen en el taller de la herencia, sin embargo, el espíritu que lo maneja es muy diferente, en la constitución psicológica, aunque, muchas veces, les comulgue las tendencias.

Cada criatura renace, transportando consigo la herencia de sus propios actos.

Regeneraciones y tareas que la desencarnación interrumpe alcanzan la continuación en la siguiente existencia.

La expiación alinea los cuadros de enfermedad e infortunio que comienzan de la cuna y la evolución desdobla realizaciones y esperanzas que se entreven en la niñez.

Justo comprender que hay reencarnaciones, equivalentes a estaciones de reajuste y rescate, iniciativa y continuidad, lección y sacrificio, con luchas correspondientes a ministerios y pruebas, deudas y créditos, progreso y perfeccionamiento, recuperación y misión.

La Historia nos presenta jóvenes prodigios, como Pascal, escribiendo un tratado de las secciones cónicas de Euclides, y Mozart, componiendo una ópera, uno y otro, antes de los quince años de edad, en la experiencia física. Hoy como ayer, es posible encontrar, entre menores delincuentes, las más avanzadas vocaciones para la crueldad, tanto como en la calle, legiones de pobres niños arrebatados en el desequilibrio.

Sepamos iluminar la mente infantil y juvenil en la llama del conocimiento superior.

Infancia es el día que alborea.

Mocedad es el día en movimiento.

Educándonos, para conseguir educar, conduciremos a jóvenes y adultos a la edificación del porvenir, a través de la responsabilidad de vivir, porque la muerte, como escrituraria de la Justicia Divina, surgirá para cada uno.

Ilustración de: Alba Marina Rivera
Tomada del blog Recogedor 
Por el espírituEmmanuel
Texto tomado del: 
Libro "
NACER Y RENACER
".

domingo, 17 de abril de 2011

¡Estar vivos!


Por Paulo Coelho 

El Alquimista

Importancia de los cambios

“Sin duda conocerás cosas mejores y cosas peores que las que ya conoces, pero no es eso lo que importa. Lo más importante es el cambio, el movimiento, el dinamismo, la energía”.

Recibo de dos lectores, casi en la misma semana, un texto que supuestamente escribí yo. No, no fui yo, aunque sí tiene mucho que ver con mi manera de afrontar la vida. Como me parece un texto interesante, y con la esperanza de encontrar a su verdadero autor, lo reproduzco aquí:

Cambia. Pero empieza despacio, pues la dirección es más importante que la velocidad.

Siéntate en otra silla, al otro lado de la mesa. Más tarde, cambia de mesa.

Cuando salgas a la calle, ve por la otra acera. Después, cambia de ruta, camina con calma por otras calles, observando con atención los lugares por donde pasas.

Coge otros autobuses. Por un tiempo, cambia tu forma de vestir; regala los zapatos viejos e intenta andar descalzo unos días, aunque sea en casa.

Tómate una tarde entera para pasear libremente, oír a los pájaros o el ruido de los carros.

Abre y cierra cajones y puertas con la mano izquierda.

Duerme en el otro lado de la cama. Después, duerme en otras camas.

Ve otros programas de televisión, lee otros libros, vive otros romances, aunque sea en tu imaginación.

Acuéstate más tarde. Acuéstate más temprano.

Aprende una palabra nueva al día.

Come un poco menos, come un poco más, come diferente; escoge nuevos condimentos, nuevos colores, cosas que nunca te atreviste a probar.

Almuerza en otros sitios, ve a otros restaurantes, toma otro tipo de bebida, compra el pan en otra panadería.
Almuerza más temprano, cena más tarde, o viceversa.

Busca lo nuevo todo el día: el lado nuevo, el método nuevo, el sabor nuevo, el gesto nuevo, el placer nuevo, la postura nueva.
Escoge otro mercado, otra marca de jabón, otra pasta de dientes.

Báñate a otras horas.
Utiliza bolígrafos de otros  colores.

Ve a pasear a otros lugares.

Ama cada vez más, de diferentes formas. Aunque pienses que la otra persona se puede asustar, en la cama propón lo que siempre has soñado hacer.

Cambia de bolso, de cartera, de maleta, cómprate otras gafas, escribe nuevos poemas.

Abre una cuenta en otro banco. Ve a otros cines, a otros peluqueros, a otros teatros, visita otros museos.

Cambia. Y piensa seriamente en conseguir un nuevo empleo, una nueva ocupación, un trabajo más parecido a lo que esperas de la vida, más digno, más humano.

Si no encuentras razones para ser libre, invéntalas: sé creativo.

Aprovecha para emprender un viaje sin pretensiones, sencillo, largo y, a ser posible, sin destino.

Experimenta cosas nuevas. Vuelve a cambiar. Prueba de nuevo. Experimenta otra vez.

Sin duda conocerás cosas mejores y cosas peores que las que ya conoces, pero no es eso lo que importa. Lo más importante es el cambio, el movimiento, el dinamismo, la energía.

Solo lo que está muerto no cambia, y tú estás vivo.

Texto retirado de: La Revista
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