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domingo, 28 de junio de 2015

Hércules y la decisión: Caminos de vida

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

“Los paisajes que verás pueden ser majestuosos e imponentes, pero también solitarios y aterradores. Sin embargo, este es el camino que conduce hasta las montañas azules de la fama y de la conquista”.
Todos nosotros ya hemos oído hablar de Hércules, el famoso héroe de la antigua Grecia. El texto siguiente es una adaptación hecha por el escritor americano James Baldwin sobre uno de los episodios que marcó la juventud de aquel que, según la mitología, realizaría doce trabajos en nombre de la justicia.
Hércules era todavía joven e inexperto; tenía una larga vida frente a él, pero su corazón vivía insatisfecho. Miraba a su alrededor y veía que la mayor parte de sus amigos pasaba casi todo el tiempo divirtiéndose y bebiendo, mientras que él estaba obligado a trabajar de sol a sol para ayudar en el sustento de su casa.
Una mañana, su padrastro le pidió que fuera hasta una ciudad próxima para comprar levadura de pan. Como era la primera vez que andaba por aquel camino, al llegar a una encrucijada no supo qué dirección tomar.
El camino de la derecha era accidentado y lleno de piedras, carente de cualquier belleza natural, pero Hércules notó que conducía hacia una hermosa cordillera de montañas azules en el horizonte. El camino de la izquierda era ancho y llano; estaba bordeado por un río de aguas claras, contorneaba una plantación de árboles frutales y había pájaros cantando en toda su extensión. Sin embargo, una bruma matinal no permitía ver adónde iba a dar.
Mientras el joven meditaba, procurando descubrir la mejor decisión para cumplir la misión que se le había encomendado, notó que dos bellas mujeres se aproximaban, cada una por un camino. La que venía por la vereda arbolada llegó primero, ya que el trayecto era más fácil de recorrer; Hércules notó que tenía el rostro dorado por el sol. Ella se dirigió a él:
– ¡Hola, muchacho de inmensa fuerza y actitud correcta! -dijo. Sígueme y te conduciré por lugares amenos, donde no hay tormentas para castigar tu cuerpo, ni problemas para entristecer tu alma. Vivirás como tus amigos, en una ronda incesante de música y alegría, nada te faltará: ni el vino, ni las camas confortables, ni las más bellas mozas. Ven conmigo.
A esta altura, la otra mujer –que venía por el sendero de la montaña– también había llegado a la encrucijada. Y dijo a Hércules:
–No puedo prometerte nada de eso. Todo lo que encontrarás en mi camino es aquello que puedas conseguir con tu fuerza y tu voluntad. El sendero por donde te conduciré es irregular y asustador, a veces con subidas muy inclinadas, a veces con valles donde los rayos del sol nunca consiguen entrar. Los paisajes que verás pueden ser majestuosos e imponentes, pero también solitarios y aterradores. Sin embargo, este es el camino que conduce hasta las montañas azules de la fama y de la conquista, que puedes ver a distancia. No puedes llegar a ellas sin esfuerzo, y todo lo que desees debe ser fruto de tu trabajo.
Si quieres comer, tendrás que plantar.
Si quisieras amor, es preciso amar.
Si quisieras el cielo, debes ser digno de entrar por sus portones.
Si quisieras ser recordado, debes estar preparado para luchar cada minuto de tu vida.
–¿Cómo te llamas? -preguntó él.
–Algunos me llaman Trabajo, respondió la mujer, pero otros me llaman Virtud, y yo prefiero este último nombre.
Hércules entonces se dirigió hacia la otra mujer, ¿cuál es tu nombre?
– Me llaman Placer -dijo la que venía por la vía florida- pero prefiero que me digan Suerte.
–Placer, no puedo ver hasta dónde conduce el sendero para el cual me convidas, comentó Hércules. Por otro lado, la Virtud me muestra las montañas en el horizonte y donde puedo llegar con el resultado de mis esfuerzos.
Y tomando a la Virtud de la mano, entró con ella en el camino que conducía hacia su propio destino.
Crédito de foto: @paulocoelho
Texto retirado de: La Revista

domingo, 21 de junio de 2015

La fuerza interior: Elegir sabiamente

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

Tú solo debes honrar a aquellos que, a pesar de tener que vivir en condiciones muy difíciles, luchan día y noche para defender lo que creen...”.

Sobre el arte de saber lo que se quiere

Un intelectual árabe fue al encuentro de un maestro sufi. Pasaron toda la noche conversando sobre religión, y cuando el sol comenzó a mostrar sus primeros rayos, el intelectual comentó:
- ¡Qué noche bendita ha sido esta! Estuvimos aquí sentados, hablando de cosas importantes; mucho mejor que pasarla solo con mis libros.
El maestro sufi comentó:
- ¡Qué noche horrible! Ha sido una total pérdida de tiempo.
- ¿Por qué? - preguntó el árabe, sorprendido.
- Durante todas estas horas, tú intentaste decir algo que me alegrase, y yo intenté darte respuestas que te dejaran contento.
En vez de encarar nuestras diferencias, y comprender que solo así podemos evolucionar, intentamos agradarnos mutuamente. Habría sido mejor pasar la noche rezando: por lo menos habríamos estado agradando a la persona adecuada, que es Dios.

Lo que realmente importa

Cierto hombre se aproximó a Abu Said A'bil Khair, un gran maestro sufi a quien mucha gente atribuía milagros, y comentó:
- Usted es el más poderoso de todos los hombres, porque puede andar sobre las aguas de un río, volar hasta la copa del árbol más alto y trasladarse desde el este al oeste en menos de un minuto. Vengo aquí para quedarme a su servicio por el resto de mi vida.
- No hay nada de interesante en todo lo que acabas de mencionar -replicó Abu Said A'bil Khair. -Los patos también andan en las aguas de los ríos, los pájaros son capaces de volar y el demonio consigue ir desde el este hasta el oeste en menos de un minuto. Si es por eso que viniste hasta aquí, rehúso tus servicios.
Paró un momento, saboreando la confusión del hombre, y continuó:
- Estas cosas no tienen ningún valor, sirven solamente para educar la disciplina de un hombre.
Tú solo debes honrar a aquellos que, a pesar de tener que vivir en condiciones muy difíciles, luchan día y noche para defender lo que creen, son cariñosos con el prójimo, se casan y no se dejan abatir por las dificultades de la vida en común, trabajan de sol a sol para conseguir el sustento de su familia y nunca se desesperan.
Siempre que encuentres una persona así, procura servirla por algún tiempo, porque con certeza está necesitando ayuda.

No confiar en el presente

El estudiante fue a llamar a la puerta del profesor en mitad de la noche.
- ¡He perdido mi capacidad de concentración! ¡No consigo desarrollar todos los temas que usted me pidió!
- Esto pasará - dijo el profesor. - No te dejes impresionar por lo que estás sintiendo ahora y continúa procurando evolucionar.
Semanas más tarde, el estudiante volvió a la casa del profesor.
- ¡Finalmente lo estoy consiguiendo! Siento que mi alma está menos angustiada, estoy más seguro de lo que quiero y puedo hacer lo que usted me pidió sin ningún problema.
- Esto pasará. No te dejes impresionar por lo que estás sintiendo ahora y continúa procurando evolucionar - fue la respuesta. (O)

Crédito de foto: @paulocoelho
Texto retirado de: La Revista

domingo, 14 de junio de 2015

El guerrero de la luz: Carácter y personalidad

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

Acumular amor significa suerte, acumular odio significa calamidad. Quien no reconoce la puerta de los problemas, termina dejándola abierta, y surgen las tragedias”.

Un guerrero de la luz siempre hace algo fuera de lo común. Puede bailar por la calle mientras se dirige al trabajo, o mirar a los ojos de una persona desconocida y hablar de amor a primera vista. Un guerrero de vez en cuando defiende una idea que puede parecer ridícula, pero en la cual cree.
El guerrero de la luz se permite vivir un día diferente del otro.
Él no tiene miedo de llorar antiguas penas o alegrarse con nuevos descubrimientos. Cuando siente que llegó la hora, deja todo y parte hacia su aventura tan soñada. Cuando entiende que está en el límite de su resistencia sale del combate sin culparse por haber hecho una o dos locuras inesperadas.
Un guerrero no pasa sus días intentando representar el papel que otros escogieron para él.

Utilizando la locura

El guerrero de la luz no tiene miedo a parecer loco. Habla en voz alta consigo mismo cuando está solo. Alguien le enseñó que esta es la mejor manera de comunicarse con los ángeles, y él se arriesga al contacto.
Al comienzo le parece difícil; piensa que no tiene nada que decir, que estará repitiendo tonterías sin sentido.
Pero aun así, el guerrero insiste. Todos los días habla con su corazón: dice cosas con las que no está de acuerdo, divaga.
Un día percibe el cambio en su voz y entiende que está canalizando una sabiduría mayor.
El guerrero parece loco, pero esto es apenas un disfraz: se atrevió a buscar en su ángel las informaciones que necesitaba y consiguió recibirlas.

Aceptando las derrotas

Todo guerrero de la luz ya tuvo miedo de entrar en combate.
Todo guerrero de la luz ya traicionó y mintió en el pasado.
Todo guerrero de la luz ya perdió la fe en el futuro.
Todo guerrero de la luz ya recorrió un camino que no era el propio.
Todo guerrero de la luz ya sufrió por cosas sin importancia.
Todo guerrero de la luz ya creyó que no era guerrero de la luz.
Todo guerrero de la luz ya falló en sus obligaciones espirituales.
Todo guerrero de la luz ya hirió a alguien a quien amaba.
Por eso es un guerrero de la luz: porque pasó por todo eso y no perdió la esperanza de ser mejor de lo que era.

Aprendiendo con un sabio

El antiguo sabio chino Lao Tzu comenta la jornada del guerrero de la luz:
“El camino incluye el respeto por todo lo que es pequeño y sutil. Conoce siempre el momento de tomar las actitudes necesarias”.
“Aunque ya hayas disparado diversas veces con el arco, continúa prestando atención a la manera como colocas la flecha y como tensas la cuerda”.
“Cuando el aprendiz está consciente de sus necesidades, termina siendo más inteligente que el sabio distraído”.
“Acumular amor significa suerte, acumular odio significa calamidad. Quien no reconoce la puerta de los problemas, termina dejándola abierta, y surgen las tragedias”.
“El combate nada tiene que ver con la riña”. (O)

Crédito de foto: @paulocoelho
Texto retirado de: La Revista

domingo, 7 de junio de 2015

Del Oriente Medio: Suerte y destino

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

No se trata de escuchar lo que ciertas personas dicen de falso: lo importante es continuar haciendo lo que yo considero verdadero”.

Aprovechando la suerte

Este relato está basado en un cuento de Sa’di de Shiraz en el libro Gulistan (El jardín de las flores).
Una vez un rey de Persia se había mandado a hacer un anillo con una piedra preciosa engastada. Cierta tarde, aburrido de la vida, se dirigió a la mezquita de Musalla, cerca de Shiraz, ordenó a sus soldados que colocasen el anillo en lo alto de un poste de madera y convocó al pueblo:
—Quien consiga disparar una flecha que pase por el centro del anillo lo ganará de regalo, junto con cien monedas de oro.
Cuatrocientos arqueros se ofrecieron para tirar sus flechas. Todos lo hicieron. Y todos erraron.
Cerca de allí, un joven estaba jugando con su arco cuando una de las flechas se desvió con el viento y fue hasta la mezquita, atravesando el centro del anillo.
El rey le entregó la joya y las monedas de oro, y sus cortesanos lo llenaron de regalos. En cuanto el joven salió del palacio, lo primero que hizo fue quemar su arco y sus flechas.
—¿Por qué haces esto?— le preguntó un noble que pasaba.
—Porque un hombre tiene que entender que a veces la suerte llama a su puerta, pero no debe dejarse tentar porque ella lo engañe, y termine convenciéndole de que tiene talento.

Sabiendo escuchar los insultos

En el reino del Oeste vivía una reina llamada Layla. Su sabiduría iluminaba la tierra como el sol, su belleza cegaba a los hombres y su riqueza era mayor que la de cualquier otro soberano.
Cierta mañana, su principal consejero solicitó una audiencia y comentó:
—¡Gran reina Layla! Sois la más sabia, más bella y más rica mujer del mundo. Pero he escuchado cosas que no me agradan: algunas personas se burlan o protestan de vuestras decisiones. ¿Por qué, a pesar de todo lo que habéis hecho por vuestros súbditos, ellos aún no están contentos?
La reina sonrió y respondió:
—Mi fiel consejero, sabes cuánto yo he hecho por mi reino. Siete regiones están bajo mi control y todas ellas disfrutan de paz y prosperidad. En todas las ciudades, las decisiones de mi corte son justas e inspiradas.
Puedo hacer casi todo lo que quiero. Puedo ordenar que se cierren las fronteras, sean clausurados con cerrojos los portones del palacio, y el cofre del tesoro sellado por tiempo indefinido.
Pero existe solo una cosa que no puedo hacer: mandar al pueblo que se calle. No se trata de escuchar lo que ciertas personas dicen de falso: lo importante es continuar haciendo lo que yo considero verdadero.

Eligiendo el destino

Un hombre preguntó al famoso mulá Nasrudin:
—¿Cuál es el sentido de la vida?
—Creer.
—¿Creer qué?
—Tú crees que las cosas están yendo bien y no lo están, entonces llamas a eso “falta de suerte”. Tú crees que las cosas no están tan mal como pensabas y te consideras afortunado. Tú crees que puedes controlar el futuro y pasas a creer que tienes talento e intuición. Crees que el futuro terminó siendo peor de lo que esperabas y llamas a eso destino. Pasas la vida creyendo cosas, en vez de tomarlas como son. (O)

Crédito de foto: @paulocoelho
Texto retirado de: La Revista
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