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lunes, 27 de agosto de 2012

Sobre la vejez: Enseñanzas que perduran

Por Paulo Coelho 

El Alquimista

“Al andar lentamente, nota la firmeza de sus pasos. Sabe que participa de un momento decisivo en la historia de la humanidad, y tiene que transformarse a sí mismo antes de transformar el mundo”.

Un guerrero de la luz nunca tiene prisa. El tiempo trabaja a su favor, él aprendió a dominar la impaciencia y evita acciones precipitadas. Al andar lentamente, nota la firmeza de sus pasos.
Sabe que participa de un momento decisivo en la historia de la humanidad, y tiene que transformarse a sí mismo antes de transformar el mundo.
Un guerrero de la luz nunca coge el fruto cuando este está todavía verde, pues sabe que el tiempo es su aliado, no su enemigo.

Descubrir un nuevo método

El viejo cazador de zorros, considerado el mejor de la región, decidió por fin jubilarse. Juntó sus pertenencias y se preparó para partir en dirección al sur del país, donde el clima era más benigno.
Sin embargo, antes de que hubiera terminado de empaquetar sus cosas, recibió la visita de un joven.
–Quiero aprender sus técnicas –dijo el recién llegado–. A cambio, le compro su tienda, su licencia de cazador y hasta pagaré por todos los secretos que conoce.
El viejo aceptó, firmaron el contrato y le enseñó al muchacho todo lo que sabía sobre el tema. Con el dinero recibido, compró una hermosa casa en el sur, donde pasó el invierno entero sin necesidad de preocuparse por reunir leña para el hogar, ya que el clima era muy agradable.
En la primavera sintió nostalgia de su aldea y decidió regresar para ver a sus amigos.
Al llegar, se cruzó en mitad de la calle con el joven que, meses antes, le había pagado una fortuna por sus secretos.
–Y así –preguntó–, ¿cómo fue la temporada de caza?
–No conseguí ni un triste zorro.
El viejo se sorprendió muchísimo:
–Pero ¿seguiste mis consejos?
Con los ojos fijos en el suelo, el muchacho respondió:
–Bueno, la verdad es que no los seguí. Pensé que sus métodos eran demasiado anticuados y acabé desarrollando, yo solo, una manera mejor de cazar zorros.

Descubrir el Amazonas

El jesuita Anthony Mello nos cuenta la historia de un hombre que, después de mucho vivir y mucho viajar, regresa a su pueblo. Reunió a los amigos y comenzó a discurrir sobre las maravillas del Amazonas.
Todos se entusiasmaron, y el explorador les dejó un mapa, sugiriéndoles que visitaran el lugar.
Años después, volvió a su tierra y vio el mapa enmarcado en el ayuntamiento. Un funcionario le dijo:
–Esto es el Amazonas.
–No, ¡esto es un mapa del Amazonas! ¿Acaso no fueron a visitarlo?
–¿Para qué? –respondió el funcionario–. Ya estamos viejos y nos sabemos de memoria cada río, cada montaña, cada cascada. ¿Para qué perder el tiempo yendo hasta allí?

Texto retirado de: La Revista



viernes, 24 de agosto de 2012

Señales de alarma

Hay diez señales rojas, en el camino de la experiencia, indicando probable caída en la obsesión:
Cuando entramos en la faja de la impaciencia; cuando creemos que nuestro dolor es el mayor; cuando pasamos a ver ingratitud en los amigos; cuando imaginamos maldad en las actitudes de los compañeros;  cuando comentamos el lado menos feliz de esa o de aquella persona; cuando reclamamos aprecio y reconocimiento; cuando suponemos que nuestro trabajo está siendo excesivo; cuando pasamos el día exigiendo el esfuerzo ajeno, sin prestar el más leve servicio; cuando pretendemos huir de nosotros mismos, a través del alcohol o del narcótico cuando juzgamos que el deber es apenas de los otros.
Todas las veces que una de esas señales venga a surgir en el tránsito de nuestras ideas, la Ley Divina está presente, recomendándonos la prudencia de ampararnos al socorro de la plegaria o de la luz del discernimiento.
Dictado por el espíritu Scheilla
Extraído del libro "Ideal Espírita"

Pintura de: Thomas Saliot
Tomada del blog Recogedor

Texto retirado de: Luz Espiritual


miércoles, 22 de agosto de 2012

Perdón y libertad

Aprendamos a perdonar, conquistando la libertad de servir.
Es imprescindible olvidarse del mal para que el bien se efectúe.
Donde trabajas, práctica la tolerancia constructiva para que la tarea no se esclavice a perturbaciones…
En casa, guarda el entendimiento fraterno, a fin de que la sombra no te espose el espíritu al desespero…
Donde estuvieres y adonde fueres, acuérdate del perdón incondicional, para que el auxilio a los otros te asegure paz a la vida.
Es indispensable que la comprensión reine hoy entre nosotros, para que mañana no estemos encarcelados en la red de la oscuridad. La muerte no es la libertad pura y simple.
Desencarnarse el alma del cuerpo no es exonerarse de los sentimientos que le son propios.
Muchos conducen consigo, en la otra vida, una copa de hiel envenenada con la que aniquilan los mejores sueños de los que se quedaron en la Tierra, y muchos de los que se quedan en la Tierra conservan con ellos en el corazón un vaso de fuego vivo con el que destruyen las mejores esperanzas de los que demandan el gris portal del túmulo.
No procures para tu alma el infierno invisible del odio.
Acomódate con el adversario hoy mismo, procurando entenderlo y servirlo, para que mañana no te matricules en angustiosas contiendas con fuerzas ocultas.
Transferir la reconciliación para el camino de la muerte es atormentar el camino de la propia vida.
Disculpa siempre, reconociendo que no prescindimos de la paciencia ajena. Ni siempre somos nosotros la víctima real, una vez que, por actitudes ni manifiestas, inducimos al prójimo a actuar contra nosotros convirtiéndonos, ante los tribunales de la Justicia Divina, en autores, intelectuales de delitos que pasamos a lamentar indebidamente delante de los otros.
Toda intolerancia es violencia.
Toda dureza espiritual es crueldad.
Casi siempre, la crítica es el corrosivo del bien, tanto como la acusación habitualmente, es un chicote de brasas.
Es conociendo que encontraremos en el trayecto la proyección de nosotros mismos, conservemos el perdón por ser el defensor de nuestra libertad, ayudando ahora para que no seamos desamparados después.


Dictado por el espíritu: Emmanuel
Extraído del libro "Trevo de Idéias"

Pintura de: Olga Noes
Tomada del blog Recogedor
Texto retirado de: Luz Espiritual

domingo, 19 de agosto de 2012

¿Políticamente incorrecto? El matrimonio

Por Paulo Coelho

El Alquimista

“Los hombres se casan porque están cansados de buscar. Las mujeres se casan porque tienen miedo de continuar buscando. Como resultado, ambos terminan tristes”.

En alguna ocasión hemos dedicado esta columna a mirar el mundo desde una perspectiva diferente, aunque incorrecta. Hoy el tema central es el matrimonio a través de la siguiente historia: Caminaba Adán por los jardines del Paraíso con una expresión bastante deprimida. En ese momento, oyó la voz de Dios, que le preguntaba:
-¿Qué es lo que no va bien en tu vida? Adán respondió que no tenía con quién hablar.
Dios, que quería verlo contento, decidió crearle una compañera, a la que llamaría “mujer”.
–Lo haré lo mejor que pueda –continuó Dios–. Esta nueva criatura cocinará, lavará, y siempre estará de acuerdo con cualquier cosa que decidas. Te dará herederos, pero jamás te despertará en mitad de la noche para que cuides de ellos. No será celosa, admitirá sin chistar que está equivocada (aunque no lo esté) y llenará tus horas de cariño, amor y ternura.
– ¿Y cuánto me va a costar? –preguntó Adán.
–Una pierna y un brazo.
–Muy caro. ¿Qué me das a cambio de una costilla?
Proverbios
El resto es historia y dio origen a una serie de proverbios:
“El diablo coloca al principio al hombre encima de la mujer, para después colocar a la mujer encima del hombre” (español).
“Existen tres tipos de hombre que no entienden a las mujeres: los viejos, los jóvenes y los que están en medio” (irlandés).
“El matrimonio no es una lotería, porque en la lotería siempre gana alguien” (G. Bernard Shaw).
“El amor es como la sopa: las primeras cucharadas no nos gustan porque queman, y las últimas son horribles porque están siempre muy frías” (Jeanne Moreau).
“El amor es ciego, pero el matrimonio hace que recuperemos la visión” (proverbio alemán).
“La teoría de la relatividad es lo siguiente: una hora cerca de una mujer bonita parece durar un minuto. Un minuto cerca de una mujer fea, parece durar una hora” (Albert Eistein).
“Nunca hagas el amor un sábado por la noche, porque llegará el domingo y no sabrás cómo llenar tu tiempo” (Sacha Guitry).
“Los hombres se casan porque están cansados de buscar. Las mujeres se casan porque tienen miedo de continuar buscando. Como resultado, ambos terminan tristes” (Oscar Wilde).
“Las mujeres terminan viviendo siempre más que los hombres, sobre todo cuando se quedan viudas” (Clemenceau).
“Las mujeres dividen nuestro placer, doblan nuestra inquietud, y triplican nuestros gastos” (O.W.).
“El divorcio es una enfermedad contagiosa, cuyos primeros síntomas surgen el día de la boda” (Elizabeth Taylor).
“El matrimonio es el único tipo de cadena perpetua cuya sentencia solo puede ser suspendida por mala conducta” (O.W.).
Otra historia es la de un hombre que, por defraudar los impuestos, fue condenado a pasar una larga temporada en el infierno con una mujer horrible. Dos años después se encuentra con un amigo que había defraudado más dinero y vivía con una mujer más fea aún.
Los dos, resignados a su destino, se quedan a esperar el final de la sentencia. De repente, en uno de los caminos al Paraíso, se encuentran con un tercer amigo, que estaba con una chica inteligentísima y bellísima, capaz de matar de envidia a cualquiera.
–¿Pero de dónde has sacado esa belleza? –le preguntan.
–No tengo ni la menor idea –responde el amigo–. Solo sé que, cada vez que nos besamos, ella grita “¡maldito impuesto de la renta!”

Texto retirado de: La Revista



domingo, 12 de agosto de 2012

Desde internet: Historias sobre piedras

Por Paulo Coelho

El Alquimista

“Lo que antes era la búsqueda de algo concreto se había transformado en un ejercicio mecánico, al que no prestaba ninguna atención ni le proporcionaba el menor placer”.
Internet es un gran manantial de historias. A continuación, dos historias sobre piedras, extraídas de la red de redes.

El guijarro correcto

El hombre oyó decir que cierto alquimista había perdido, en un desierto muy cercano, el resultado de años de trabajo: la famosa piedra filosofal, que transformaba en oro cualquier metal que tocase.
Impulsado por el deseo de encontrarla y hacerse rico, el hombre se dirigió al desierto. Como no sabía exactamente qué aspecto tenía la piedra filosofal, comenzó a recoger todos los guijarros que encontraba, poniéndolos en contacto con la hebilla de su cinturón, y observando si ocurría algo.
Transcurrió un año, y otro más, y nada. El hombre, no obstante, conservaba con terquedad su deseo de recuperar la piedra mágica. Por ello, ya automáticamente, caminaba por los diversos valles y montañas del desierto, restregando un guijarro tras otro contra su cinturón.
Cierta noche, antes de dormir, ¡se dio cuenta de que su hebilla se había transformado en oro!
Pero, ¿cuál de las piedras había obrado el prodigio? ¿Acaso el milagro había ocurrido por la mañana, o ya de noche? ¿Hace cuánto tiempo, realmente, no se fijaba en el resultado de su esfuerzo? Lo que antes era la búsqueda de algo concreto se había transformado en un ejercicio mecánico, al que no prestaba ninguna atención ni le proporcionaba el menor placer. Lo que era una aventura, se había transformado en una obligación odiosa.
Ahora ya no había manera de descubrir la piedra exacta, pues la hebilla ya era de oro, y ya no podría ser nuevamente transformada. Había recorrido el camino correcto, pero había dejado de prestar atención al milagro que lo aguardaba.

Las piedras mayores

El maestro puso encima de la mesa un jarrón de cristal.
A continuación, sacó de una bolsa una decena de piedras del tamaño de una naranja, y empezó a meterlas una a una dentro del recipiente.
Cuando el jarrón ya tenía piedras hasta el borde, les preguntó a sus alumnos:
-¿Está lleno? Todos respondieron que sí. El maestro, sin embargo, echó mano de otra bolsa que contenía grava y, sacudiendo las piedras grandes de dentro del jarrón, logró meter bastante grava en los espacios vacíos.
-¿Está lleno? –preguntó de nuevo. Los alumnos dijeron que ahora sí que estaba lleno. Entonces fue cuando el maestro usó el contenido de una tercera bolsa, que contenía fina arena, derramándola en el interior del jarrón.
La arena fue rellenando todos los intersticios entre las piedras y la grava, hasta completar todo el recipiente.
-De acuerdo –dijo el maestro-, ahora el jarrón está lleno. ¿Cuál es la enseñanza que he querido demostrar?
-Que no importa lo ocupado que estés, pues siempre habrá espacio para hacer algo más– dijo un alumno.
-Nada de eso. En realidad, esta pequeña demostración nos permite darnos cuenta de lo siguiente: si no ponemos las piedras grandes al principio, no podremos meterlas después.
»A partir de eso, pensemos: ¿cuáles son las cosas importantes de nuestra vida? ¿Qué proyectos dejamos para más adelante, qué aventuras nos negamos a vivir, por qué amores no luchamos?
»Preguntaos cuáles son las piedras grandes, sólidas, que mantienen encendida en vosotros la llama de Dios. Y ponedlas rápido en el jarrón de las decisiones, o dentro de muy poco ya no encontraréis lugar para ellas.

Texto retirado de: La Revista



miércoles, 8 de agosto de 2012

Bomberos de Dios

Tenemos diversas formas de auxiliar: suprimir la penuria; extender la beneficencia; crear la generosidad; consolar al sufrimiento.
Existe sin embargo, una de ellas al alcance de todos y que puede ser largamente ejercida en cualquier lugar: el donativo de la calma en los momentos angustiantes de la vida.
Recuerda los bienes espirituales que consigues distribuir y no margines semejante recurso.
Delante de las reclamaciones y críticas, usa la tolerancia que establezca la armonía posible entre acusados y acusadores; recibiendo injurias y ofensas, silencia y olvida los desequilibrios de que por ventura te hiciste víctima, deteniendo calamidades de la delincuencia; ante la agresividad exagerada de alguien, guarda la serenidad que alivie corazones y pacifique ambientes; encontrando vehículos de discordia, emplea el entendimiento que aparte choques y conflictos capaces de suscitar acrimonia y perturbación.
En cualquier lance difícil de la existencia, dispones de la posibilidad de actuar benéficamente con los recursos de la bondad y de la comprensión que entreteje la garantía de la paz. Recuerda la chispa lanzada sin pensar cuando se transforma en fuego descontrolado y devorador.
Cualquier criatura, cuando se muestre actuando sin noción de responsabilidad puede generar incendios lamentables, destruyendo los más altos valores de la vida. Por eso mismo, donde estemos, seamos nosotros los bomberos de Dios.

Dictado por el espíritu: Emmanuel
Médium Francisco Cândido Xavier
Extraído del libro "Caminhos de Volta"

Pintura de: Philip Barlow
Tomada del blog Recogedor

Texto retirado de: Luz Espiritual


lunes, 6 de agosto de 2012

Dinero

El dinero no es luz, pero sustenta la lámpara.
No es la paz, sin embargo, es un compañero para que se pueda obtenerla.
No es calor, sin embargo, adquiere abrigo.

No es el poder de la fe, pero alimenta la esperanza.
No es amor, entretanto, es capaz de erguirse como valioso ingrediente en la protección afectiva.
No es ladrillo de construcción, aun así, asegura las actividades que garantizan el progreso.

No es cultura, pero apoya al libro.
No es visión, no obstante, ampara el encuentro de instrumentos que amplían la capacidad de los ojos.
No es base de la cura, sin embargo, favorece la adquisición del remedio.

En suma, el dinero asociado a la conciencia tranquila, es el medio del trabajo y fuente de la beneficencia, apoyo de la educación y principio de alegría, es una bendición del Cielo que, de modo inmediato, ni siempre hace felicidad, pero siempre hace falta.


Dictado por el espíritu: Bezerra de Menezes
Médium Francisco Cândido Xavier
Extraído del libro "Caridade"

Pintura de: Gregory Manchess
Tomada del blog Recogedor

Texto retirado de: Luz Espiritual


domingo, 5 de agosto de 2012

Niños y adultos: Encuentros necesarios

Por Paulo Coelho

El Alquimista

“Primera cualidad: puedes hacer grandes cosas, pero no olvides nunca que existe una Mano que guía tus pasos. Esta mano nosotros la llamamos Dios, y Él siempre te conducirá en dirección a Su voluntad”.
La historia del lápiz
El niño miraba al abuelo escribir una carta. En un momento dado, le preguntó:
–¿Estás escribiendo una historia que nos pasó a los dos? ¿Es, por casualidad, una historia sobre mí?
El abuelo dejó de escribir, sonrió, y le dijo al nieto:
–Estoy escribiendo sobre ti, es cierto. Sin embargo, más importante que las palabras es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú fueses como él cuando crezcas.
El niño miró el lápiz, intrigado, y no vio nada de especial.
–¡Pero si es igual a todos los lápices que he visto en mi vida!
–Todo depende del modo en que mires las cosas. Hay en él cinco cualidades que, si consigues mantenerlas, harán de ti una persona por siempre en paz con el mundo.
“Primera cualidad: puedes hacer grandes cosas, pero no olvides nunca que existe una Mano que guía tus pasos. Esta mano nosotros la llamamos Dios, y Él siempre te conducirá en dirección a Su voluntad.
“Segunda cualidad: de vez en cuando necesito dejar lo que estoy escribiendo y usar el sacapuntas. Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final, está más afilado. Por lo tanto, debes ser capaz de soportar algunos dolores, porque te harán mejor persona.
“Tercera cualidad: el lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal. Entiende que corregir algo que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia.
“Cuarta cualidad: lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que hay dentro. Por lo tanto, cuida siempre de lo que sucede en tu interior.
“Finalmente, la quinta cualidad del lápiz: siempre deja una marca. De la misma manera, has de saber que todo lo que hagas en la vida, dejará trazos, e intenta ser consciente de cada acción”.
¿Lloverá o no lloverá?
Tras cuatro años de sequía en una pequeña aldea del nordeste, el párroco reunió a todos para una peregrinación a la montaña. Allí elevarían una plegaria colectiva para pedir que lloviera.
En el grupo, el padre se fijó en un niño que llevaba puesto un impermeable.
–¿Es que estás loco? –le preguntó–. Hace cinco años que no llueve en esta región. ¡La subida te va a matar de calor!
–Estoy resfriado, padre. Si vamos a pedir lluvia a Dios, ¿se ha imaginado ya el camino de vuelta? Va a caer un chaparrón tal que más vale estar preparado.
En ese momento, se oyó un gran estruendo en el cielo y comenzaron a caer las primeras gotas. Bastó la fe de un niño para realizar un milagro en el que no creían ni quienes estaban más preparados.

Texto retirado de: La Revista



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