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domingo, 29 de mayo de 2011

Primero cambia uno


Por Paulo Coelho

El Alquimista

¡Presten atención!

“Descubrí que si yo hubiera empezado por corregir mis errores y cambiarme a mí mismo, mi ejemplo podría haber transformado a mi familia”.


Empezando por donde debía haber empezado.


Cuenta un lector que las palabras que transcribo a continuación están escritas en  el sepulcro de un obispo anglicano, en una catedral de Inglaterra: “Cuando yo era joven y mi imaginación no tenía límites, soñaba con cambiar el mundo.


“Cuando me hice más viejo y más sabio, descubrí que el mundo no cambiaría: entonces restringí mis ambiciones, y resolví cambiar solamente mi país.


“Pero el  país también me parecía inmutable.


“En el ocaso de la vida, en una última y desesperada tentativa, quise cambiar a mi familia, pero ellos no se interesaron en absoluto, arguyendo que yo siempre repetía los mismos errores.


“En mi lecho de muerte, por fin, descubrí que si yo hubiera empezado por corregir mis errores y cambiarme a mí mismo, mi ejemplo podría haber transformado a mi familia. El ejemplo de mi familia tal vez contagiara a la vecindad, y así yo habría sido capaz de mejorar mi barrio, mi ciudad, el país y, ¿quién sabe?, cambiar el mundo”.


Siempre corriendo

El monje Shuan siempre alertaba a sus discípulos  sobre la importancia del estudio de la filosofía ancestral. Uno de ellos, conocido por su fuerza de voluntad, anotaba todas las enseñanzas de Shuan y pasaba el resto del día reflexionando sobre los pensadores antiguos.

Después de un año de estudios el discípulo cayó enfermo,  pero continuó asistiendo a las clases.

-Aunque esté enfermo, continuaré estudiando. Estoy persiguiendo a la sabiduría y no tengo tiempo que perder, le dijo al maestro.
Shuan indagó: ¿Y cómo sabes que la sabiduría está  delante de ti y que es necesario estar siempre corriendo tras ella? Quizás ella esté caminando detrás de ti, queriendo alcanzarte, y de alguna manera tú no la dejas. Relajarse y dejar fluir los pensamientos es también una manera de alcanzar la sabiduría.

Quiso comprar todo
Ciccone German cuenta la historia de un hombre que,  contando con su inmensa riqueza e impulsado por su infinita ambición, quiso comprar todo lo que estaba a su alcance. Después de llenar sus numerosas casas de ropas, muebles, automóviles y joyas, resolvió comprar otras cosas.

Compró la ética y la moral, y en este momento fue creada la corrupción.
Compró la solidaridad y la generosidad y entonces se creó la indiferencia.
Compró la justicia y sus leyes, haciendo nacer simultáneamente la impunidad.
Compró el amor y los sentimientos, y surgió el dolor y el remordimiento.
El hombre más poderoso del mundo compró todos los bienes materiales que quería poseer y todos los valores que deseaba dominar. Hasta que un día, ya embriagado por tanto poder, resolvió comprarse a sí mismo.
A pesar de todo el dinero, no consiguió realizar su intento. Entonces, a partir de aquel momento, se creó en la conciencia de la Tierra un único bien al que ninguna persona puede colocar  un precio: su propio valor.
Texto retirado de: La Revista

miércoles, 25 de mayo de 2011

ACEPTEMOS EL DOLOR

Aceptemos realmente el dolor en la condición de apoyo celestial con que la Divina Providencia nos enriquece el camino.

Toda la naturaleza para ayudar la experiencia del hombre, alimentándolo y amparándolo, padece constantes dilaceraciones.

Para transformarse en sementera provechosa, muere el grano olvidado en el suelo.

Para convertirse la espiga en harina, se humilla, asfixiada, bajo la piedra de molino que la tritura.

Para darse en pan bendito a la mesa, la harina se somete a la elevada tensión del horno.

Para servir en el levantamiento del edificio, sufre la piedra la presión del martillo.

Para ofrecerse en belleza y brillo, obedece la piedra bruta al cincel que la primorea.

Para responder a las necesidades del confort, desciende el tronco a los insultos de la sierra.

Para construir en el progreso, encuentra el metal las injurias del fuego.

La responsabilidad en el taller del carácter, es luz que engrandece a todo espíritu que le atiende las obligaciones

No lamentes la dificultad ni maldigas el sufrimiento que por ventura te busquen.

No temas al dolor, en la escuela de la vida, y recoge, en silencio, las bendiciones de que se hace emisario.

No te engañes con las apariencias.

Cuando te veas en el usufructo de esa o de aquella promoción, atento a las circunstancias del mundo, a las imposiciones de los que te rodean o a las convenciones en que la existencia se te condiciona, escoge la senda de la abnegación, en auxilio a los demás, porque el Señor nos enseñó, en espíritu y verdad, que solamente al precio del esfuerzo máximo por la victoria del bien con el olvido de todo egoísmo, es que escalaremos el monte de la paz con nuestra propia renovación.

Tomada del blog Women Painting Women
Por el espírituEmmanuel
Texto tomado del: 
Libro "
NACER Y RENACER
".

domingo, 22 de mayo de 2011

Descubriendo el verdadero miedo


Por Paulo Coelho

El Alquimista

En alta mar

“Todo aquello que yo más temía, terminó sucediendo”. Ciertas personas solo consiguen valorar lo que tienen cuando experimentan la sensación de su pérdida.

Un sultán decidió hacer un viaje en barco con algunos de sus mejores cortesanos. Se embarcaron en el puerto de Dubái y zarparon en dirección al mar abierto.

Entre tanto, en cuanto el navío se alejó de tierra, uno de los súbditos –que jamás había visto el mar, y había pasado la mayor parte de su vida en las montañas– comenzó a tener una ataque de pánico,

Sentado en la bodega de la nave él lloraba, gritaba y se negaba a comer o a dormir. Todos procuraban calmarlo, diciéndole que el viaje no era tan peligroso, pero aunque las palabras llegaban a sus oídos no llegaron a su corazón. El sultán no sabía qué hacer, y el hermoso viaje por aguas tranquilas y cielo azul se transformó en un tormento para los pasajeros y la tripulación.

Pasaron dos días sin que nadie pudiese dormir con los gritos del hombre. El sultán ya estaba a punto de mandar volver al puerto cuando uno de sus ministros, conocido por su sabiduría, se le aproximó:

- Si Su Alteza me da permiso, yo conseguiré calmarlo.

Sin dudar un instante, el sultán le respondió que no solo se lo permitía, sino que sería recompensado si conseguía solucionar el problema.
El sabio entonces pidió que tirasen al hombre al mar. En el momento, contentos de que esa pesadilla fuera a terminar, un grupo de tripulantes agarró al hombre que se debatía en la bodega y lo tiraron al agua.

El cortesano comenzó a debatirse, se hundió, tragó agua salada, volvió a la superficie, gritó más fuerte aún, se volvió a hundir y de nuevo consiguió reflotar. En ese momento, el ministro pidió que lo alzasen nuevamente hasta la cubierta del barco.

A partir de aquel episodio nadie volvió a escuchar jamás cualquier queja del hombre, que pasó el resto del viaje en silencio, llegando incluso a comentar con uno de los pasajeros que nunca había visto nada tan bello como el cielo y el mar unidos en el horizonte. El viaje –que antes era un tormento para todos los que se encontraban en el barco– se transformó en una experiencia de armonía y tranquilidad.

Poco antes de regresar al puerto, el Sultán fue a buscar al ministro:

-¿Cómo podías adivinar que arrojando a aquel pobre hombre al mar se calmaría?

- Por causa de mi matrimonio –respondió el ministro–. Yo vivía aterrorizado con la idea de perder a mi mujer, y mis celos eran tan grandes que no paraba de llorar y gritar como este hombre. Un día ella no aguantó más y me abandonó, y yo pude sentir lo terrible que sería la vida sin ella. Solo regresó después de prometerle que jamás volvería a atormentarla con mis miedos.

De la misma manera, este hombre jamás había probado el agua salada y jamás se había dado cuenta de la agonía de un hombre a punto de ahogarse. Tras conocer eso, entendió perfectamente lo maravilloso que es sentir las tablas del barco bajo sus pies.

Sabia actitud, comentó el sultán.

- Está escrito en un libro sagrado de los cristianos, la Biblia: “todo aquello que yo más temía, terminó sucediendo”. Ciertas personas solo consiguen valorar lo que tienen cuando experimentan la sensación de su pérdida.

Texto retirado de: La Revista

miércoles, 18 de mayo de 2011

ENRIQUECE TU DÍA

Cada día es una reencarnación simbólica para nosotros, en el círculo de las luchas purificadoras de la Tierra.

No te olvides de semejante verdad, si deseas realmente preparar el corazón para la vida imperecedera.

No desperdicies la riqueza de los minutos en la indiferencia, en la terquedad, en el aislamiento o en la inercia.

Cada vez que el sol reaparece en el horizonte, es posible mejorar el patrón de nuestro propio entendimiento con los familiares, auxiliar al prójimo con más seguridad, amparar la naturaleza con más alta comprensión.

Hoy es nueva oportunidad a fin de renovarnos, cuanto sea posible, para el infinito bien.
Planta un árbol amigo y, más tarde le recogerás el tesoro de bendiciones.

Acepta al adversario de ayer, ofreciéndole simpatía y, en un futuro próximo, tendrás un hermano comprensivo y devoto.

Utiliza, con provecho, el centavo de que disponemos, auxiliando al necesitado y, mañana, entrarás en la posesión de valores inesperados de la amistad y de la alegría.

Sonríe con bondad y coopera, con más diligencia, en tu paisaje de servicio habitual, en los instantes de "ahora" y encontrarás compañeros, ricos de concurso fraternal en los días que vendrán.

Las más bellas figuras geométricas comienzan en un punto simple.

Las más conmovedoras sinfonías son iniciadas en pequeñas notas, aparentemente sin significación.

Si pretendes un lugar en el banquete de la ciencia y de la fraternidad, del amor y de la sabiduría, comienza a estudiar y a servir, a comprender y a disculpar, a mentalizar el bien y a sublimar tu propio corazón, desde hoy.

Pintura de: Annie Stegg
Tomada del blog Recogedor
Por el espírituEmmanuel
Texto tomado del: 
Libro "
NACER Y RENACER
".
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