La mascota del blog

lunes, 30 de abril de 2012

Dios y nosotros

Dios nos garantiza la vida.
Nos cabe a nosotros perfeccionarla y engrandecerla.
Dios nos provee de inteligencia.
Respondemos por la formación de la cultura.
Dios nos ilumina con razón.
El discernimiento ocurre por nuestra cuenta.
Dios nos alimenta a través del amor.
Obtendremos siempre del amor lo que hiciéremos con él.
Dios suscita las circunstancias.
De nosotros depende la elección de la acción para utilizarlas.
Dios crea la posibilidad.
El trabajo es obra nuestra.
Dios nos concede el don de hablar.
La palabra nos expresa respeto.
Dios esparce recursos.
Somos llamados a valorizarlos y desenvolverlos.
Dios sugiere el bien.
Está en nosotros el sentido de concordancia.
Dios crea la semilla.
Tenemos el privilegio de la plantación en el cultivo del suelo.
Dios nos envía lo mejor de lo que somos capaces de recibir.
La aceptación o la rebeldía vierte de nosotros con los resultados atribuibles a cada una.
Dios establece el pensamiento libre.
Detenemos el poder de manejarlo en la pauta de los principios de causa y efecto.
En todos los lugares encontraremos a la criatura asociada al Creador en las ocurrencias de la Creación.
La Divina Providencia y la cooperación humana surgen siempre juntas en todas las realizaciones de la vida, eso porque de Dios viene la dádiva y del Hombre dimana la aplicación. Y ya que la Justicia Perfecta nos acompaña y observa en todos los pasos de la jornada evolutiva, la ley de la responsabilidad funciona en todos los climas, determinando los méritos o necesidades de toda persona en particular y reduciendo todas las teorías de recompensa y punición al sabio precepto evangélico: “A cada uno según sus obras”.

Dictado por el espíritu Emmanuel

Pintura de: Odile Van Der Stap
Tomada del blog Recogedor

Texto retirado de: Luz Espiritual

sábado, 28 de abril de 2012

Estar atentos: Las crisis y sus artimañas (parte I)


Por Paulo Coelho

El Alquimista

A fin de cuentas, también nuestras almas tienen un servicio de meteorología, y basta con no subestimar cosas aparentemente inofensivas para evitar una montaña de desgastes personales y profesionales.
Como sabemos, Aquiles era hijo de la unión de un mortal con una diosa. Como toda madre siempre quiere proteger a su hijo, lo sumergió en un río que lo haría inmortal, pero lo agarró por el talón, razón por la cual él quedó vulnerable en aquel punto.
De ahí la expresión “talón de Aquiles”, mostrando que, independientemente de la fuerza que creamos tener, siempre existe el modo de alcanzarnos. Es claro que el héroe, en este caso, muere de un flechazo justo en esa parte de su pie. En el 2001 leí El síndrome de Aquiles, del periodista Mario Rosa. El libro trata de la crisis y en su texto, Rosa advierte que esta envía señales.
Desde que leí esa frase, me he dado cuenta de que, antes de que ciertas tormentas lleguen a nuestro patio, nos envían pequeños mensajes de los que, por pereza o por encontrar que no son dignos de nuestra atención, no hacemos caso. Precisamente por eso, en el momento en que el viento empieza a soplar con violencia, nos sentimos absolutamente desprevenidos para los truenos que estallan por todas partes, y solo nos queda, como dice Rosa, procurar administrar de la mejor manera posible la devastación que vendrá a continuación. He usado su libro como guía para intentar trazar un mapa de las tormentas personales.
Origen La crisis viene siempre del exterior, aunque a veces pensemos que solo se manifiesta en el alma. Por lo general, algo insignificante en la infancia puede traer grandes consecuencias en la madurez.
La crisis llega para destruir Por más que intentemos asociar la palabra “crisis” a la “oportunidad” (como los chinos), esa romántica asociación solo es posible cuando estamos preparados para lo imprevisto. Como muy raras veces es ese el caso, la crisis se instala y arrasa todo.
La verdad no ayuda Durante la publicación de mi libro, El Zahir, una escritora rusa dijo, en el periódico de mayor circulación de Moscú, que la historia estaba basada en nuestra “relación amorosa” (la musa inspiradora era, en realidad, Christina Lamb, corresponsal de guerra del periódico británico The Sunday Times). Cometí el tonto error de enviar una carta de desmentido. Resultado: quienes no habían leído el artículo original se enteraron por la carta. Así empezaron las especulaciones respecto a cómo la gente, cuando se encuentra acorralada, siempre se declara inocente.
El problema, por pequeño que sea, puede producir una crisis terrible En Brasil, un caso de soborno de un director de correos desencadenó una serie de denuncias que afectaron al gobierno de entonces. En un matrimonio, un simple retraso a la vuelta del trabajo puede ser la gota de agua que colma el vaso de todo un proceso reprimido, el cual a partir de entonces se hace difícil de contener.
Los hechos no cuentan, lo que cuenta es cómo percibe los hechos la opinión pública Tengo una amiga cuyo padre odia a la madre. La familia vive siempre penurias, con todos en casa peleándose, pero en voz baja. Mientras la hija obtenga notas excelentes en la escuela, que los vecinos no se enteren, que la “opinión pública” no sepa nada, la impresión será que todo está controlado.
Todo se transforma en munición devastadora Como la crisis siempre lleva a un diálogo de sordos, donde el uno no oye lo que dice el otro, los argumentos se vuelven inútiles. Si uno dice “me encantan las naranjas”, la otra persona entenderá que odias las patatas, y estás insinuando que te sientes desgraciado porque justamente esa noche te ha servido un plato de patatas fritas para cenar.
La crisis siempre gira alrededor de un símbolo Puede ser en el matrimonio, la carrera profesional, la empresa, la religión, el amor, el código de conducta.

Texto retirado de: La Revista


jueves, 19 de abril de 2012

¿Con gatos? Meditación zen


Por Paulo Coelho

El Alquimista

“¿Y cuántos de nosotros, en nuestras vidas, nos atrevemos a preguntar por qué hemos de actuar de determinada manera? ¿Por qué no buscamos una manera diferente de actuar? “.
Habiendo escrito un libro sobre la locura, me vi obligado a preguntarme cuántas de las cosas que hacemos nos vienen impuestas por la necesidad y cuántas están basadas en el absurdo. ¿Por qué usamos corbata? Si vivimos en un sistema decimal, ¿por qué el día tiene veinticuatro horas de sesenta minutos cada una?
El hecho es que muchas de las reglas que obedecemos hoy en día no tienen ningún fundamento. Y a pesar de esto, si pretendemos actuar de una manera diferente, dirán que estamos “locos” o que somos unos “inmaduros”.
Mientras tanto, la sociedad va creando algunos sistemas que, con el correr del tiempo, pierden su razón de ser, pero continúan imponiendo sus reglas. Una interesante historia japonesa ilustra lo que quiero decir.
Un gran maestro zen, responsable del monasterio de Mayu Kagi, tenía un gato que era su verdadera pasión. Tanto era así que durante las lecciones de meditación lo mantenía a su lado.
Cierta mañana, el maestro, muy mayor ya, apareció muerto. El discípulo más aventajado ocupó su lugar. -¿Qué vamos a hacer con el gato? –preguntaron los monjes.
En homenaje al recuerdo de su antiguo guía, el nuevo maestro decidió permitir que el gato continuase en las clases de meditación. Algunos discípulos de monasterios vecinos descubrieron lo del gato en las meditaciones.
Transcurrieron muchos años. El gato murió, pero los alumnos del monasterio estaban tan acostumbrados a su presencia, que se hicieron con otro gato. Mientras tanto, otros templos empezaron a introducir gatos en sus sesiones de meditación: pensaban que el gato era el verdadero responsable de la fama y de la calidad de la enseñanza de Mayu Kagi, y se olvidaban de que el antiguo maestro había sido un excelente instructor.
Pasó una generación, y empezaron a surgir tratados técnicos sobre la importancia del gato. Un profesor universitario desarrolló una tesis –aceptada por la comunidad académica- defendiendo que tenía la capacidad de aumentar la concentración humana, y eliminaba las energías negativas.
Y de esta manera, durante todo un siglo, se consideró al gato como parte esencial en el estudio del budismo zen en esa región.
Hasta que apareció un maestro que tenía alergia al pelo de los animales domésticos y que decidió prescindir del gato en sus prácticas diarias con los alumnos.
Se produjo una gran reacción en contra, pero el maestro se mantuvo firme en su decisión. Como este era un excelente instructor, los alumnos continuaban con el mismo buen rendimiento en sus estudios, a pesar de la ausencia del gato.
Poco a poco, los monasterios –siempre en busca de nuevas ideas, y ya cansados de tener que alimentar a tantos gatos– fueron eliminándolos de las clases. Al cabo de veinte años empezaron a aparecer nuevas tesis revolucionarias –con títulos bien convincentes como La importancia de la meditación sin gato, o Equilibrando el universo zen apenas con el poder de la mente, sin ayuda de animales.
Transcurrió otro siglo, y el gato salió por completo del ritual de meditación zen de esa región. Pero habían hecho falta 200 años para que todo volviese a lo normal –ya que a nadie se había preguntado por qué el gato estaba allí.
¿Y cuántos de nosotros, en nuestras vidas, nos atrevemos a preguntar por qué hemos de actuar de determinada manera? ¿Hasta qué punto, en lo que hacemos, nos servimos de “gatos” inútiles que no nos atrevemos a eliminar porque cierta vez nos dijeron que los ‘gatos’ eran importantes para que todo funcionase bien? ¿Por qué no buscamos una manera diferente de actuar?

Texto retirado de: La Revista


domingo, 8 de abril de 2012

Hacer lo de uno: Arte de vivir sin diploma


Por Paulo Coelho
El Alquimista
“Cuando ves lo que has dejado atrás, tienes la impresión de que has seguido una trama ya escrita. Sin embargo, en el momento de la acción parece que estás perdido en medio de una tempestad...”.

Desde que leí El poder del mito, que es en realidad una larga entrevista realizada por el periodista Bill Moyers, empecé a comprar y a devorar todos los libros escritos por Joseph Campbell (1904-1987). Recuerdo haberme quedado muy impresionado con una de sus respuestas:

-¿A usted siempre le pareció que... estaba siendo guiado por manos que no conseguía ver? –pregunta Moyers.

-Siempre –responde Campbell–. Cuando persigues tu sueño te pones en un camino que fue hecho a tu medida para que puedas desarrollar lo que siempre deseaste hacer. A partir de ahí, empiezas a encontrarte con personas que forman parte de este sueño, y las puertas se abren.


Aunque estaba fascinado por el autor, sabía muy poco de su vida, hasta que la periodista Ruth de Aquino me ofreció un interesante material sobre él, parte del cual reproduzco a continuación:

«Cuando estudias en una facultad, no haces lo que deseas, sino que procuras aprender lo estrictamente necesario para conseguir el diploma. Y esta no es siempre la mejor opción.

»En mi caso, conseguí una beca y fui a estudiar a la Universidad de París. Al llegar a Europa, descubrí a James Joyce, a Picasso, a Mondrian –toda aquella gente del arte moderno. Después fui a Alemania, empecé a estudiar sánscrito y me aproximé al hinduismo. Inmediatamente después vino Jung; todo se estaba abriendo, por todas partes.

»Regresé a la universidad y dije: “Oigan, no me quiero pasar la vida intentando aprender apenas lo que ustedes me quieren enseñar”.


»Había realizado todas las asignaturas necesarias para obtener el título; solo me faltaba redactar la maldita tesis. Si no lo hiciera, no me dejarían continuar con mis estudios, de manera que llegó la hora de decir: váyanse al infierno.

»Me mudé al campo y estuve cinco años leyendo. Nunca conseguí mi título de doctor. Aprendí a vivir con lo mínimo posible, lo cual me daba libertad, y fue una época maravillosa.

»Hace falta valor para hacer lo que deseamos, ya que el resto de las personas tienen siempre un montón de planes para nosotros. Consciente de esto, decidí perseguir mi sueño: no sé cómo conseguí superar esos cinco años, pero estaba convencido de que aún podría sobrevivir otros cinco, si fuese necesario.

»Recuerdo una ocasión en la que tenía un billete de un dólar en el cajón de la cómoda, y yo sabía que mientras el billete estuviese allí, yo seguiría contando con recursos. Fue estupendo. Mis únicas responsabilidades eran mi propia vida y mis opciones.

»En realidad, hubo momentos en los que pensé: “Caramba, me gustaría que alguien me dijera lo que hay que hacer”. Ser libre implica escoger tu propio camino, y cada paso puede alterar nuestro destino –lo que a veces nos da mucho miedo. Pero hoy, mirando hacia atrás, veo que mis días fueron perfectos: aquello que me hacía falta apareció justamente cuando era necesario. En esa época, todo lo que necesitaba era leer durante cinco años. Lo conseguí, y eso es fundamental para mí.

»Como dice Schopenhauer, cuando ves lo que has dejado atrás, tienes la impresión de que has seguido una trama ya escrita. Sin embargo, en el momento de la acción parece que estás perdido en medio de una tempestad: una sorpresa detrás de otra, y muchas veces sin tiempo para respirar, viéndote obligado a tomar decisiones todo el tiempo. Solo más adelante llegarás a entender que cada sorpresa y cada decisión tenían su sentido».


Texto retirado de: La Revista

sábado, 7 de abril de 2012

Judas Iscariotes

Silencio augusto cae sobre la Ciudad Santa. La antigua capital de Judea parece dormir su sueño de muchos siglos. Más allá descansa Getsemaní, donde el Divino Maestro lloró en una larga noche de agonía, acullá está el Gólgota sagrado y en cada cosa silenciosa hay un trazo de la Pasión que las épocas guardarán para siempre. Y, en medio de todo el escenario, como un velo cristalino de lágrimas, pasa el Jordán silencioso, como si sus aguas mudas, buscando el Mar Muerto, quisiesen esconder de las cosas tumultuosas de los hombres los secretos insondables del Nazareno.
Fue así, en una de estas noches que vi Jerusalén, viviendo su eternidad de maldiciones.
Los Espíritus pueden vibrar en contacto directo con la historia. Buscando una relación íntima con la ciudad de los profetas, procuraba observar el pasado vivo de los Lugares Santos. Parece que las manos iconoclastas de Tito pasaran por allí como ejecutoras de un decreto irrevocable. Por todas partes aún persiste un soplo de destrucción y desgracia. Legiones de duendes, embozados en sus vestimentas antiguas, recorren las ruinas sagradas y en medio de las fatalidades que pesan sobre el emporio muerto de los judíos, no oyen los hombres los gemidos de la humanidad invisible.
En las márgenes calladas del Jordán, tal vez no lejos del lugar sagrado, donde el Precursor bautizó a Jesucristo, divisé a un hombre sentado sobre una piedra. De su expresión fisonómica se irradiaba una simpatía cautivante.
-¿Sabe quién es éste? - murmuró alguien a mis oídos. - Éste es Judas.
-¡¿Judas?!…
-Sí. Los Espíritus aprecian, a veces, no obstante el progreso que ya alcanzaran, volver atrás, visitando los sitios donde se engrandecieran o prevaricaran, sintiéndose momentáneamente transportados a los tiempos idos. Entonces sumergen el pensamiento en el pasado, regresando al presente, dispuestos al heroísmo necesario del futuro. Judas acostumbra venir a la Tierra, en los días en que se conmemora la Pasión de Nuestro Señor, meditando en sus actos de antaño…
Aquella figura de hombre me magnetizaba. Yo no estoy aún libre de la curiosidad del reportero, mas entre mis maldades de pecador y la perfección de Judas existía un abismo. Pero; mi atrevimiento y la santa humildad de su corazón. se unieron para que yo lo acaparase, procurando oírlo.
-¿Realmente, es usted el ex hijo de Iscariotes?
-Sí, soy Judas-respondió aquel hombre triste, enjugando una lágrima en los dobleces de su larga túnica.
Como el Jeremías, de las Lamentaciones, contemplo a veces esta Jerusalén arruinada, meditando en el juicio de los hombres transitorios…
-¿Es verdad todo cuanto reza el Nuevo Testamento con respecto a su personalidad en la tragedia de la condenación de Jesús?
-En parte… Los escribas que redactaron los evangelios no atendieron a las circunstancias y a las intrigas políticas que predominaron por encima de mis actos en la nefasta crucifixión. Poncio Pilatos y el tetrarca de Galilea, además de sus intereses individuales en la cuestión, aun tenían a su cargo salvaguardar los intereses del Estado romano, empeñado en satisfacer las aspiraciones religiosas de los ancianos judíos. Siempre la misma historia. El Sanedrín deseaba el reino del cielo peleando por Jehová, a hierro y fuego; Roma quería el reino de la Tierra. Jesús estaba entre esas fuerzas antagónicas con su pureza inmaculada. Ahora bien, yo era uno de los apasionados por las ideas socialistas del Maestro; pero mi excesivo celo por la doctrina me hizo sacrificar a su fundador. Por encima de los corazones, yo veía la política, única arma con la cual podría triunfar y Jesús no obtendría ninguna victoria. Con sus teorías nunca podría conquistar las redes del poder ya que, en su manto de pobre, se sentía poseído de un santo horror a la propiedad. Planeé entonces una rebelión sorda como se proyecta hoy en día en la Tierra la caída de un jefe de Estado. El Maestro pasaría a un plano secundario y yo reclutaría colaboradores para una obra vasta y enérgica como la que hizo más tarde Constantino Primero, el Grande, después de vencer a Maxencio a las puertas de Roma, lo cual, por lo demás, apenas sirvió para desvirtuar el Cristianismo. Pues, entregando al Maestro a Caifás, no juzgué que las cosas llegasen a un fin tan lamentable y, atormentado de remordimientos, presumí que el suicidio era la única manera de redimirme a sus ojos.
-¿Y llegó a salvarse por el arrepentimiento?
-No. No lo conseguí. El remordimiento es una fuerza preliminar para los trabajos reparadores. Después de mi muerte trágica me hundí en siglos de sufrimientos expiatorios de mis faltas. Sufrí horrores en las persecuciones infligidas en Roma a los adeptos de la doctrina de Jesús y mis pruebas culminaron en una hoguera inquisitorial, donde, imitando al Maestro, fui traicionado, vendido y usurpado. Víctima de la felonía y de la traición dejé en la Tierra los últimos resquicios de mi crimen, en la Europa del Siglo XV. Desde ese día, en que me entregué por amor al Cristo a todos los tormentos e infamias que me degradaban, con resignación y piedad por mis verdugos, cerré el ciclo de mis dolorosas reencarnaciones en la Tierra, sintiendo en la frente, el ósculo de perdón de mi propia conciencia…
-Y hoy está meditando en los días que se fueron… - pensé con tristeza.
-Sí… estoy recapitulando los hechos tal y como pasaron. Y ahora, hermanado con él, que se halla en su luminoso Reino de las Alturas que aún no es de este mundo, siento en estos caminos la señal de sus divinos pasos. Lo veo aún en la cruz entregando a Dios su destino… Siento la clamorosa injusticia de los compañeros que lo abandonaron enteramente y me viene una recordación cariñosa de las pocas mujeres que lo ampararon en el doloroso trance… En todos los homenajes prestados a Él, yo soy siempre la figura repugnante del traidor… Observo complacientemente a los que me acusan sin pensar si pueden lanzar la primera piedra… Sobre mi nombre pesa la maldición milenaria, como sobre estos lugares llenos de miseria y de infortunio. Pero, en lo personal estoy saciado de justicia, porque ya fui absuelto por mi conciencia en el tribunal de los suplicios redentores.
-En cuanto al Divino Maestro -continuó Judas con sus lamentos­- infinita es su misericordia y no sólo para conmigo, porque si recibí treinta monedas, vendiéndole a sus verdugos, hace muchos siglos que Él está siendo criminosamente vendido en el mundo al mayor y al pormenor, por todos los precios, en todos los patrones del oro amonedado…
-Es verdad - concluí - y los nuevos negociadores del Cristo no se ahorcan después de venderlo.
Judas se apartó tomando la dirección del Santo Sepulcro y yo, confundido en las sombras invisibles para el mundo, vi que en el cielo brillaban algunas estrellas sobre las nubes parduscas y tristes, mientras el Jordán rodaba en su quietud como una sábana de aguas muertas, procurando un mar muerto.
Humberto de Campos
(Comunicación recibida por el médium Francisco Cándido Xavier, en Pedro Leopoldo, Minas Gerais, Brasil, el 19 de abril de 1935, transcripta de Palabras del Infinito, LAKE - Librería Allan Kardec Editora, Pp. 26- 29)
Extraído del “Anuario espirita 2004″

Texto retirado de: Luz Espiritual

jueves, 5 de abril de 2012

Te dices

Te dices pobre; sin embargo, millonarios de todas las procedencias te darían amplia fortuna por una ínfima parte del tesoro de tu fe.


Te dices desorientado; sin embargo, legiones de compañeros cuyo paso ensombrece la ceguera física, te comprarían con alta recompensa una leve migaja de la visión que te favorece, para contemplar pequeña franja de la Naturaleza.


Te dices impedido de practicar el bien; sin embargo, multitudes de personas encadenadas a los catres de la enfermedad te ofrecerían bolsas repletas por insignificante recurso de la locomoción con que te desplazas, a fin de que se ejerciten en el auxilio a los otros.


Te dices desanimado, sin que te acuerdes, sin embargo, de que vastas filas de mutilados estarían dispuestas a adquirir, con la más elevada cuota de oro, la riqueza de tus pies y la bendición de tus brazos.


Te dices en prueba, pero olvidas que, en la triste celda de los manicomios, innumerables sufridores cederían cuanto poseen para que les dieses un poco de equilibrio y de lucidez.


Te dices imposibilitado de ayudar con la luz de la palabra; sin embargo, incontables mudos harían sacrificios ingentes para retener algún recurso del verbo claro que vibra en tu boca.


Te dices desamparado; sin embargo, millones de criaturas darían todo lo que poseen en la vida para usar un cuerpo armónico como el tuyo, a fin de socorrer a los hijos de la expiación y del sufrimiento.


Por quien eres, no redactes certificado de discapacidad contra ti mismo. Recuerda que una sonrisa de confianza, una plegaria de ternura, una frase de buen ánimo, un gesto de solidaridad y un minuto de paz no tienen precio en la Tierra. Antes de censurar al hermano que trae consigo la prueba abrasadora de las grandes propiedades, sal de ti mismo y auxilia al prójimo que muchas veces espera sencillamente una palabra de entendimiento y de reconforto, para transferirse de la tiniebla a la luz.


Y, entonces, percibirás que la beneficencia es el cofre que devuelve patrimonios temporalmente guardados a distancia de las necesidades ajenas, y que la caridad, genuina y pura, es amor siempre vivo que fluye, incesante, del amor de Dios.


Dictado por el espíritu Emmanuel
Médium Francisco Cândido Xavier
Extraído del libro "Religión de los Espíritus"


Pintura de: Jae Liu Wubao
Tomada del blog Jae Liu's Pod
Texto retirado de: Luz Espiritual

lunes, 2 de abril de 2012

Albert Einstein: Científico y visionario

Por Paulo Coelho
El Alquimista
“En el mundo de hoy, cuando la gente tiene explicaciones para todo y ridiculizan cualquier tema que no se encuadre dentro del pequeño universo que han creado, vale la pena recordar algunas de las palabras del mayor y más importante científico del siglo XX”.

Los dos son la misma persona: Albert Einstein, que tanto se adelantó a su tiempo al desarrollar una teoría que revolucionó el mundo y el pensamiento filosófico. Por otro lado, era una persona que, a pesar de que sabía que la mayor parte de los fenómenos físicos se puede explicar, era consciente de que no podía comprenderlo todo.

Nada sucede porque sí “Dios no juega a los dados con el Universo”.

Los mediocres son siempre críticos “Los espíritus generosos, al buscar un camino diferente y utilizar su inteligencia con valor y honestidad, siempre encontrarán una oposición feroz por parte de las mentes mediocres. Pero la imaginación es más importante que la cultura, porque el hombre que solo es culto, termina rodeado de límites, mientras que la imaginación puede dar la vuelta al mundo”.

Respeto al misterio “El sentimiento más importante y más bello que el hombre puede experimentar es su respeto al misterio; este es la fuente de todo el arte y la ciencia. Quien no puede contemplar el mundo con espanto, es que tiene los ojos cerrados”.

Ciencia y religión “La religiosidad cósmica es la más fuerte y la más poderosa de todas las herramientas de investigación científica. La ciencia sin religión está incompleta, y la religión sin ciencia es ciega. Todas las religiones, artes o ciencias, vienen del mismo árbol, cuya única aspiración es hacer más digna la vida del hombre, o sea, permitir que este se eleve por encima de la simple existencia física y sea libre”.

Dejar espacio a la improvisación “Si las leyes de la matemática quieren ser la base de la realidad, entonces no pueden ser fijas. Si las leyes de la matemática son fijas, entonces no están basadas en la realidad. Si yo supiese exactamente a dónde quiero llegar, no podría llamarlo ‘investigación’, ¿no es cierto?”.

Dos engaños constantes al respecto de la ciencia “El estudio científico no es más que un refinamiento de lo que pensamos todos los días”.

La intuición “No podemos permitir que la lógica sea nuestra diosa: tiene músculos poderosos, pero le falta personalidad. La mente intuitiva es un don sagrado, y la lógica es un siervo fiel; desgraciadamente hemos creado una sociedad que honra al siervo fiel y que ha olvidado el don sagrado”.

Sobre su mayor descubrimiento (con sentido del humor): “A veces me pregunto cómo llegué a la teoría de la relatividad: creo que una persona normal nunca deja de pensar en términos de espacio y tiempo, pero como mi desarrollo intelectual fue lento y atrasado, solo empecé a pensar en esos términos cuando ya era casi un adulto. ¿Cómo podría  explicar mi teoría de una manera más simple? Pon tu mano sobre una placa caliente durante un minuto, y te parecerá una hora. Siéntate junto a una chica hermosa durante una hora, y te parecerá un minuto: he ahí la teoría de la relatividad”.

La muerte es el demonio (también con sentido del humor): “El más tonto de todos los temores es el miedo a morir, ya que con los muertos nunca puede pasar nada malo. Y el peor castigo del demonio fue hacernos pagar un alto precio por todo lo bueno que ofrece la vida: o bien es malo para la salud, o hace que nos torturemos el alma, o engorda”.

Texto retirado de: La Revista


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