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domingo, 22 de marzo de 2009

Conversando sobre sexo.



Paulo Coelho 
El Alquimista. 
paulocoelhoblog.com

 Transcribo algunas anotaciones que hice en uno de mis diarios en 1986 a partir de una conversación con J.:

– ¿Por qué el sexo se transformó en un tabú?

– Porque es un proceso de alquimia que transforma en un gesto físico una gigantesca manifestación de energía espiritual conocida comúnmente como amor.

– No podemos ver el sexo tal y como se entiende hoy en día: una simple respuesta a determinados estímulos físicos. O peor: como algo que arrastra consigo toda la pesada carga cultural del individuo y del conjunto de la humanidad. Cada vez que estamos frente a una nueva experiencia, activamos todos nuestros recuerdos –tanto los positivos como los negativos– y los conceptos que la civilización ha convertido en reglas. No puede ser así. Es necesario que cada encuentro sexual sea único, aunque hayamos hecho el amor muchas veces con esa misma persona.

– Muy difícil.

– Mucho. Pero es necesario intentarlo, porque la casi totalidad de los seres humanos necesita mantener esa energía en movimiento. 

Por lo tanto, lo primero es entender que dicha energía se compone de dos extremos, que van a caminar juntos a lo largo de todo el acto: relajación y tensión.

– ¿Cómo poner estos dos estados opuestos en sintonía? Solo existe una manera: a través de la entrega. ¿Cómo entregarse? 

Olvidando los traumas del pasado y evitando crear expectativas sobre el futuro (concretamente, sobre la erección y el orgasmo). 

¿Cómo hacer tal cosa? Es sencillo: perdiendo el miedo a  equivocarse.

– La mayoría de las veces damos inicio a una experiencia sexual pensando que todo puede salir  mal. Aunque fuera así, ¿qué importancia tiene eso? Con ser consciente de que es necesario dar lo mejor de uno mismo, las equivocaciones se transforman en aciertos.

– A medida que la búsqueda del placer se realiza con entrega, con sinceridad, sentimos que el cuerpo se va tensando como la cuerda de un arquero, pero la mente se va relajando, como la flecha que se prepara para ser disparada. El cerebro deja de gobernar el proceso, que empieza a ser guiado por el corazón. Y el corazón utiliza los cinco sentidos para mostrarse al otro.

– ¿Los cinco sentidos?

– Tacto, olfato, vista, oído y gusto, todos están implicados. Es gracioso que, en la mayoría de las relaciones sexuales, las personas intentan usar apenas el tacto y la vista: actuando de esta manera, empobrecen la plenitud de la experiencia.

– ¿Los dos miembros de la pareja necesitan estar al corriente de todo esto?

– Si uno de los dos se entrega por completo, rompe el bloqueo del otro, por muy fuerte que este sea. Porque el acto de entrega viene a significar: “Confío en ti”. El otro, que al principio está un poco intimidado, pretendiendo probar cosas que no vienen al caso, se queda desarmado y se relaja. En este momento, la verdadera energía sexual entra en juego.

– Y esta energía no se concentra apenas en las zonas que llamamos “erógenas”. Se extiende por  todo el cuerpo, por cada hebra de cabello y por cada poro. Cada milímetro está emanando ahora una luz diferente, que el otro cuerpo sabe reconocer y que armoniza con él.

– ¿No es muy complicado todo eso?

– Mucho más complicado es practicar el sexo como vemos que se hace hoy, como un simple acto mecánico, que provoca tensión durante el acto, y un vacío al final. 

Todo lo que es espiritual se manifiesta de forma visible, y todo lo que es visible se transforma en energía espiritual. No creo que sea complicado entender esto. Al fin y al cabo  ya nacemos sabiendo que tenemos un cuerpo y un alma. 
¿Por qué no entender que el sexo también tiene estas dos partes?

– Una vez admitido que necesitamos cambiar nuestra actitud frente al sexo, ¿cuál es el primer paso que debemos dar?

– La entrega, como decía antes. La gente piensa que, antes de darse el lujo de cualquier placer, deben resolver todos sus problemas, y no es exactamente así. 
Muchas veces, resolvemos nuestros problemas cuando estamos alegres, y aceptamos el placer como una bendición.

»En el acto sexual ocurre algo interesante: somos extremamente generosos, y la mayor preocupación es justamente el bienestar del compañero. Creemos que no vamos a conseguir darle todo el placer que merece. 

– Y a partir de ese momento nuestro placer también disminuye, o desaparece por completo.

– ¿No es eso una demostración de amor?-

Depende. En realidad, es un acto de culpa, de creerse siempre por debajo de las expectativas de los demás. En una situación como esa, la palabra “expectativa” debe ser eliminada. Si estamos dando lo mejor de nosotros mismos, no hay de qué preocuparse.

»Hay que ser consciente de que, cuando dos cuerpos se encuentran, están entrando juntos en un territorio desconocido. Transformar esto en una experiencia cotidiana es perder la maravilla de la aventura.

»Por el contrario, si nos dejamos llevar en este viaje, terminaremos descubriendo horizontes cuya existencia no podíamos ni imaginar.

– ¿Existe alguna pista que nos conduzca por el buen camino?

– La primera es: tú no estás solo. Si otra persona te ama, está sintiendo las mismas dudas, por muy segura que parezca.

»La segunda: abre la caja secreta de tus fantasías, y no tengas miedo de aceptarlas. No existe un modelo único de comportamiento sexual, así que debes encontrar el tuyo, respetando apenas una prohibición: nunca hagas nada sin el consentimiento del otro.

»La tercera: dale a lo sagrado el sentido de lo sagrado. Para eso, hace falta tener la inocencia de un niño, y aprender a aceptar el milagro como una bendición. Sé creativo, purifica tu alma mediante rituales inventados por ti mismo – como crear un espacio sagrado, realizar ofrendas, o aprender a reír juntos, para romper las barreras de la inhibición. Comprende que lo que estás haciendo es una manifestación de la energía de Dios.

»La cuarta: explora tu lado opuesto. Si eres un hombre, intenta de vez en cuando pensar y actuar como una mujer – y viceversa.

»La quinta: comprende que el orgasmo físico no es exactamente el único objetivo de una relación sexual, sino una consecuencia, que puede darse, o no. El placer no tiene nada que ver con el orgasmo, sino con el encuentro.

»La sexta: identifica tus miedos, y compártelos con tu compañero.

»Y, por último, la séptima: permítete sentir placer. De la misma manera que tú estás ansioso por dar, la otra persona también quiere hacer lo mismo. Si, cuando dos cuerpos se encuentran, ambos quieren dar y recibir, los problemas desaparecen.

Tomado del: DIARIO EL UNIVERSO.
http://www.eluniverso.com/2009/03/15/1/1380/5F67681CAD7F45A18811ABB8CEF04036.html
http://www.eluniverso.com/2009/03/22/1/1380/7D9CFCA537F54D92BD680F4B6F05F284.html

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