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domingo, 24 de junio de 2012

Ocultando tragedias: El silencio de los culpables

Por Paulo Coelho

El Alquimista

“Era necesario evacuar inmediatamente la región, pero nadie, absolutamente nadie, dijo nada. Una semana más tarde, apareció en la página 32 del periódico local una pequeña nota de cinco líneas hablando de la muerte de los operarios, y nada más”.
El video se filmó la mañana del día 26 de abril de 1986, y muestra la vida normal de una ciudad normal. Un hombre sentado tomando café. La madre paseando con el bebé por la calle. La gente atareada dirigiéndose a su trabajo, una o dos personas esperando en la parada de autobús. Un señor leyendo un periódico en un banco de una plaza.
Pero hay un problema con el video: aparecen varias rayas horizontales, como si hubiera que mover el botón de búsqueda para que personas que están conmigo podamos ver mejor.
El video sobre la pequeña ciudad del interior sigue pasando, sin absolutamente nada de interés aparte de las escenas de la vida común. Las escenas muestran ahora autobuses escolares estacionando. Se quedarán allí muchos días, sin que pase nada. Las imágenes son de muy mala calidad, y me giro hacia Katja para pedirle que intente ver qué es lo que pasa. Ella no responde, se ha quedado muda. Me giro hacia Oleg, que me dice: “No es el botón de búsqueda, es la radiación”.
En la noche del 26 de abril, a la 01:23, tuvo lugar en Chernóbil, Ucrania, donde vi el video, el peor desastre producido por la mano del hombre. Con la explosión de un reactor nuclear, los habitantes de la zona se vieron sometidos a una radiación 90 veces mayor que la de la bomba de Hiroshima. Era necesario evacuar inmediatamente la región, pero nadie, absolutamente nadie, dijo nada; a fin de cuentas, el gobierno no comete errores. Una semana más tarde, apareció en la página 32 del periódico local una pequeña nota de cinco líneas hablando de la muerte de los operarios, y nada más. En ese mismo tiempo, se celebró el Día del Trabajo en toda la ex Unión Soviética, y en Kiev, capital de Ucrania, la gente desfiló sin saber que la muerte invisible estaba en el aire.
Vuelvo a mi pasado: estoy en un bar en el Jardín Botánico de Río de Janeiro, cuando la televisión da la noticia, porque a estas alturas, a miles de kilómetros de donde se produjo el accidente, ya se ha detectado en Suecia la nube radiactiva que se mueve hacia allá.
Solo 30 muertes aquel día. Y, sin embargo, según un informe de las Naciones Unidas realizado en 1995, el desastre afectó de manera directa a un total de 9 millones de personas en todo el mundo, entre ellas 3 o 4 millones de niños. Las 30 muertes se transformaron, según el especialista John Gofmans, en 475.000 casos de cáncer fatales, y un número parecido de cánceres no fatales.
El silencio de los culpables, sin embargo, duró mucho más de lo que se esperaba; a fin de cuentas, nadie ve una nube radiactiva. Pero finalmente, cuando el mundo entero ya lo sabía, cuando la nube se había extendido por toda Europa, 400.000 personas tuvieron que ser evacuadas. Un total de 2.000 ciudades y pueblos fueron sencillamente borrados del mapa. Comenta el profesor Dr. Vladimir Chernousenko:
“Además de estos 9 millones de personas directamente afectadas por la radiación, otros 65 millones se vieron afectadas, en otros países, de forma indirecta a través del consumo de alimentos contaminados. Y sea en Ucrania, en Rusia, en los EE.UU. o en Alemania, es absolutamente imposible controlar completamente una reacción nuclear”.
El video, filmado por la KGB (la policía secreta de la Unión Soviética) termina con algunos agentes vestidos con ropas especiales. Katja, Oleg, Yuri y Lena están llorando. Nos levantamos y, a causa del silencio de los culpables, los inocentes también se callan, porque no hay nada, absolutamente nada que decir.

Texto retirado de: La Revista



sábado, 23 de junio de 2012

Decalogo para los mediums

1 - Rinde culto al deber.
No hay fe constructiva donde falta el respeto al cumplimiento de las propias obligaciones.

2 - Trabaja espontáneamente.
La mediunidad es un arado divino que el óxido de la pereza oxida y destruye.

3 - No te creas mayor o menor.
Como los árboles fructíferos, dispersos en el suelo, cada talento mediúnico tiene su utilidad y su expresión.

4 - No esperes recompensas en el mundo.
Las dádivas del Señor, como sean el fulgor de las estrellas y la caricia de la fuente, el brillo de la plegaria y la bendición del coraje, no tienen precio en la Tierra.

5 - No centralices la acción.
Todos los compañeros son llamados a cooperar, en el conjunto de las buenas obras, a fin de que se elijan a la posición de escogidos para tareas más altas.

6 - No te encarceles en la duda.
Todo bien, mucho antes de aparecer por intermedio de ese o de aquel intérprete de la verdad, procede, originariamente, de Dios.

7 - Estudia siempre.
La luz del conocimiento te armará el espíritu contra las armadillas de la ignorancia.

8 - No te irrites.
Cultiva la caridad y la blandura, la comprensión y la tolerancia, porque los mensajeros del amor encuentran enorme dificultad para que se expriman con seguridad a través de un corazón conservado en vinagre.

9 - Disculpa incesantemente.
El ácido de la crítica no te empeora la realidad, la plaga del elogio no te altera el modo justo de ser, y, Aunque te categoricen por cuenta de mistificador o embustero, olvida la ofensa con que te golpeen el rostro, y, guardando el tesoro de la conciencia limpia, sigue adelante, con la certeza de que cada criatura percibe la vida desde el punto de vista en el que se coloca.

10 - No temas a los perseguidores.
Acuérdate de la humildad de Cristo y recuerda que, Aún él, ángel en forma de hombre, estaba cercado de adversarios gratuitos y de verdugos crueles, cuando escribió en la cruz, con sudor y lágrimas, el divino poema de la eterna resurrección.


Dictado por el espíritu André Luiz
Extraído del libro "El Espíritu de la Verdad"

Pintura de: Carolin Peters
Tomada del blog Women Painting Women
Texto retirado deLuz Espiritual

jueves, 21 de junio de 2012

En la tierra


En la Tierra, Dios nos concede el cuerpo, a través de padres amigos.
A cada uno de nosotros se le hace el inquilino temporáneo, en régimen de responsabilidad.
Dios nos proporciona la riqueza de las horas por la contabilidad del Tiempo.
Cada criatura, en un momento oportuno, presentará el informe de sus propios días.
Dios nos oferta los lazos afectivos por los principios de la afinidad.
Podemos valorizarlos o no, conforme nuestro propio arbitrio.
Dios nos concede la propiedad, por intermedio de las leyes organizadas por los propios humanos.
Daremos cuenta del usufructo respectivo. Dios nos ofrece las semillas por los recursos de la Naturaleza.
Plantación y cosecha son siempre de nuestra elección.
Dios nos confía el dinero, a través del trabajo o de la generosidad ajena.
Somos responsables por la aplicación de las finanzas que nos sean dadas de crédito.
Dios nos habilita para la eficiencia con máquinas diversas, por medio de la propia inteligencia humana.
Nos compete a nosotros la programación y la conducción de ellas.
En suma, toda creación y donación de las ventajas que disponemos proceden de Dios.
Entretanto, es justo reconocer que todos los éxitos y problemas de su utilización nos pertenecen.

Dictado por el espíritu André Luiz
Médium Francisco Cândido Xavier
Extraído del libro “Passos da Vida”

Pintura de: José del Olmo
Tomada del blog Mis acuarelas
Texto retirado deLuz Espiritual

domingo, 17 de junio de 2012

Caminata nórdica: Bastones sin reglas

Por Paulo Coelho

El Alquimista

Ahora caminamos con nuestros dos bastones, disfrutando del mundo a nuestro alrededor, sintiendo la alegría de ver cuánto exigimos a nuestro cuerpo, cómo lo movemos, lo equilibramos”.


En el otoño del 2003 estaba paseando en plena noche por el centro de Estocolmo, cuando vi a una señora que caminaba ayudándose con bastones de esquiar.
Mi primera reacción fue atribuir aquello a alguna lesión que había sufrido, pero me di cuenta de que andaba deprisa, con movimientos acompasados, como si estuviera en mitad de la nieve; solo que todo a nuestro alrededor era el asfalto de las calles.
De vuelta en el hotel, le comenté el hecho a mi editor. Él dijo que el loco era yo: lo que había visto era un tipo de ejercicio conocido como Caminata nórdica (nordic walking). Según él, además de los movimientos de las piernas, se trabajan de este modo también los brazos, los hombros, los músculos de la espalda, es un ejercicio mucho más completo.
Mi intención al caminar es poder reflexionar, pensar, ver las maravillas que hay a mi alrededor, conversar con mi mujer mientras paseamos. Me pareció interesante el comentario de mi editor, pero no le presté mayor atención.
Un día decidí comprar un par de bastones. ¡Fue un descubrimiento fantástico! Subimos y bajamos una montaña, sintiendo que verdaderamente todo el cuerpo estaba en movimiento, que el equilibrio era mejor, y que nos cansábamos menos. Caminamos el doble de la distancia que siempre cubríamos en una hora.
Mi mujer entró en internet y descubrió que quemaba un 46% más de calorías que en una caminata normal.
No sé qué es lo que me empujó a entrar en la página sobre las reglas. A medida que iba leyendo, me horrorizaba: ¡lo estaba haciendo todo mal! Mis bastones tenían que estar regulados a una altura mayor, tenían que obedecer determinado ritmo y ángulo de apoyo, el movimiento del hombro era complejo, existía una manera diferente de usar el codo, todo seguía preceptos rígidos, técnicos, exactos.
Imprimí todas las páginas. Al día siguiente, y los que siguieron, intenté hacer exactamente aquello que mandaban los especialistas. La caminata empezó a perder interés, ya no veía las maravillas a mi alrededor, conversaba poco con mi mujer, no conseguía pensar en nada más que las reglas. Al cabo de una semana, me hice una pregunta: ¿por qué estoy aprendiendo todo esto?
Mi objetivo no es hacer gimnasia. No creo que las personas que empezaron a hacer su “caminata nórdica” pensaran en nada más que en el placer de andar, de aumentar el equilibrio y mover todo el cuerpo. Intuitivamente sabíamos cuál era la altura ideal del bastón, como también intuitivamente podíamos deducir que cuanto más cerca estuviesen del cuerpo, mejor y más sencillo sería el movimiento. Pero ahora, por culpa de las reglas, había dejado de concentrarme en las cosas que me gustan, y estaba más preocupado por perder calorías, mover los músculos y usar cierta parte de la columna.
Decidí olvidar todo lo que había aprendido. Ahora caminamos con nuestros dos bastones, disfrutando del mundo a nuestro alrededor, sintiendo la alegría de ver cuánto exigimos a nuestro cuerpo, cómo lo movemos, lo equilibramos. Y si quisiera hacer gimnasia en lugar de “meditación en movimiento”, me buscaría una academia. De momento, estoy satisfecho con mi “caminata nórdica” relajada, instintiva, aunque quizá no esté perdiendo un 46% más de calorías.
No sé por qué el ser humano tiene esta manía de ponerle reglas a todo.

Texto retirado de: La Revista


viernes, 15 de junio de 2012

Para renovarnos

No espere vivir sin problemas, una vez que los problemas son ingredientes de evolución, necesarios en el camino de todos. Ante los propios errores, no resbale hacia el disculpismo y, sí, enfrente las con­secuencias de ellos, a fin de rectificarse, como quien aprovecha piedras para cons­trucciones más sólidas.
No pierda tiempo y serenidad, de­lante de las probables decepciones del camino, por cuanto aquéllos que suponen decepcionarnos se están decepcionando a sí mismos.
Reflexione siempre antes de actuar, a fin de que sus actos sean conscientes.
No exija perfección en los otros, ni aun en usted, pero procure mejorarse cuanto fuera posible.
Simplifique sus hábitos.
Experimente humildad y silencio, cuando la violencia o la irritación aparezca en su área.
Comunique sus obstáculos sólo a los corazones amigos que se muestren capaces de auxiliar en su beneficio con discreción y bondad.
Delante de los propios conflictos, no intente tomar o doparse, buscando huir de su propia mente, porque de toda ausencia indebida usted volverá a los es­tragos o necesidades que haya criado en el mundo íntimo, a fin de sanearlos.
Recuérdese de que usted es un espíritu eterno y si usted dispone de paz en la conciencia estará siempre inalcanzable a cualquier injuria o perturbación.

Dictado por el espíritu André Luiz

Pintura de: Max Ginsburg
Texto retirado deLuz Espiritual

miércoles, 13 de junio de 2012

Desertores

Médiums desertores no son sólo aquellos que dejan de transmitir con fidelidad señales y palabras, avisos y observaciones de la Esfera Espiritual hacia la Esfera Física. De criatura a criatura fluye la corriente de la vida y todos nosotros, encarnados y desencarnados de cualquier condición, estamos proclamados a luchar por la victoria del Bien Eterno.

Desertores son igualmente:
Los que almacenan el pan, sin provecho justo, convirtiendo cereales en cifras de dinero vacías; 
Los que predican virtudes religiosas y sociales resguardándose en trincheras de usura;
Los que cierran escuelas exhibiendo cárceles;
Los que transforman las llaves de la Ciencia en ganzúas doradas;
Los que levantan casas de socorro desviando recursos que deberían ser aplicados para sanar los dolores del prójimo;
Los que exterminan niños en formación garantizando la impunidad, en el silencio de las propias víctimas;
Las madres que, sin motivo, silencian las trompas de la vida en el santuario de su propio cuerpo, embriagándose de placeres que van a vibrar en la locura;
Los que humillan la inteligencia, vendiendo emociones en la feria del vicio;
Los que se ahogan lentamente en el alcohol;
Los que matan el tiempo para que el tiempo no les dé responsabilidad;
Los que pasan las horas censurando actitudes de otro, olvidando los deberes que les competen;
Los que andan en el mundo con todos los deseos satisfechos;
Los que no sienten necesidad de trabajar;
Los que claman contra la ingratitud sin examinar los problemas de los supuestos ingratos;
Los que juzgan comprar el cielo entregando un céntimo al servicio de la caridad y reservando millones para enloquecer a los propios descendientes, en los balances de sangre y odio;
Los que condenan y maldicen en vez de comprender y bendecir;
Los que habían perdido la simplicidad y necesitan de una torre de marfil para vivir;
Los que hacen peso muerto dificultando el curso de las buenas obras…

¡Deserción! ¡Deserción! ¡Si traemos semejante llaga, corrección para nosotros!…
¡Y si la vemos en los otros, compasión para ellos!…


Dictado por el espíritu Emmanuel

Pintura de: Bogdan Prystrom
Tomada del blog Recogedor

Texto retirado de: Luz Espiritual


lunes, 11 de junio de 2012

Pureza

«Bienaventurados los puros, porque verán a Dios.»

Estudiando la palabra del Maestro Divino, recordemos que en el mundo, hasta hoy, no existió nadie como Él, con tanta pureza en su alma. Nos cabe, pues, recordar cómo veía Jesús en el camino de la vida, para reconocernos con seguridad que, aunque en la Tierra, sabía encontrar la Presencia Divina en todas las situaciones y en todas las criaturas. Para mucha gente, el pesebre era lugar despreciable; sin embargo, Él veía a Dios en la humildad con que la Naturaleza le ofrecía materno regazo y transformó la cuadra en un poema de excelsa belleza.

Para mucha gente, María de Magdala era mujer sin ningún valor, por la condición de obsesada en que se mostraba en la vida pública; sin embargo, Él veía a Dios en aquel corazón femenino atormentado de sufrimiento y la convirtió en mensajera de la celeste resurrección.

Para mucha gente, Simón Pedro era hombre rudo e inconstante, indigno de mayor consideración; sin embargo, Él veía a Dios en el espíritu atribulado del pescador semianalfabeto que el pueblo menospreciaba y lo transformó en paradigma de la fe cristiana, por todos los siglos.

Para mucha gente, Judas era negociante de desconfiada expresión, capaz de astutos ardides en loor de sí mismo; sin embargo, Él veía a Dios en el alma inquieta del compañero que los otros menoscababan y le extendió brazos amigos hasta el fin de la penosa deserción a la que el discípulo distraído se entregó, desatento.

Para mucha gente, Saulo de Tarso era guardián intransigente de la Ley Antigua, vanidoso y perverso, en defensa de sus caprichos; sin embargo, Él veía a Dios en aquel espíritu atormentado, y lo buscó personalmente, para confiarle importante embajada.

Si purificases así el corazón, identificarías la presencia de Dios en todas partes, comprendiendo que la esperanza del Creador no desalienta con criatura alguna, y percibirías que la maldad y el crimen son sólo espinos y fango que envuelven el campo del alma —el brillante divino que vendrá fatalmente a la luz…

Y aprendiendo y sirviendo, ayudando y amando pasarás, en la Tierra, como mensaje incesante de amor, enseñando a los hombres que te rodean a convertir el charco en cuna de pan y a entender que, incluso en las profundidades del pantano, pueden surgir lirios perfumados y puros para exaltar la gloria de Dios.

Dictado por el espíritu Emmanuel

Pintura de: Ayib Makmun Arif
Tomada del blog Recogedor

Texto retirado de: Luz Espiritual

domingo, 10 de junio de 2012

Historias de antepasados: Dios está en todo

Por Paulo Coelho

El Alquimista

“Porque Dios mira el corazón de todos los hombres. Cuando visite el tuyo, por supuesto verá tu amor por Él y se alegrará”.

El arca
Después de cuarenta días de diluvio, Noé pudo salir del arca. Descendió lleno de esperanza, pero afuera no encontró sino muerte y destrucción.
Noé clamó al cielo:
“Dios Todopoderoso, si tú conocías el futuro, ¿por qué creaste al hombre? ¿Solo para tener el placer de castigarlo?”.

Un triple perfume subió a los cielos: el incienso,  el aroma de las lágrimas de Noé y el perfume de sus acciones. Entonces Dios respondió:
“Las plegarias de un hombre justo siempre son oídas. Te diré por qué hice esto: para que entiendas tu obra. Tú y tus descendientes estaréis siempre reconstruyendo un mundo que vino de la nada, y así dividiremos el trabajo y las consecuencias. Ahora somos todos responsables”.
La riqueza
Zilu preguntó: “¿Cuándo debo poner en práctica las cosas que he aprendido?”.
Confucio respondió: “Todavía te estoy enseñando. ¿Por qué esta impaciencia de poner algo en práctica? Espera el momento adecuado”.

Al momento siguiente, Gongchi preguntó: “¿Cuándo debo poner en práctica las cosas que he aprendido?”.
“Inmediatamente”, respondió Confucio.
“Maestro, no actuáis con justicia”, se quejó Zilu.  “Gongchi sabe tanto como yo y no le prohibís actuar”.
“Un buen padre conoce la esencia de sus hijos”, dijo Confucio. “Frena a aquel que es demasiado osado y empuja al que no sabe andar con sus propias piernas”.
El poder
Un rey,  queriendo agradar a sus súbditos más leales, anunció que satisfaría el deseo de cada uno de ellos. Algunos pidieron honores, otros pidieron poderes o riquezas. Pero el más sabio entre ellos dijo: “Quiero hablar con el rey tres veces al día”.
De esta forma, en lugar de concentrarse en un capricho inmediato, este súbdito consiguió abrir un camino firme para que sus verdaderos deseos fuesen atendidos.
El amor
Un peregrino llegó  a la aldea donde vivía Abu Yazid  al-Bistrami.
“Enséñame la forma más rápida de llegar a Dios”, le pidió.
Al-Bistrami respondió: “Ámalo con todas tus fuerzas”.
“Eso ya lo hago”.
“Entonces necesitas que te amen los demás”.
“¿Por qué?”.
“Porque Dios mira el corazón de todos los hombres. Cuando visite el tuyo, por supuesto verá tu amor por Él y se alegrará. Sin embargo, si en el corazón de otras personas también encuentra tu nombre escrito con cariño, ten por seguro que te tendrá aún más en cuenta”.


Texto retirado de: La Revista



domingo, 3 de junio de 2012

¿Puede bajarse? Viajar en avión

Por Paulo Coelho

El Alquimista

“Como he pasado tantos controles de seguridad, retrasos, esperas, gente maleducada, una amenaza de bomba y hasta una evacuación de terminal a causa de una maleta abandonada, no tengo paciencia para discutir”.
En todos los productos y servicios que encontramos en el mercado existe siempre la posibilidad de reclamar, de escoger otra marca, de hacer llegar nuestras quejas a algún órgano de la administración. Pero existe algo más allá del bien y del mal: los viajes en avión.
En el momento en que escribo estas líneas, estoy atravesando un hermoso cielo, bien atendido por los asistentes de vuelo, haciendo un viaje de 45 minutos entre París y Viena. Pero hoy he decidido cronometrarlo todo. Salí de casa dos horas antes, porque se trata de un vuelo internacional. Tuve que esperar, junto con un centenar de pasajeros, 32 minutos en la fila de control de seguridad.
Un señor mayor se quejó, y todo lo que consiguió fue el comentario “si no está contento, puede bajarse”. El señor amenazó con hacerlo, pero todos los que estábamos en la lata de sardinas (autobús del aeropuerto) le suplicamos que no lo hiciera. Un pasajero que, después de haber pasado por facturación, decide finalmente no tomar el vuelo, causa un gran trastorno al resto de los pasajeros y eso puede tener como resultado otra hora de espera, hasta que haya de nuevo un pequeño espacio libre en una cantidad interminable de despegues y aterrizajes.
La compañía con la que suelo viajar me dio hace tiempo una tarjeta muy especial. Se renueva anualmente y me la envían a mi casa en Brasil, pero como hace tiempo que estoy de viaje, todavía no la llevo encima y la que tengo aquí está caducada. Llegué de Kiev, adonde había volado desde Lviv, y ahora estoy camino de Viena; como he pasado tantos controles de seguridad, retrasos, esperas, gente maleducada, una amenaza de bomba y hasta una evacuación de terminal a causa de una maleta abandonada, no tengo paciencia para discutir.
Como dos cowboys del antiguo oeste, nos encaramos. Al final, él parpadea primero y dice que “confía en mí, pero que la próxima vez traiga la tarjeta correcta”. Le respondo que no tengo el más mínimo deseo de que confíe en mí, y que es la primera vez que nos vemos.
Estamos a pocos minutos de aterrizar, tengo que apagar el ordenador. Sobrevolamos París, Suiza. Se me cae el tenedor al suelo; el asistente de vuelo, educadísimo, me trae otro inmediatamente. Pienso en otros problemas habidos este año: la respetable compañía suiza que no tenía siquiera un triste bocadillo que servir, y cuando el señor que había a mi lado empezó a gritar diciendo que hasta en las compañías de bajo coste se puede por lo menos comprar algo para comer, la azafata se puso a llorar.
El agente de aduana que llamó al superintendente, porque mi cara le resultaba muy familiar; ¿en qué lista de personas buscadas estaba? La mujer que le explicaba al señor delante de mí que no podía entrar con su equipaje en la cabina porque eso “podría desequilibrar el avión y hacer que se incline a un lado” (la disculpa más creativa que oí).
Pienso en las dos o tres ocasiones en que decidí presentar una reclamación, y lo único que conseguí fue una carta del presidente de la compañía disculpándose. En cuanto a los aeropuertos, es mejor mantener la calma, no discutir y no amenazar con bajarse del autobús. Solo son 45 minutos de viaje, ¿no?
Claro que no: hoy han sido necesarias casi cinco horas para que estos 45 minutos fueran posibles. Pero si descontamos todo eso (y ya es mucho descontar), en el fondo viajar en avión es maravilloso, y...
Gentilmente me piden que apague el ordenador. Sonrío, pido disculpas, voy a apagarlo. Espero que consigamos una pasarela; otro autobús nos estropearía el día.

Texto retirado de: La Revista



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