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miércoles, 4 de noviembre de 2009

VIDA Y SEXO (16)

16. Los conflictos.
Los Espíritus que se encarnan en una misma familia, sobretodo entre próximos parientes muchas veces son Espíritus simpáticos unidos por relaciones anteriores, que se manifiestan por su afecto durante la vida terrestre; pero puede suceder también que estos Espíritus sean completamente extraños unos de otros, divididos por antipatías igualmente anteriores, y que igualmente se traducen por su antagonismo en la tierra para servirles de prueba. Los verdaderos lazos de la familia no son pues los de la consaguinidad sino los de la simpatía y de la comunión de pensamientos que unen a los espíritus antes, durante y después de su encarnación. De donde se sigue que dos seres de padres diferentes, pueden ser más hermanos por el espíritu que si lo fueran por la sangre, pueden atraerse, buscarse, gozar juntos, mientras que dos hermanos consanguíneos pueden rechazarse, como se ve todos los días; problema moral que solo el espiritismo podría resolver por la pluralidad de las existencias.>>

La familia humana se halla enfrentada en todos los momentos de la vida por la ocurrencia de la aversión innata.

No es raro encontrar que padres e hijos, hermanos y parientes se rechacen desde el primer momento.

Son claramente verificables los fenómenos de hostilidad entre adultos y niños, traídos por el imperativo del nacimiento a la vida diaria.

Existen padres que sienten antipatía por sus propios retoños, desde que estas criaturas aparecen en su hogar, y existen hijos que sienten aversión por sus propios padres tan pronto tienen uso razón en los inicios de su encarnación.

Enraizado en el laberinto de las existencias infelices ciertamente que los inconvenientes de las reacciones negativas, las culpas, los remordimientos, las inhibiciones, las venganzas, y tantos otros, se hallan presentes en la familia, en donde el odio acumulado en el pasado se exterioriza, por medio de manifestaciones ya registradas en la patología mental. En esta base de raciocinios, determinado niño habrá sufrido esta o aquélla humillación por sus padres, o
tutores y se desarrolla sofocando los propósitos de venganza con los que se intoxico a sí misma, en el transcurso del tiempo, y ciertos padres habrán sentido una inesperada animosidad por éste o aquel hijo recién nacido, alimentando los celos contra él, y sofocando tal sentimiento con benéficas actitudes de perdón. No es raro que en las estaciones de policía, se registren infanticidios, en los cuales padres o madres aniquilan el cuerpo de aquellos mismos Espíritus a los cuales favorecerían con la encarnación en la tierra.

Indudablemente, el tratamiento psicológico, para la sanación mental y la sublimación de la personalidad, es el camino ideal para semejantes pacientes; nos urge entender, además, que médicos y analistas humanitarios conseguirán lograr prodigios de amor y comprensión, sanado a los enfermos de esa especie; mientras tanto el estudio de la reencarnación es igualmente llamado a colaborar, en los trabajos de sanación para estos pacientes.

¿Cuántos millones de personas dejan de existir anualmente, en el mundo, por las diversas manifestaciones del crimen?

Claro está que las victimas no fueron lanzadas para los cielos o para los infiernos teológicos. Si compenetradas en cuanto a las leyes de amor y perdón que rompen las cadenas del odio, se promueven a un trabajo digno en la espiritualidad la mayoría de las veces hasta en auxilio de sus propios verdugos. En la mayoría de los casos aun persisten en el camino de aquellos que les hirieron profundamente transformándose en perseguidores heridos y vengativos, unidos mentalmente a los antiguos ofensores, y finalmente reconducidos por los principios kármicos a un renacimiento junto a ellos con el fin de sanar, con la convivencia, los complejos de crueldad que aun destilan de su ser.

Cuando esto acontece, el apostolado de reajuste habrá de iniciarse en los padres, por cuanto, despiertos para la lógica y el entendimiento son convocados por la sabiduría de la vida al apaciguamiento y a la renovación.

Observemos, por lo tanto, que en semejantes dominios del alma el apoyo de la fe religiosa se levanta en su socorro y en su terapéutica.

Es indispensable amar y disculpar, comprender y servir, tantas veces cuantas sean necesarias, de modo que el sufrimiento y los desengaños desaparezcan a fin de que, en base a la comprensión y a la bondad del presente, los niños de hoy se levantan en la condición de espíritus reajustados, frente a la leyes del universo, garantizando a los adultos en los lazos de las reencarnaciones venideras, la redención de sus propios destinos.

Pintura de: Jack Vettriano tomada del blog: IMAGINA Y CREA

Por el espíritu de: Emmanuel
Texto retirado del: Libro VIDA Y SEXO.

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