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domingo, 1 de agosto de 2010

Conocimientos y plegarias

Por Paulo Coelho
El Alquimista


En internet


“Ayúdame a decir siempre la verdad en presencia de los fuertes, y a jamás decir mentiras en presencia de los débiles”.

La red, a pesar de todos sus defectos, también ha sido utilizada como un gigantesco sistema de apoyo humano: todos los días circulan cartas electrónicas con textos a veces interesantes, a veces aburridos. Existe el problema de la autoría: ¡yo mismo ya he visto muchas de las columnas que aquí escribo firmadas por otras personas! A continuación presento algunos de los textos recibidos esta semana (y cuya autoría estoy atribuyendo a las personas indicadas en las cartas):

El bambú chino (Covey)
Después de plantada la semilla del bambú chino, no se ve nada durante aproximadamente cinco años, excepto un diminuto brote. Todo el crecimiento es subterráneo: una compleja estructura de raíz, que se extiende vertical y horizontalmente a través de la tierra, está siendo construida.

Entonces, al final del quinto año, el bambú chino crece hasta alcanzar una altura de 25 metros.

Muchas cosas en la vida personal y profesional son iguales al bambú chino. Tú trabajas, inviertes tiempo, esfuerzos, haces todo lo que puedes para nutrir su crecimiento y a veces no ves nada durante semanas, meses o años. Pero si tienes paciencia para continuar trabajando, persistiendo y nutriendo, tu quinto año llegará; y con él llegarán cambios totalmente inesperados.

Recuerda que se necesita mucha osadía para llegar a las alturas y, al mismo tiempo, mucha profundidad para arraigar en el suelo.

Plegaria árabe (traducida por Seme Draibe)

Dios, no consientas que yo sea el verdugo que desangra a las ovejas, ni una oveja en manos de los verdugos.
Ayúdame a decir siempre la verdad en presencia de los fuertes, y a jamás decir mentiras en presencia de los débiles.
Dios mío, si me das la fortuna, no me retires la felicidad; si me das la fuerza, no me retires la sensatez; si me fuera dado prosperar, no permitas que yo pierda la modestia, conservando solamente el orgullo de la dignidad.

Ayúdame a apreciar el otro lado de las cosas, para no acusar a mis adversarios con más severidad que a mí mismo.

No me dejes ser alcanzado por la ilusión de la gloria cuando triunfe, ni por la desesperación cuando sea derrotado. Recuérdame que la experiencia de una caída puede proporcionar una visión diferente del mundo.

¡Oh, Dios!
Hazme sentir que el perdón es señal de fuerza y que la venganza es prueba de debilidad.
Si me retiras la fortuna, déjame la esperanza. Si me falta la salud, confórtame con la gracia de la fe.
Y cuando me hieran la ingratitud y la incomprensión de mis semejantes, crea en mi alma la fuerza de la disculpa y del perdón.
Finalmente, Señor, si yo llegara a olvidarte, te ruego que nunca te olvides de mí.

Texto retirado de: La Revista

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