14. Afinidades.
Los Espíritus que se encarnan en una misma familia, sobre todo entre próximos parientes muchas veces son espíritus simpáticos unidos por relaciones anteriores, que se manifiestan por su afecto durante la vida terrestre.
Del item, 8, del cap, XIV , de “Evangelio Según el Espiritismo”.
Estudios e investigaciones se multiplican en el campo de la sicología, respecto a las complejidades del mundo infantil, y el resultado de las relaciones salta a la vista.
Cada pequeñín es un campo de tendencias innatas, con un inmenso potencial para la observación del analista; que en vano penetrará en los recodos íntimos de su individualidad, sin el apoyo del conocimiento de la ley de la reencarnación o pluralidad de existencias, para solucionar los enigmas.
Basándonos en el trabajo biológico de la construcción del ser, asentada en numerosos milenios, es indudable que encontraremos en el niño todo el equipaje de impulsos sexuales a prontos a manifestarse cuando la pubertad les asegura un más alto control del cuerpo físico.
Y, con esos impulsos es como el Espíritu desarrolla las inclinaciones para la mayor o menor afinidad con este o aquel compañero del núcleo familiar.
El juego afectivo además por regla general se desarrolla más intensivamente entre los padres reconociéndose para si los lazos de las existencias pasadas los cuales estas más fuertemente entrelazados con el progenitor o la progenitora.
Debilitándose casi todos los cimientos de la evolución, por el impulso sexual sobre los cuales se levanta la formación del Espíritu, es comprensible que el sexo aparezca en las ocupaciones de los pequeñitos en su desarrollo natural, y, es en ese territorio de creaciones de la mente infantil, que nos será fácil definir la dirección de las inclinaciones de los hijos, hacia los ascendentes paternos o maternos, por que ahí se revelaran precisamente las tendencias traídas de otras épocas y que el tiempo archivo. Con frecuencia más no siempre las hijas se hallan más acentuadamente ligadas con los padres mientras que los hijos se pronuncian con más entrañable afecto hacia las madres.
¿Subsistirá, por lo tanto, cualquier duda en esto cuando no ignoramos que toda la estructura psicológica que levantaron nuestros destinos, fue manipulada con los ingredientes del sexo, a través de miles de reencarnaciones? Y, aceptando los principios de causa y efecto que conlleva la experiencia ¿desconoceremos acaso, que los instintos sexuales orientaron nuestra romería por milenios y milenios, en el reino animal, edificando la razón que hoy corona nuestra existencia?
Apreciando esto, recordemos la confusión de las relaciones poligámicas de donde provenimos y de donde hemos salido durante los siglos transcurridos, y entenderemos así con absoluta naturalidad, los complejos de la personalidad infantil.
Así sucede porque heredamos espiritualmente, por las raíces de la reencarnación en la posición de hijos e hijas a aquellos mismos compañeros de experiencias sentimentales, con los cuales teníamos algo que reparar. Atentos a semejante realidad, somos lógicamente impulsados a concluir que los vínculos del niño, de una o de otra forma en cualquier sitio de progreso y en cualquier clima afectivo, solicitan cuidados, que sintetizaremos tan solo en una palabra: educación.
Por el espíritu de: Emmanuel
Psicografía: Francisco Cándido Xavier.
Texto retirado del: Libro VIDA Y SEXO.
querido conspi, venimos tan empapados de nuestras venidas anteriores... Pude comprender la relacion dificil que de niña tenia con mi primo cuando de mas grande hice una regresión y vi que habia estado con el en otra vida y hasta habiamos tenido hijos, y la sensacion era de que no habiamos terminado bien.
ResponderEliminary todo se libera y se sana cuando uno comprende...
un abrazo de luz.
tami