13. Tedio en el Hogar.
Pregunta –Puesto que los espíritus simpáticos son inducidos a unirse, ¿A qué se debe que, entre los Espíritus encarnados, el afecto es a menudo unilateral, y que el amor más sinceros sea acogido con indiferencia y aun repelido, a que se debe, por otra parte, que el afecto más vivo entre dos seres puede trocarse en antipatía y en odio a veces?
-¿No comprendes que, aunque pasajero, ese es un castigo? Además, ¿Cuántos hay que creen amar desatinadamente, por que sólo juzgan por las apariencias, y cuando se ven precisados a vivir con las personas, no tardan en conocer que no pasa de ser una manía material? No basta estar prendado en una persona que os gusta y a quién críes de buenas cualidades pues sólo viviendo realmente con ella podréis apreciarla. ¡Cuantos enlaces no hay también que, al principio, parecía que nunca llegarían a ser simpáticos, y que, cuando el uno y el otro se han conocido y estudiado bien, acaban por profesarse, un amor tierno y duradero, por que esta basado en la estimación! Es preciso no olvidar que es el Espíritu quien ama, no el cuerpo, y que cuando se ha disipado la ilusión material, el Espíritu ve la realidad.
Hay dos clases de afecto; el del cuerpo y el del alma, y a menudo se toma el uno por el otro. Cuando el afecto del alma es puro y simpático, es duradero; el del cuerpo es perecedero. E ahí por que los que creían profesarse amor eterno se odien, concluida la ilusión.
Pregunta No. 939 de El Libro de los Espíritus.
Entre muchas criaturas comprometidas en los ajustes del corazón, el tedio aparece inesperadamente, agriando la vida en común.
Algunas veces, es el compañero quien se arroja en la indiferencia; en otras, es la compañera que se entrega al desierto de la indiferencia.
Una vez que aparecen semejantes plagas en el interior del nido domestico, es razonable se haga un juicioso auto análisis, de lado a lado, a fin de que éste parásito destructor de la felicidad sea erradicado completamente.
Cuando el hombre y la mujer confían completamente entre si, y más especialmente en su intimidad sexual, esta confianza es tan absoluta que pasan, prácticamente, a vivir una simbiosis de fuerzas, cual si las dos almas habitaran en un solo cuerpo. En la unión afectiva, ambas almas comparten el cerebro y el corazón vibrando en sintonía, resultando de ello una existencia indivisible.
Es comprensible que si uno de los dos compañeros o los dos caen en la indiferencia, sin preocuparse de los compromisos que asumieron conjuntamente, es la muerte de la unión la que sobreviene, inevitablemente, con los resultados infelices que se conocen, indiscutiblemente.
Ante la presencia del tedio, es necesario se ausculte cada uno, en su propio interior de manera que se descubra si el desequilibrio se halla enraizado en los incumplimientos matrimoniales, que marcan nuestra individualidad de las pasadas existencias, con el fin de corregirse, en salvadora medicina emotiva, evitando que por casualidad los arrastre hacia la necesidad de placeres inútiles. La sexualidad en el matrimonio existe sobre todo, en función de alimento magnético entre los dos corazones que se integran uno con el otro y de ahí procede la necesidad de vigilancia continua para que la armonía no se pierda.
En otros casos de la experiencia, observaran tanto el compañero como la compañera, de acuerdo al caso, que la influencia de alguien le llega al centro de su ser, y los insita a uniones sexuales diferentes.
Es el pasado que retorna presentando de nuevo a aquellas mismas criaturas, con quienes tal vez recorrieron un laberinto de experiencias francamente infelices. Cargan ellos consigo mismo los ingredientes de la seducción con los cuales nos apartaron de los compromisos asumidos, sugiriéndonos el regreso a procesos de vida incompatibles con nuestro deber e intentando derrumbar de la mente los cimientos del equilibrio que se han restaurado a través del tiempo.
Sea cual fuere el motivo en el que el tedio se fundamente, recurran los compañeros imantados en el hogar al apoyo reciproco, profundo, e intensivo. Con ello estarán defendiendo la armonía intima, sin herir el propio cuerpo. Y reeducándose sin lastimar a los que por ventura, les demuestran afecto, y si acogiéndolos, ya no en condición de cómplices de aventuras desastrosas a las que se rindieron antes, y si de hermanos queridos, con quienes podemos unirnos, en espíritu, en el más alto amor espiritual.
Pintura de: Charley Toorop tomada del Blog CARMENSABES POESIA Y ARTE
Por el espíritu de: Emmanuel
Psicografía: Francisco Cándido Xavier.
Texto retirado del: Libro VIDA Y SEXO.
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