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viernes, 10 de septiembre de 2010

PERFECCIONÁNDONOS

7- PERFECCIONÁNDONOS
Si dejamos de lado el primitivismo de ciertas almas-que yacen aturdidas durante largo tiempo después de la muerte física-, en relación con el perfeccionamiento del cuerpo espiritual observemos, una vez más, el cuadro de las mentes evolucionadas intelectualmente pero todavía sumergidas en las densas vibraciones consecuentes de oscuros compromisos.

Estas no permanecen en estado de inercia, en sueño larval como las primeras, sino que se debaten en los desvaríos de la locura.

Crean imágenes que viven y se mueven en su intimidad por un lapso indeterminado, cuya duración depende de la fuerza que impulsa a sus pasiones.

Cargan consigo los intensos dramas de los que fueron autoras.

Encarnada en la Tierra, la inteligencia vive entre las tentaciones de la esfera carnal y las silenciosas sugestiones de la mente. Cuanto más intelectualizada la criatura, más profundamente respira en el plano de las ideas, influyendo y siendo influenciada.

Sin embargo, generalmente el hombre desequilibra sus propios sentimientos, por inclinarse en mayor o menor grado al abandono de las leyes con las que debe regirse. En tanto que transita los caminos humanos gana poco y, casi siempre, pierde mucho dentro de si mismo, al sumergirse en las pesadas sombras de los pensamientos inquietantes que produce para el consumo de sus necesidades mentales.

Así es que el pasaje a la vida espiritual no modifica su campo intimo.

Encapsulada en el círculo vibratorio de las concepciones que son de su interés, el alma sufre naturales inhibiciones ante el panorama de la vida gloriosa. No posee todavía un órgano de percepción para sintonizarse con los deslumbrantes espectáculos de lo Infinito, encarcelada como se encuentra entre las extrañas paredes de las concepciones oscuras y estrechas en las que se debate.

Así como la lámpara vive en el seno de sus propias irradiaciones al emitir luz, que también es materia sutil, el alma permanece en el seno de las creaciones que le son peculiares, y se aficiona al medio en el que prevalecen las fuerzas y los deseos que le son afines, porque igualmente el pensamiento es sustancia enrarecida, es decir materia, dentro de expresiones inaccesibles hasta ahora a las investigaciones terrestres.

Como pueden alimentarse por tiempo indefinido de las emanaciones de sus propios deseos, hay entidades que se estacionan durante largos años dentro de los cuadros emocionales en los que se complacen, y de esta forma retardan su marcha evolutiva, hasta que reencarnan para recapitular las experiencias en las que han fallado, y retornan al servicio de la purificación interior para alcanzar la propia sublimación.

De tal modo, somos enfrentados por dolorosos fenómenos congénitos.

Los suicidas vuelven a iniciar la lucha física en medio de ingratas dolencias, y los criminales reaparecen en la cuna con deplorables mutilaciones y defectos; los alcohólicos regresan a la vida en compañía de padres que les son afines y peligrosos delincuentes vuelven a comenzar el viaje del perfeccionamiento moral dentro de la esfera de las pruebas temibles, como son las enfermedades indefinibles y las aflicciones difícilmente remediables.

En el extenso y bendito vivero de almas que es el mundo, poco a poco, siglo tras siglo durante miles de años, usando diferentes cuerpos y diversas situaciones en el campo de las formas, nuestro espíritu construye lentamente, para su uso, el vehículo acrisolado y divino con el cual un día ascenderemos a la sublime morada que el Señor nos tiene reservada, en plena inmortalidad victoriosa.

Pintura de: Diego Dayer, tomada del blog Diego Dayer Pinturas

Por el espíritu: Emmanuel
Texto retirado del: Libro "DERROTERO".

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