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miércoles, 22 de abril de 2009

Planeta Agua


Enrique Naula Barreiro

Un día como hoy hace treinta y nueve años, el senador americano Gaylord Nelson logró que cerca de veinte millones de personas –en su mayoría jóvenes de las universidades y colegios de  Estados Unidos– acudan simultáneamente a su llamado de atención por los daños ocasionados al planeta.  Desde entonces la popularidad del 22 de abril ha venido creciendo año a año, aún más impulsado por el dinamismo de las comunicaciones de las recientes décadas, tanto así que se estima que más de ciento setenta países celebran hoy oficialmente el Día de la Tierra.  Nuestro planeta está lleno de vida, por lo que lo más sensato es pensar que –así como sus componentes– tampoco es  inmortal. Es mejor no verlo como eterno, de esta manera lo apreciamos más y nos obligamos a cuidarlo. Es también una realidad que no ha bastado asignarle un día en el calendario para detener su desgaste. El ser humano es el depredador del mundo, ningún otro animal le hace tanto daño. Sin embargo, es justo también afirmar que el hombre es tan parte de la naturaleza, como lo es un colibrí. No se nos puede culpar por no vivir como vive un oso o una mariposa, simplemente aceptando el mundo tal como nos fue entregado. Todo lo que el hombre ha descubierto o inventado lo ha hecho con recursos de este mismo planeta. Los inventos de la humanidad son el fruto de su innato genio, tal como lo es el fruto de un árbol.

El cerebro humano y su poder son tan naturales como lo son los ojos de un búho. Así como un litro de agua de mar es tan natural como un litro de petróleo crudo.  La inteligencia humana logró a través de los hidrocarburos generar energía, que sirvió para calentar millones de hogares atacados sin misericordia por crudos inviernos o transportarnos a lugares inalcanzables para cualquier otra especie. El problema no son los inventos, sino lo que hacemos con ellos. Y peor aún cuando nos aferramos a sus beneficios económicos más que al beneficio social que generan. El crecimiento  poblacional hará irremediable que el daño al planeta sea progresivo. Nuestra tarea es hacer todo lo necesario para prolongar su existencia hasta el más remoto de sus límites.

La conciencia es el mejor antídoto para combatir los impulsos depredadores humanos. Es por ahí por donde se debe comenzar: haciendo conciencia. Hemos hecho lo posible para dividir territorios, marcar fronteras, construir muros, nombrar océanos sin querer ver lo obvio: que somos una sola gran masa. Tenemos que hacernos menos humanos y más planetarios. La Tierra alberga una diversidad esplendorosa de formas de vida que están interconectadas entre sí, y cada acción individual de cualquiera de ellas influye en el bienestar de las demás. La creatividad humana debe lograr el balance necesario para vivir y dejar vivir. El petróleo ya cumplió su función y su ciclo. Prolongar su uso es mantenerse en el funesto triángulo vicioso. 

 Nuestro planeta merece incluso otro nombre. Los antiguos motivos por el cual se lo llamó Tierra se enfrentan con la realidad actual. Se escogió la diosa griega Gea para nombrarlo pensando que había más tierra que mar, porque no sabían la cantidad de agua que los rodeaba. Si las naciones y sus pueblos a través de los siglos han ido cambiando su nombre, no hay motivo por el cual tengamos  que someter  al mundo toda su vida a llevar un apelativo que no encaja con su personalidad. El mundo merece un nombre más transparente y que logre transmitirnos con frescura su íntima vitalidad.  

Al Planeta Agua, solo por su nombre, ya provoca consentirlo más.

http://www.eluniverso.com/2009/04/21/1/1363/8BF578BE62AD4BF9A4A64FCEF9C46080.html

3 comentarios:

  1. Lastimosamente estamos destruyendo al planeta y no hacemos nada para detener esa destrucción..los gobiernos como politica de stado deben involucrarse mas ne el tema..no es solo para campaña politica...esas politicas deben ser ara el futuro, paraneustros hijos, nietos..

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  2. CONTIGO Y CON TODOS LOS QUE AMAMOS Y RESPETAMOS LA TIERRA, FUENTE DE VIDA Y MUERTE!
    uN ABRAZO

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  3. Conspicuo me parece una excelente entrada esta... Menos humanos y más planetarios... parece paradojal, y no lo es... Deja pensando...
    Un beso bahiense.-

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