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domingo, 5 de abril de 2009

Un diálogo sobre la autocompasión

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– Bernard Shaw sí que tiene razón. Él afirmó que las personas sienten un placer enfermizo al quejarse constantemente de las condiciones en las que viven. Yo pienso lo mismo: los verdaderos hombres y mujeres son los que crean las condiciones ideales.

– ¿Cómo se puede hacer tal cosa?
– Un sabio chino ya dio la solución hace miles de años: hay que cumplir cinco puntos. No obstante, antes de extenderme sobre estos cinco puntos es necesario saber que hay que comenzar por respetarse a uno mismo, y por concentrarse en lo que deseamos.

– ¿Cómo sabemos lo que deseamos?
– Cuando nos sentimos bien al realizar determinada tarea. Por consiguiente, todo lo que nos hace perder el entusiasmo  y el respeto por nosotros mismos es nocivo, aunque conlleve poder, dinero o éxito. Ya he visto mucha gente asfixiada por el éxito, cometiendo errores que acababan destruyendo un trabajo de años, abandonándose a borracheras monumentales o volviéndose agresivos, rigurosos o amargos. Estas personas están lejos de sí mismas y lejos de los demás.

– Retomemos lo del sabio.
– Este chino escribió un libro sobre la guerra, pero los cinco puntos de su lista pueden aplicarse a cualquier tarea realizada por el ser humano.

– El primer punto es la ley de la voluntad. Acabamos de hablar sobre ella: solo debemos hacer aquello que llena nuestro corazón de entusiasmo. Si pretendemos ignorar esto, si retrasamos el momento de vivir lo que soñamos, perdemos la energía necesaria para cualquier transformación importante en nuestras vidas. 
Alguien ya dijo una vez, y muy apropiadamente: “No conozco el secreto del éxito, pero el secreto del fracaso es procurar seguir siempre la voluntad de los otros”.

El segundo punto es la ley de las estaciones. De la misma manera que una guerra trabada en invierno exige un comportamiento y un equipamiento diferentes a los de una guerra que tenga lugar en verano, el ser humano debe aprender a respetar sus propias estaciones, no intentando actuar en el momento en que hay que esperar, y no intentando esperar en el momento en que hay que actuar.

– El tercer punto es la ley de geografía. Una batalla en un desfiladero es diferente a la que se traba a campo abierto: tanto en uno como en otro caso, solo consigue condiciones favorables aquel que está atento a lo que sucede a su alrededor, al espacio que está ocupando, a lo que tiene que hacer para avanzar, al lugar donde podría quedar acorralado y a las vías para escapar, en el caso de que necesitara retroceder un poco.

– El cuarto punto es la ley de los aliados. Nadie consigue luchar en solitario. 
Hacen falta amigos que nos den fuerza cuando la necesitamos, gente que nos aconseje sin miedo a lo que vamos a pensar. Como dice un poeta, “ningún pájaro puede volar alto usando apenas sus propias alas”.

Por último, el quinto punto es la ley de la creatividad. Solo existe una manera de entender las cosas: cuando intentamos cambiarlas. No siempre lo conseguimos, pero acabamos aprendiendo, porque buscamos un camino aún no recorrido –y el mundo está lleno de este tipo de caminos. El problema es que todos temen los bosques vírgenes, los mares nunca navegados, ya que lo desconocido da la sensación de que nos podemos perder.
http://www.eluniverso.com/2009/03/29/1/1380/48D52304EE844FF68B92E979B845E462.html

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