La vida viene de Dios, la convivencia viene de nosotros.
Aquellos compañeros que comparten con nosotros la experiencia de lo cotidiano, son los mejores que la Divina Sabiduría nos concede, a favor de nosotros mismos.
Si usted encuentra a una persona difícil en su intimidad, esa es la criatura exacta que las leyes de la reencarnación le traen al trabajo de perfeccionamiento propio.
Las personas que nos comprenden son bendiciones que nos alimentan el ánimo de trabajar, entretanto, aquellas otras que aún no nos entienden son pruebas que la vida igualmente nos ofrece, a fin de que aprendamos a comprender.
Recordemos: en los campos de la convivencia es necesario saber soportar a los demás para que seamos soportados.
Si alguien surge como siendo un enigma en su camino, eso quiere decir que usted, igualmente, es un enigma para ese alguien.
Nunca diga que la amistad no existe; como nos acontece, cada amigo nuestro tiene sus limitaciones y si algo conseguimos hacer en auxilio del prójimo, no siempre logramos hacer el máximo, una vez que sólo Dios consigue todo en todos.
Si usted realmente ama a aquellos que le comparten el camino, ayúdelos a ser libres para encontrarse a sí mismos, así como usted desea la independencia propia para ser usted, en cualquier lugar.
Quien valoriza la estima ajena, procura igualmente estimar.
Si usted cree que la franqueza ruda puede ayudar a alguien, observe lo que pasa con la planta a la que usted echa agua hirviente. Bendigamos si queremos ser bendecidos.
Por el espíritu de: Andre Luiz
Psicografía: Francisco Cándido Xavier
Texto retirado del libro: Respuestas de la Vida
No hay comentarios:
Publicar un comentario