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domingo, 13 de septiembre de 2009

Sobre las maneras de rezar

Por Paulo Coelho 
El Alquimista

El arzobispo Macario afirma en uno de sus escritos que las puertas del cielo están abiertas para el que haga uso de la oración. No obstante, no siempre valoramos este medio de comunicación con Dios, por considerarlo sencillo o – paradójicamente – demasiado complicado. Es preciso recordar que en la Biblia, en el libro segundo de los Reyes (capítulo 20), se cita un poderoso ejemplo que ilustra la fuerza de la oración.
El profeta Isaías va a la casa de Ezequías, y le anuncia: “pon en orden tu casa, pues vas a morir”.

En los libros sagrados y viejas tradiciones se realza con fuerza la importancia de dirigirse a Dios.
Ezequías, desesperado, se vuelve contra la pared y clama al Señor: “¡Caminé fielmente frente a Ti, haciendo lo que era agradable a tus ojos!” Y llora.

Antes de que Isaías deje el patio interno, el Señor se dirige nuevamente a él: “Vuelve y dile a Ezequías, mi siervo: escuché tu plegaria y vi tus lágrimas. Voy a curarte, y te daré quince años más de vida”.

A continuación, dos historias sobre la importancia de rezar.

El ángel explica la penitencia
El Verba Seniorum – colección de textos sobre los monjes que vivían en el desierto en los primeros tiempos de la era cristiana – cuenta la historia de un ermitaño que consiguió ayunar durante un año, comiendo apenas una vez por semana.

Cuando terminó su penitencia, dirigió su vista al cielo y le pidió a Dios que le revelase el verdadero significado de determinado pasaje bíblico.
No escuchó ninguna respuesta.

–Qué pérdida de tiempo – se dijo a sí mismo–. ¡Hice todo este sacrificio por Dios y ahora nada me responde! Será mejor salir de aquí y encontrar a algún otro monje que conozca el significado de este texto.

En este momento, apareció un ángel.
–Los doce meses de ayuno sólo te sirvieron para creer que eres mejor que los demás, y Dios no escucha a los vanidosos. Pero cuando fuiste humilde y pensaste en pedir ayuda a tu prójimo, Dios me envió.
Y entonces el ángel le reveló al ermitaño lo que quería saber.

La oración de los rebaños 
La tradición judaica cuenta la historia de un pastor que siempre le decía a Dios: “Señor del Universo, si tienes un rebaño, yo lo cuidaré sin pedir nada a cambio, porque te amo mucho”.

Cierto día, un sabio escuchó la extraña oración. Preocupado con que pudiera tratarse de una ofensa a Dios, le enseñó al pastor los rezos que conocía.

Pero en cuanto se separaron, el pastor se olvidó de las palabras correctas y, temiendo ofender a Dios ofreciéndole guardar rebaños, decidió abandonar por completo cualquier tipo de oración.

Aquella misma noche, el sabio tuvo un sueño:
– ¿Quién cuidará ahora de los rebaños del Señor?– decía un ángel – El pastor rezaba con el corazón, y tú le has enseñado a rezar sólo con la boca.

Al día siguiente el sabio regresó al campo, le pidió perdón al pastor, e incluyó la Plegaria del Rebaño en su libro de oraciones
.

Texto retirado de: La Revista

3 comentarios:

  1. Aunque te confieso que no creo, no deja de parecerme interesante tu entrada. Hay tantas formas de rezar y de ponerse en contacto con la grandeza del universo, llamémosle Dios, o de cualquier otra forma. Gracias. Volveré.

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  2. Muchos de nosotr@s tenemos que aprender esa plegaria y ser m´´as humilses en esta vida,gracias por compartir t´´an gr´´an enseñanza.Con cariño Victoria...

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  3. Soy de las que reza, porque creo en el poder de la oración. Ella me infunde confianza y paz, es como un bálsamo que me permite afrontar la vida de otra manera.
    Como una planta necesita del agua y de abono para crecer y desarrollarse, sin la oración no podemos vincularnos a la fuente divina de la vida, nos abre la puerta del alma para que pueda entrar el poder de Dios.
    Un cordial saludo.

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