La abstinencia y el celibato
Pregunta – El celibato voluntario, ¿ es un estado de perfección voluntario ante Dios?.
Respuesta – no, y los que viven así por egoísmo desagradan a Dios y engañan a todo el mundo.
Pregunta – Respecto de ciertas personas, ¿ no es el celibato un sacrificio con el fin de consagrarse más completamente al servicio de la humanidad?.
Respuesta – Esto es muy diferente. Yo he dicho por egoísmo. Todo sacrificio personal es meritorio cuando es por el bien, y mientras mayor es aquel, mayor es el mérito.
Preguntas No. 698 y 699, de “ Libro de los Espíritus.
La abstinencia en materia sexual y el celibato, en la vida de relación presupone las experiencias de la criatura en dos fajas esenciales – aquellos Espíritus que escogen semejantes posiciones, voluntariamente para su perfeccionamiento y servicio, y la de aquellos que se ven forzados a adoptarlas por fuerza de inhibiciones o reprensiones diversas.
Indudablemente, los que consiguen abstenerse de la comunión afectiva, teniendo todos los recursos para lograr una buena relación de pareja, con el fin de hacerse útiles al prójimo trazan para si mismos vías más rápidas para el perfeccionamiento.
Actuando así, por amor donando su cuerpo para el servicio de sus semejantes, y, de esa manera, ayudando a sus hermanos, por diferentes maneras, convierten la existencia, sin uniones sexuales, en camino de elevación, situándose en diversas posiciones creadoras, dirigiendo su energía sexual hacia objetivos de naturaleza espiritual. Y, de acuerdo con los que eligen conscientemente este tipo de experiencias imponiéndose duras pruebas de vivencia personal, encontramos aquellos otros que ya renacieron en el plano físico inducidos u obligados a la abstinencia sexual, atendiendo a reprensiones irreversibles o procesos de reajuste por los cuales saldan errores del pasado o se adaptan a pesadas disciplinas que les facilitan el pago de compromisos determinados, en asuntos espirituales.
En uno y en otro caso, vemos aquellos que se hacen llamar, según las enseñanzas evangélicas, como “eunucos (castrados) por amor al Reino de Dios”. Estos eunucos al contrario de lo que generalmente se afirma no son criaturas psicológicamente impedidas para ejercer su sexualidad, respirando en ambientes de negación de la vida. En cuanto mientras se abstienen de la actividad sexual, voluntaria o involuntariamente, son almas llenas de sueños y deseos, que evitan tanto cuanto les es posible, relacionarse afectivamente, para satisfacerse en las obligaciones o tareas de orden espiritual que se han impuesto. Se desprende de esto que no tomen tareas de reparación o elevación sin tentaciones, sufrimientos, angustias y lágrimas y, algunas veces, hasta resbalones y caídas, de orden sentimental, toda vez que los impulsos del amor en ella se mantienen con profundidad, predisponiéndola a la sed incesante de comprensión y afecto.
Entendiéndose los valores del alma como alimento del Espíritu, es imposible olvidar que el hacer bien, es indispensable para lograr la perfección y este se hace a costa de sufrimientos y tribulaciones.
La semilla es sembrada en el suelo para deshacerse de la envoltura que la rodea, de igual manera que el pan no se elabora sin ser amasado y horneado.
La fuerza en el carro no se produce sin la quema del combustible, y el motor no garantiza el movimiento sin ser calentado previamente.
Abstinencia y celibato, sea por decisión súbita del hombre o de la mujer, interesados en la educación de sus impulsos, a través de la reencarnación, o por deliberación asumida, en la vida espiritual, en obediencia a fines específicos, no son indiferentes al sentimiento.
Celibato y abstinencia constituyen pruebas muy loables para el ser (experiencias de carácter transitorio), en las cuales el hambre de afecto se trasforma en lo íntimo del corazón en un fuego purificador, embelleciendo las tendencias o transformando esas mismas tendencias trabajos para el bien común, a través del cual por la donación de una vida, se efectúa el apoyo espiritual o la iluminación de otras existencias.
Tales consideraciones, nos llevan a pensar que la vida sexual de cada criatura es un terreno sagrado para ella misma, y que, por eso mismo, abstención, unión afectiva, formación de la familia, celibato, divorcio, y otras ocurrencias, en el campo del amor son problemas de acuerdo a la responsabilidad de cada uno, convirtiéndose por esta razón, en asuntos, no de cuerpo para cuerpo sino de corazón a corazón.
Por el espíritu de: Emmanuel
Psicografía: Francisco Cándido Xavier.
Conspicuo, mi saludo bahiense. Una vez mas, tu punto de vista sobre cuestiones humanas, enriquece. Un beso.-
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