1. Acerca del sexo.
Pregunta – ¿El Espíritu que animo el cuerpo de un hombre, puede animar el de una mujer, en una nueva existencia y viceversa?.
Respuesta – Si, pues son los mismos espíritus los que animan a los hombres y las mujeres.
Pregunta No. 201, de El libro de los Espíritus.
Ante los problemas del sexo, es necesario recordar que toda criatura trae sus inclinaciones particulares con respecto a él. Atendiendo a la cantidad de cualidades adquiridas en las diferentes reencarnaciones, el espíritu se muestra en el Plano Físico, por las tendencias que registra ya sea en la condición de hombre o de mujer, conforme a las tareas que le corresponde realizar. Fuera de esto, la individualidad muchas veces, independientemente de las señales morfológicas, encierra en si un extenso problema tratándose de relaciones e inclinaciones de carácter múltiple.
Cada persona se distingue, por diferentes caracteres en el mundo emotivo.
El sexo se define, de este modo, por un tributo no solo respetable si no profundamente santo de la naturaleza, exigiendo control y educación.
A través de él emanan fuerzas creadoras a las cuales debemos en la tierra la materialización de la reencarnación, el templo del hogar, las bendiciones de la familia, las alegrías revitalizadoras del afecto y el tesoro invaluable de los estímulos espirituales.
Deseando quitarle los defectos a los seres humanos, con el pretexto de elevarlos, sin darnos cuenta que las sugestiones del erotismo se encuentran en la estructura del alma al mismo tiempo seria absurdo rebajarlo de su posición venerable a fin de arrojarlo al campo de aventuras menos dignas, con la disculpa de garantizarle la liberación.
El sexo es espíritu y vida, al servicio de la felicidad y de la armonía universal. Consecuentemente, solicita responsabilidad y discernimiento, donde y cuando se exprese. Por esto mismo, nuestros hermanos y nuestras hermanas necesitan y deben saber lo que hacen con las energías genésicas, observando como, con quien y para qué se utilizan semejantes recursos, entendiéndose que todos los compromisos de la vida sexual se hallan igualmente subordinados a la ley de causa y efecto; y, según este principio, de todo lo que demos a los otros en cuanto a afecto eso mismo recibiremos.
Por el espíritu de: Emmanuel
Psicografía: Francisco Cándido Xavier.
Retirado del Libro VIDA Y SEXO.
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