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domingo, 9 de agosto de 2009

Sobre la condición humana

Por Paulo Coelho 
El Alquimista

Tapando el sol con la mano
Un discípulo fue a ver al rabino Nahman de Braslaw:

–No voy a continuar con mis estudios de los textos sagrados -dijo-. Vivo en una pequeña casa con mis hermanos y  padres, y nunca encuentro las condiciones ideales para concentrarme en lo que es importante.

Nahman apuntó al sol, y le pidió a su discípulo que levantase la mano frente a su rostro para interrumpir la visión del astro rey. El discípulo así lo hizo.

–Tu mano es pequeña, y sin embargo has conseguido ocultar totalmente la fuerza, la luz, y la majestad del inmenso sol. De la misma manera, los pequeños problemas consiguen darte la disculpa necesaria para no proseguir con tu búsqueda espiritual.

Al igual que la mano tiene el poder de esconder el sol, la mediocridad tiene el poder de esconder la luz interior. No culpes a los demás por tu propia incompetencia.

De quién es la culpa
Una pareja salió de vacaciones. Al regresar, se encontraron con que la puerta había sido forzada: los ladrones se habían llevado todo.

El marido acusó a la mujer, diciéndole que no había echado los cerrojos. Ella afirmó por su parte que a él se le había olvidado cerrar la puerta con llave. Así dio inicio una prolongada discusión, hasta que los vecinos llamaron a un religioso para intentar serenar los ánimos.

–La culpa es de ella, que siempre ha sido  descuidada – dijo el marido.

–Ni hablar. Él es el que tiene la culpa, que nunca pone atención en lo que hace – respondió la mujer.

–Un momento -dijo el religioso-. Nos pasamos la vida culpándonos los unos a los otros por cosas que no hemos hecho, y acabamos cargando un fardo que no nos pertenece. ¿Acaso no se os ha pasado por la cabeza que los ladrones son los verdaderos culpables del robo? 

Dios y el amor del hombre
Un hombre se acercó al filósofo Ramanuja y le pidió:

–Muéstreme el camino hacia Dios.

–¿Alguna vez te has enamorado de alguien?

–¿Enamorarme? ¿Qué es lo que el gran maestro quiere decir con eso? Yo me prometí a mí mismo que nunca me aproximaría a una mujer; huyo de ellas como quien intenta escapar de una enfermedad. Ni siquiera las miro: cuando pasan, cierro los ojos, para concentrarme mejor en mi búsqueda espiritual.

–Procura regresar mentalmente al pasado e intenta descubrir si alguna vez, a lo largo de toda tu vida, hubo algún momento de pasión que dejase tu espíritu y tu cuerpo llenos de fuego.

–He venido hasta aquí para aprender a rezar, no los procedimientos para enamorarse de una mujer.

Ramanuja se quedó en silencio durante algunos minutos, y finalmente dijo: –No puedo ayudarte. Si aún no has probado el amor, nunca conseguirás sentir la paz de una oración. Por tanto, regresa a tu ciudad, enamórate, y ven a buscarme de nuevo solo cuando tu alma esté colmada de momentos felices.

Texto retirado de: http://www.eluniverso.com/

2 comentarios:

  1. Excelente como todo lo que publicas. Gracias

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  2. Que bien dicho en decidir finalizar la vida "como una ciudad fantasma" es terrorifico.
    tratemos de no finalizar asi, por eso el contacto con uno mismo y con los demas, habiendo contenido hace que el arbol se haga arbol creciendo y fortaleciendose. un abrazo muy bueno!!!!!
    buena semana!

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